Tras filmar en Madrid, Legutio y Donostia, el cineasta Alberto Gastesi ha vuelto a la capital del Estado para montar su segundo largometraje, Singular. Este trabajo lo llevará a cabo con Javi Frutos, cordobés que se hizo con el Premio a Mejor Montaje en el último Festival de Málaga por su labor en Segundo premio, de Isaki Lacuesta. Singular, un drama humanista de ciencia ficción sobre androides, inteligencias artificiales y el duelo, protagonizado por Patricia López Arnaiz y Javier Rey, está escrito por el propio Gastesi con su fiel compañero a las teclas, el también donostiarra Alex Merino. Ambos firmaron también el guion del debut de Gastesi en el formato largo, La quietud en la tormenta/Gelditasuna ekaitzean, que protagonizó la Gala del Cine Vasco del Zinemaldia de 2022. Antes de viajar a Madrid para sumergirse en los trabajos de edición, Gastesi habla con este periódico sobre esta segunda película, que debió ser la primera, y de cómo haber llevado a cabo una ópera prima distinta le sirvió, a su vez, para que Singular saliese adelante. El largometraje es una coproducción de la donostiarra Vidania Films con la madrileña White Leaf Productions. A su vez, la segunda película de Gastesi ya cuenta con distribución internacional, gracias a la confianza de la empresa catalana Film Factory, que en noviembre viajará al American Film Market para presentar Singular.
¿Existe diferencia entre rodar una primera película y una segunda?
Por un lado, es inevitable que funcione literalmente como lo que es. ¿Y qué es? Es una segunda película porque hay una primera, Gelditasuna ekaitzean/La quietud en la tormenta, que siempre fue una fantasía un tanto efímera y muy instantánea, una oportunidad que surgió de forma imprevista, pero ha terminado siendo una película que ha encontrado su lugar y eso está ahí.
¿Y por otro lado?
Por otro lado, también siento Singular como una primera película. Es un proyecto que lleva en mi cabeza más de diez años. Además, Alex Merino y yo comenzamos a escribirla hace seis. Siempre fue la película destinada a ser el debut de ambos, pero, en medio, surgió el maravilloso accidente que fue Gelditasuna ekaitzean. Pero al ser Singular una película tantas veces soñada, pensada, escrita, reescrita, planeada, ha hecho que mantenga la impronta del debut. De alguna forma las dos son la primera película y, de hecho, podría considerarse un díptico.
¿Por qué? Sobre el papel parecen muy distintas.
Son distantes, incluso, opuestas, pero han acabado llegando a lugares semejantes más veces de lo que habíamos esperado.
Se dice que la segunda película siempre es más difícil.
Eso se dice. Hay un reto: el de no defraudar a la gente que ya se subió al barco con la primera. Es un público pequeño, pero muy fan.
Y, como director, ¿no le ha resultado más difícil que la anterior?
Es cierto que el equipo ha crecido mucho, el proceso de preparación ha sido distinto. Todo ha sido más grande y, además, ha sido una coproducción y, por lo tanto, hemos tenido que trabajar con gente nueva y lo que, en un inicio, podía haber parecido un grupo inconexo, ha acabado convertido en un colectivo humano increíble. Además, los actores se han implicado en profundidad. Por otro lado, el hecho de venir del rodaje de Gelditasuna ekaitzean nos ha ayudado a mantener la tensión. Sin haber rodado la primera, la dirección de esta hubiese sido más difícil.
Ha pasado de trabajar con una productora propia, Vidania Films, y a dirigir a su hermano, Iñigo Gastesi, y a amigos como Loreto Mauleón, a una coproducción con White Leaf y a tener a sus órdenes a una ganadora de un Goya, Patricia López Arnaiz, y a un rostro notable como Javier Rey.
Los actores son artistas con los que tienes que embarcarte en la misma aventura, siguiendo el mismo rumbo, y tienes que conseguir que se involucren para que la cosa funcione. Es inevitable que eso siempre dé cierto pavor. Pero desde los primeros ensayos, ese velo desapareció con Patricia y Javier. Han sido dos personas muy generosas, con una actitud muy voluntariosa, muy dispuesta. Me lo han hecho muy fácil. Hemos conectado desde el principio y se han convertido en amigos antes de empezar a rodar. Ha sido como un milagro encontrarlos a ellos dos. Además han sido unos Diana y Martín, que son los personajes que encarnan, increíbles.
En el caso de López Arnaiz, se involucró muy pronto en el proyecto de ‘Singular’.
Sí, Patricia leyó el guion antes de que hubiese un nombre para el personaje que encarnaría y creo que, desde entonces, se enamoró del proyecto y yo me enamoré de ella. Nos ha servido como un apoyo, que ha sido también imprescindible para financiar la película y terminar de levantarla. Más tarde se unió Javier, al que Patricia ya conocía, habían trabajado antes juntos. Hay una complicidad entre ellos que es mágica y que sin la cual no hubiéramos encontrado los matices a los que hemos llegado.
Tras una década con la película en la mente, ¿siente una sensación de vaciamiento ahora que ha llegado?
Creo que sigo en shock y no he tomado distancia para sentirlo así. Alex y yo hemos apostado tanto tiempo de nuestra vida por este proyecto que aún no tenemos la distancia suficiente para entender la magnitud del parto que estamos viviendo ahora.
¿Cómo ha sido el viaje hasta aquí?
Difícil, lleno de dificultades. Por un lado, hemos tenido voluntad férrea y tesón. Por otro lado, se han dado una serie de carambolas que, vistas desde este punto, parece que ha ocurrido un milagro que da, incluso, vértigo.
El premio en Sitges lo lograron hace cinco años...
En aquel entonces pensábamos que rodaríamos pronto, que es lo que te pasa cuando apenas conoces cómo funciona la industria. Singular ha pasado por muchas fases. Hemos tenido varias productoras involucradas. Estuvimos trabajando unos meses con una productora americana importante, con películas en los Óscar, pero creo que el proyecto les resultó un poco más de autor de lo que concebían. Nosotros siempre tuvimos claro que no queríamos salirnos de nuestro patio de juego.
Finalmente llegaron a un acuerdo con White Leaf.
Después también hubo negociaciones más o menos diplomáticas con distintas productoras conocidas y una carambola milagrosa hizo que conociéramos a White Leaf, que han sido unos compañeros de viaje estupendos con los que nos hemos hermanado. Además, el hecho de que Vidania Films produjese mi primera película ha permitido que financiase la mitad de la segunda junto a White Leaf. Un factor importante fue que ETB se involucró en el proyecto. Le debemos todo porque fueron los primeros que confiaron. Y eso trajo consigo que tuviésemos más puntos en el ICAA y más opciones de que RTVE participase en la película.
El hecho de que ‘Singular’ sea una película de ciencia ficción, ¿ha dificultado algo encontrar compañeros de viaje? En el cine español no se prodiga mucho este género...
Muchos productores nos dijeron muchas veces: “Esta película no la vais a levantar porque es ciencia ficción. En España es imposible, no se financian”. Pues lo hemos hecho, estamos aquí, y haber rodado antes Gelditasuna ekaitzean ha ayudado a ello.
¿Cuándo prevén el estreno?
En 2025, no sé cuándo. Lo que venga vendrá y espero que sea antes de la revolución robótica (ríe).
¿Qué proyectos tienen en marcha en Vidania Films?
Estamos financiando la tercera película que hemos escrito Alex y yo. Se llama Isla/Un reflejo, que ha pasado por el laboratorio en Abycine y que sería una especie de cierre de trilogía. Comparte algunos elementos con las dos primeras películas. Además, vamos a rodar la primera serie de Alex Merino como creador que se llama Luces rojas. Es una comedia negra familiar muy ácida. A su vez tenemos mucho en desarrollo. Crear Vidania nos ha permitido también desarrollarnos. Alex y yo firmamos los guiones y yo me pongo la dirección, pero sin el trabajo en la producción ejecutiva y financiera que hacen Alejandra Arróspide e Iñigo Gastesi no sería posible poder rodar estos proyectos propios.