No es ninguna una boutade afirmar que Gorka Urbizu es, en la actualidad —y desde hace ya muchos años—, el mejor poeta y, por lo tanto, el mejor letrista que hay en Euskal Herria. Aún más: es, desde el velo de una aparente timidez, un showman que arrastra multitudes, siempre dispuestas a comprar lo que el de Lekunberri tiene que ofrecer. Porque lo que tiene que ofrecer siempre es bueno. Todo lo hace bien y con estilo, como el concierto que ofreció este sábado en Chillida Leku, dentro del Boga Boga Festibala, organizado por Gin Música junto a la sala Dabadaba. El festival arrancó el viernes en Gazteszena con los pioneros del grunge Mudhoney. El concierto, sobre el césped de la utopía de Chillida, sirvió para consagrar al festival como una catedral del "ensimismamiento" que provoca la música arcaica en directo.
Y es que Katedral bat, una especie de prólogo conceptual recogido en Infrasoinuak (2017), el último disco del proyecto Berri Txarrak, también sonó en las campas de Zabalaga, ya avanzado el concierto, en una sección en la que Urbizu quiso conceder a la audiencia, siempre entregada y cantando, un momento de nostalgia.
De hecho, el propio Urbizu se rió al recordar que Send Flowers, otro de los temas del repertorio, escrito con Peiremans+, ha superado con creces la mayoría de edad al alcanzar los 19 años. También desplegó un tema bien conocido de su época con Katamalo, Betazalak erauztean, y uno más reciente, escrito para Lehiotikan: Etorkizuna ginenean.
Las concesiones al pasado, al camino que lo ha llevado hasta el presente con su proyecto en solitario, titulado poéticamente —cómo no— Hasiera bat, incluyeron otra canción de Berri Txarrak: Maravillas, grabada con el técnico de sonido estadounidense Steve Albini y dedicada a Maravillas Lamberto, una joven de Larraga que fue violada y asesinada en 1936 tras el alzamiento franquista.
Y como el horror contra las mujeres no es cosa del pasado, Urbizu dedicó Janela bat a Gisèle Pélicot, la mujer francesa de 71 años que fue violada hasta 92 veces entre 2011 y 2020 por multitud de hombres, instigados por su marido, en un caso que actualmente se está juzgando en el país vecino.
Janela bat pertenece a ese disco de diez canciones que vertebró, en esencia, el concierto, que comenzó con Maitasun bat, Teoria bat y Tren bat. A pesar de la "sobriedad" que ha reivindicado durante la promoción de Hasiera bat, Urbizu apareció en escena con otros cuatro músicos excepcionales: la guitarrista Amaia Miranda, quien sorprendió con su poderosa voz en la mencionada Etorkizuna ginenean; Mariana Mott y Joan Pons, cada uno en una batería; y Jordi Matas, al bajo. "Solo no se puede", afirmó Urbizu, que cambiaba de guitarra tras cada tema debido a las diez afinaciones distintas que ha utilizado en su disco en solitario. Solo no se puede, aunque sí tocó solo la melodiosa y costumbrista Etxe bat.
En el encore, hubo otra mirada al pasado: Hegal egiten, de Itoiz. Luego volvió a sus creaciones con Sekretu bat y cerró de la mejor manera posible: con Besterik ez.
Las lecciones del Boga Boga
El Boga Boga Festibala ha demostrado dos cosas este fin de semana. Con el concierto del viernes en Gazteszena, ha recordado a los promotores públicos que en Egia existe una sala de conciertos con enorme potencial. Con el de Los Sara Fontán, Sara Zozaya y Gorka Urbizu en Chillida Leku ha enviado un mensaje a otros promotores privados que han intentado que en Donostia hubiese un festival en condiciones: puede hacerse, puede ser amigable y puede ser familiar, tal y como se ha comprobado en unas campas de Zabalaga llenas de parejas con niños y carritos de bebés. Es así como se hace cantera y es así como se protege el tejido cultural local.