La vida –y el cuerpo, y el arte– es un terreno a veces hostil, a veces amable, en el que se necesita de apoyos firmes para continuar; para permitirse trabajar, o jugar de una manera seria, experimentando, siempre. Aprendiendo constantemente.

Con reflexiones como ésta de fondo y la exploración a partir de “materiales cercanos, muchas veces cotidianos”, la artista navarra Maite Vélaz Sancha ha alumbrado Nosotras o atravesar cuerpos, su proyecto para la Fundación Museo Jorge Oteiza de Alzuza. Un conjunto de obras que proponen una reflexión sobre las condiciones de la práctica artística y los modos de abordar lo escultórico, y que constituyen el sexto proyecto del programa Hiztegia impulsado por el Museo Oteiza y el Centro de Arte Contemporáneo de Huarte.

La memoria y la manera de relacionarnos hoy con los rastros del pasado, el cuerpo, la escucha en la conversación entre artistas, y por supuesto, el legado de Oteiza, laten en este proyecto artístico que refleja las sensaciones que experimenta su autora en los intentos por “transformar algo que puede ser hostil en algo amable”, o por atravesar las obras de otros artistas, los materiales, el tiempo, la propia escultura o los recuerdos de vivencias íntimas desde el aquí y el ahora.

Maite Vélaz presenta 24 obras escultóricas, instalativas, audiovisuales y sonoras, que en conjunto componen una propuesta específica en la que la aproximación a la obra de arte se plantea desde el uso de materiales aparentemente intrascendentes, blandos, efímeros, que fijan su atención en pequeños gestos y resignifican elementos de lo cotidiano, situando la obra como resultado y extensión de una subjetividad propia y expandida.

Plástico, escayola, cintas adhesivas, restos de esculturas o pasta de sémola de trigo son algunos de esos materiales “cotidianos” cuyas posibilidades explora la artista tafallesa, que también se sirve de “un material rotundo” como la madera de sapelly para crear tres obras centrales de su exposición: un gran estante que alberga diversas piezas experimentales, la instalación de un suelo de baldosas –algunas acolchadas– en esquina y el sugerente maletín titulado Colección. Los espejos y los fragmentos en sus reflejos –que evidencian la dificultad de proyectar una imagen completa de algo–, el contraste entre materiales blandos y espinosos cactus, la experiencia de “experimentar con instrumentos musicales sin saber tocarlos” o el movimiento corporal son recursos que intervienen en el proceso de creación de Nosotras o atravesar cuerpos. Muchas de las obras de esta propuesta se muestran en una formalidad aparentemente inacabada, expresión consciente de las aproximaciones de la artista hacia una realidad que, aunque presente, nunca termina de emerger en su plenitud, sino a través de múltiples reflejos y de deslizamientos de significados. “Enfatizar esa imposibilidad coloca la obra en un estado de tensión permanente que, al mismo tiempo que la aleja de una concepción más canónica del arte, se posiciona cerca de una práctica artística en continua hibridación y permanentemente insatisfecha”, explican desde el Museo Oteiza.

En palabras de la artista, este ha sido “un trabajo muy de mirar hacia adentro, pero también desde fuera”. También, de dejar ir piezas, del desprenderse “de cosas cercanas, muy mías”, que se ha ido construyendo desde ese “estar en la escucha de los materiales, de los procesos, y de otros artistas”.

“Trabajando en este proyecto, sola en mi taller, tenía la sensación de que otras artistas estaban ahí; ha sido un hacer en conversación con esos otros, que iban entrando y saliendo aunque no hubiera nadie”, dice Maite Vélaz, apuntando que el resultado final “es una respuesta a esa compañía que he sentido durante todo este tiempo; un devolver esa calidez”. Así, esta propuesta ahonda en su concepción colectiva con la participación de los artistas Taxio Ardanaz, Nerea de Diego, Idoia Leache y Daniel Resano que, a su vez, atravesarán el proyecto con diversas acciones desarrolladas en el marco temporal de la exposición.

Además de la muestra, el proyecto, que cuenta con la colaboración del Programa Innova de Fundación Caja Navarra y Fundación la Caixa, y del Ayuntamiento de Egüés, incluye la edición de una publicación monográfica con la obra textual creada por Maite Vélaz Esa escultura se llamaba cariño, y el escrito crítico realizado por Peio Aguirre Cachitos.