El sábado que viene, 11 de marzo, la Feria de las Artes Escénicas de Donostia, dFeria, ofrecerá un aperitivo de su programación que arrancará de forma oficial el lunes 13. Norka Chiapuso charla con este periódico sobre las claves de las actividades de este año y del tema elegido para la edición: la desinformación.
El ‘leitmotiv’ de esta edición será lo ‘Fake’, la desinformación. ¿Por qué?
Porque casi vivimos en un mundo en el que todo es mentira. Porque nos cuentan cada película... Y, a veces, de tanto repetirla, parece que se convierte en verdad. Contraponemos dos ideas. Las artes escénicas no dejan de ser también una ficción, pero quizás tienen más verdad que que muchas cosas que nos cuentan.
El espectáculo ‘Nunca he estado en Dublín’ de Tentazioa habla, en cierta manera, de eso.
Está teniendo una gran acogida. Es una familia en la que la hija tiene una novia que no existe; la madre, que parece ideal, se ha gastado 30.000 euros en una timba con rumanos; el padre también está flipado, que le han hecho el curro... Es un espectáculo que simboliza el leitmotiv de este año.
Mireia Gabilondo hará doblete. Además de dirigir ‘Nunca he estado en Dublín’, también se sienta en la dirección de ‘La celda sin noche’ sobre el encarcelamiento de Abdullah Öcalan.
A nivel internacional hay un movimiento en defensa de la liberación Abdullah Öcalan y va a venir una delegación desde Alemania a ver la obra. Tuvieron contacto con el autor y con Mireia Gabilondo, sabían del espectáculo, están súper interesados e intentarán llevárselo a Alemania. Es una obra complicada, cada vez que se hace hay que producirla por su puesta en escena.
El 46,5% de la programación de dFeria son propuestas dancísticas. En diciembre el Observatorio Vasco de la Cultura emitió un informe en el que decía que la mayoría de bailarines vascos no obtenía más de 10.000 euros al año por esta práctica.
Después de la pandemia la programación de teatro se ha ido recuperando pero la de danza siempre es mucho menor en porcentaje. La verdad es que, en números globales, no sigue avanzando, cuando la danza y el teatro no tienen nada que ver. Los espectáculos de danza tienen sus dificultades, son más costosos que los de teatro. Estoy generalizando pero pueden tener montajes más complicados, pueden tener un elenco más numeroso en el escenario y, a la vez, cuesta más vender danza al público, la gente tiene el complejo de que no va a entender los espectáculos. ¡Tampoco hay que estudiar para ver danza! Hay que dejarse llevar y disfrutarlo. La clave es la insistencia: cuando propones algo y es interesante, la gente se va enganchando.
"Programar es algo muy doloroso. Hemos tenido que renunciar a un espectáculo maravilloso de Kulunka porque necesitaba un día entero de montaje del que no disponíamos"
dFeria, por lo tanto, puede ser un buen escaparate para los coreógrafos y bailarines vascos.
En su día, en 1988, dFeria nació como una feria de teatro. Hubo un momento en el que se dijo que había que hacer una Feria de Teatro y Danza en sala. Lo dijimos en serio, lo negociamos con el sector y todo el mundo estuvo de acuerdo. La feria se compromete con la danza. Esta ocupa el 45% del programa; también las propuestas teatrales. Dejamos un 10% para los inclasificables.
dFeria ofrecerá 28 espectáculos de otras tantas compañías en 44 funciones. ¿Cuántas propuestas llegan a valorar?
Este año rondaban las 450. El equipo de programación lo conformamos cuatro personas. Nos las repartimos por temática y se hace una criba. Cuando quedan 100, nos centramos para tomar decisiones. Programar es algo muy doloroso. Nosotros lo hacemos de forma matemática. Imagínate: si programamos 30 obras, pongamos que quince son de teatro y otras tantas de danza. Además, aproximadamente, el 45% de los espectáculos son vascos, lo que supondría que tendríamos siete de danza y siete de teatro. El resto pivota sobre propuestas del Estado o del extranjero. Los números te condicionan. Igual de un año a otro se han producido 30 o 35 espectáculos en el País Vasco y te tienes que quedar con siete.
Como dice, será doloroso.
Muy doloroso. Este año, por ejemplo, hemos renunciado a Kulunka porque necesitaban un día de montaje y no teníamos ese día y el espectáculo es una maravilla.
Lo que sí han programado es varios estrenos, tanto a nivel mundial como europeo.
La feria es novedosa, porque desde el estreno a cuando llegan a la feria, las obras no tienen mucho recorrido. No nos volvemos tan locos por tener estrenos absolutos. Estrenar en una feria, con un montón de profesionales delante, para muchos es incómodo y un peligro. Lo que queremos es ayudar a las compañías. Si las obras pueden venir rodadas, con algún preestreno, es mejor.
“La obra ‘Hernani’ tiene un formato pequeño y manejable; es un espectáculo que puede hacer un gran recorrido”
Han programado ‘Hernani’, del donostiarra Fernando Erre, que en Madrid ha tenido una buena acogida.
Es una comedia que tiene su gracia. Puedes pensar que va por un derrotero, pero luego va por otro completamente distinto. El tratamiento, los actores... la verdad es que está muy bien. Hernani la vimos en Madrid, al principio actuaba Josean Bengoetxea y nos gustó. Es un formato más bien pequeño, es muy manejable. Lo puedes llevar a cualquier sitio. Este espectáculo puede hacer un gran recorrido. En ese sentido, tengo ilusión con Hernani, la verdad.
También tendrán a Telmo Irureta, después de haber ganado el Goya.
Viene con Sexpiertos. En la sala entran 60 personas, a ver qué hacemos con el aforo después de que Telmo haya ganado el Goya (ríe). Menuda gozada.
Vuelve a dFeria Jon Maya con Andrés Marín y también la coreógrafa Amaia Elizaran.
Amaia estrenará Ihir. Los alaveses Proyecto Larrua traen La casa vacía. En danza está también Led Shilouette con Los perros.
Pensando en el público, si tuviese que recomendar algún espectáculo, ¿cuál aconsejaría?
Recomendaría Diptych: The missing door and The lost room, de Peeping Tom, que se verá en la pre-feria. En el Victoria Eugenia apostaría por Celestina infernal, que es muy visual. Mierda de Ciudad, con Olatz Gorrotxategi en el Principal, también será algo curioso porque es en parte musical. Recrea los 80 y el movimiento del rock radical vasco. Fueron años de libertad en los que la gente todavía pensaba que podía cambiar el mundo. Era todo mucho más fácil, mucho más normal y mucho más transgresor que el mundo que hemos hecho ahora. También me quedo con El nadador de aguas abiertas, que es un cuentito como la vida misma