El 19 de octubre de 1992, el donostiarra José Ramón Zalacain abrió, por primera vez, las persianas de Armageddon, una tienda especializada en cómics y juegos de mesa que se convertiría en “refugio” y lugar de peregrinación para los aficionados. Era un época en la que todavía no se había producido el boom del noveno arte en el Estado, cuando el coleccionismo era una cuestión de un público de nicho.

Zalacain, siempre amable, atento y generoso con las anécdotas, atiende a este periódico en su local, situado en la plaza Marcelino Soroa, cerca del centro comercial Arcco. Armageddon es un espacio rectangular, donde conviven las distintas tradiciones del cómic –el americano, el álbum europeo y el manga– y donde las novedades conquistan cada hueco libre de la tienda, desde el mostrador hasta las estanterías, sobre todo, después de la nueva eclosión del cómic japonés, a raíz de la apuesta de las editoriales por aprovechar la ola que favorece el masivo acceso a series de anime a través plataformas de streaming. De la misma forma, los universos cinematográficos y televisivos superheroicos también han insuflado nueva vida a las viñetas.

Las tres capitales de la CAV vivieron a finales de los 80 y al principios de los 90 la inauguración de locales especializados en la venta de tebeos que han perdurado hasta la fecha. En 1987, por ejemplo, la librería Zuloa abrió sus puertas en Gasteiz, si bien es cierto que, pese a ser un comercio especializado en el noveno arte también es un espacio abierto a otros libros y disciplinas, a diferencia de Armageddon que se centra exclusivamente en la venta de novela gráfica, grapas, tomos y otros formatos del cómic. Asimismo, Zalacain recuerda un precedente en la Donostia de los 80: en la calle Etxaide, existió una tienda llamada Cómics, dirigida por Susana Paternina, íntima amiga del desaparecido Luis Gasca, otro de los clientes habituales de Armageddon.

Dos años después de que Zalacain inaugurase su comercio –en un inicio lo hizo en la plaza de los Estudios, pero en 1998 dio el salto a su ubicación actual–, lo haría otro local de referencia en Euskadi, la librería Joker de Bilbao, que durante más de dos décadas coexistió con la primera librería de este tipo en el país, la librería Tótem, inaugurada en 1979 y que después de casi 40 años cerró sus puertas en 2016. De hecho, Zalacain recuerda Tótem de la época en la que estudió Ingeniería en Bilbao, allá por 1982: “La descubrí y casi me vuelvo loco”. Por supuesto, el coleccionismo de entonces no era como el de ahora, sin tiendas ni editoriales especializadas. Zalacain evoca cómo debía pasearse por los kioskos de prensa de la avenida de la Libertad para hacerse con los números que le interesaban. No en vano, no en todos los puestos distribuían todas las series: “En uno podían tener Hulk y Capitán América, pero no tenía Spiderman, que lo tenía el siguiente kiosko”.

En este sentido, trae a la memoria una anécdota que puede ser, perfectamente, la pesadilla de cualquier completista. La editorial Zinco, con sede en Barcelona, aquella que a mediados de los 80 apostó por traer al Estado los cómics del sello DC –es decir, la casa de Superman, Batman y Wonder Woman, entre otros–, publicó los ocho números de la serie de fantasía Camelot 3000, que Mike W. Barr y Brian Bolland editaron en EEUU entre 1982 y 1985. No obstante, la distribución era tan errática, que a Zalacain le resultó verdaderamente complicado conseguir el último episodio, algo que logró cuando un amigo del barrio de Egia le dio aviso de que había visto ese número en una pequeña librería: “Fui corriendo a por ella”.

Otra anécdota. También en 1982, la editorial Planeta con su sello Forum comenzó a publicar obras de Marvel –Los cuatro fantásticos, X-Men y Thor, entre otros– y sacó a la venta una colección llamada Novelas gráficas, en un formato similar al álbum europeo en tapa dura. La primera que publicaron fue Dios ama, el hombre mata, el éxito de la Patrulla X que firmó Chris Claremont. “Recuerdo perfectamente que no me la podía comprar porque costaba 500 pesetas de la época. Claro, si me lo compraba no podía hacerme con otras seis u ocho grapas de colecciones que seguía”, ríe. Ante lo caro que resultaba –y resulta– coleccionar, Zalacain solía intercambiar números con un amigo: “De hecho, no llegué a leer en su día el Daredevil de Frank Miller porque yo no compraba esa colección, pero sí lo hacía un amigo, que me la dejó a posteriori”.

Armageddon, la pasión por los cómics convertida en negocio

Diez años después, ya en 1992, Zalacain se encontraba estudiando último curso de Peritos en la Escuela Politécnica de la capital guipuzcoana; no obstante, la situación económica en el Estado no era, precisamente, alentadora. Por ello, su entonces novia, actual mujer, le habló de la posibilidad de convertir su pasión en un negocio, le alentó para abrir la librería en un local familiar situado en la plaza de los Estudios: “Nos lanzamos a la aventura”.

Así, desde el otro lado del mostrador también conocieron cómo funcionaba el reparto de materiales: por ejemplo, para hacerse con obras de la editorial Norma, como los cómics sobre Alien, Predator o The Spirit, debían ir al almacén de la distribuidora al Polígono 27: “Tú ibas, cogías dos de estos, tres de lo otro... te los apuntaban en un papel y te los llevabas a tu librería. Eso ha cambiado mucho”.

De hecho, ha cambiado tanto, que cuando Armageddon empezó a funcionar en 1992, las librerías especializadas no eran nada comunes –sí en grandes urbes como Madrid o Barcelona– por lo que a las distribuidoras locales les resultaba muy extraño despachar única y exclusivamente cómics. “Les costaba tanto que en los paquetes nos incluían revistas de crucigramas que teníamos que devolver”, ríe.

¿Y cómo ha cambiado el sector en estos 30 años? Testigo de primera mano, Zalacain repasa lo que fue el estallido del manga de los 90, su estabilización posterior a la baja y su actual repunte. No solo eso. En estas tres décadas ha pasado a publicarse muchísimo más de todas las tradiciones existentes y con una ventana de tiempo muchísimo más corta entre la publicación en el país de origen y su traducción al castellano o al euskera. A su vez, aunque el formato grapa sigue aguantando el pulso, los integrales pensados para un público con un poder adquisitivo algo superior son más que habituales desde hace años.

En cuanto a la clientela, explica que en sus inicios el público femenino era muy escaso, algo que por suerte ha cambiado: “Parecía que el mundo del cómic era un nicho total. Evidentemente los propios cómics estaban enfocados para los hombres pero eso ha ido evolucionando y hoy en día la presencia de mujeres es mucho mayor”.

Por supuesto, entre sus parroquianos hay quien le lleva acompañando fielmente estos 30 años. El desaparecido Luis Gasca, teórico del cine y del cómic, poseedor de una de las mayores colecciones del noveno arte y exdirector del Zinemaldia, era uno de los habituales de Armageddon. Después de que sus fondos pasasen a disposición de la Diputación, Gasca se encargó de hacer un pedido mensual a la tienda, que trabajaba el catálogo americano que en aquella época aún no se publicaba en castellano, para seguir engrosando la oferta del Koldo Mitxelena, centro cultural que aún hoy sigue solicitando los servicios de la librería: “Seguir pidiendo a EEUU carecía de sentido porque las editoriales de aquí traían cada vez más cosas y más rápido”.

Además de Gasca, otros teóricos del cómic como Asier Mensuro, o dibujantes como Dani Fano, Iñaki G. Holgado o, incluso, Ángel Unzueta, un ilustrador de talla internacional, responsable de cabeceras como Star Wars: Poe Dameron, Capitán América, Iron Man o Neck y Cold, han sido clientes de la tienda. “Es lógico que en una librería como esta se junte gente que siente interés por todo lo que tiene que ver con el mundillo; se convierte como un refugio para ellos”, explica.

Armageddon, pionera en la venta de Magic

“Desde el primer día, además de cómics, lo que tuvimos fueron juegos de rol. Algo que en aquel entonces era aún más de nicho”, expone Zalacain, que añade que al poco de abrir se introdujeron en la venta de Warhammer, un juego de estrategia con miniaturas: “Fuimos los primeros en el País Vasco en venderlas”.

Aunque con el tiempo dejaron a un lado este producto, lo que sí sigue vendiendo son las exitosas cartas Magic, que comenzaron a ofertar en mayo de 1994, ni un año después de su comercialización en EEUU. Por supuesto, al principio las vendían en inglés, dado que aún no se habían traducido al castellano. En aquello, Armageddon también fue pionera.