Un año más, Musikene continúa con su participación en el Jazzaldia. Esta vez, con la Musikene Summer Big Band, compuesto por una veintena de alumnos y egresados que seguirán la batuta a cargo de la japonesa Miho Hazama, una de las compositoras, arreglistas y directoras más prometedoras del panorama internacional. La actuación tendrá lugar este viernes, a las 21.00 horas, en el escenario de la plaza de la Trinidad.

Las big band son un formato grupal habitual dentro del jazz, que suelen contar la presencia de aerófonos de metal y de madera, así como de una sección rítmica. En este caso, los diecisiete alumnos y un par de recién egresados que forman parte de la Musikene Summer Big Band harán sonar varios saxofones, trompetas y trombones, además de un piano, una guitarra, un contrabajo y una batería.

Este proyecto surge de una colaboración dual. Por un lado, la del Jazzaldia con Musikene, gracias a la cual parte del alumnado de la institución educativa ha podido subirse a los escenarios en pasadas ediciones. Y, por otro, el que tiene este festival donostiarra con la Kanazawa Jazz Street, con la que también interactúa Hazama y que hizo que ambos eventos musicales la invitaran a participar en Donostia.

Inicialmente, esta actuación estaba prevista para el año 2020, pero “se tuvo que cancelar”, debido a “temas de covid” y la imposibilidad de que Hazama pudiera venir, tal y como cuenta la directora general de Musikene, Miren Iñarga.

El proceso de selección para entrar en esta formación se hizo teniendo en cuenta tanto la disponibilidad del alumnado como que tuvieran suficiente nivel para llevar a cabo el concierto. “Los profesores de cada especialidad, de cada instrumento, que han hecho una selección con gente que han pensado que era la más idónea”, cuenta Mikel Gabiola, uno de los afortunados trombonistas participantes. “Hay gente que estaba dispuesta a venir, pero que han tenido sus propios proyectos y no han podido compatibilizarlos”, apunta.

Y es que tocar con la directora nipona es una experiencia que hay que aprovechar. Para quienes no la conozcan, tiene un amplio historial de estudios en composición clásica, hasta que hace doce se marchó de su Japón natal a Nueva York y cambió su especialidad a la composición de jazz. Desde entonces, ha trabajado con diferentes big band, tanto universitarias como de otro tipo, aunque para esta ocasión “escogí un programa que es un poco distinto a lo que habitualmente hago, para que sea más especial para el festival”, reconoce Hazama.

Un repertorio dinámico y moderno, que escapa de las fronteras del jazz más clásico. Técnicamente, es más “complejo” y “exigente”, en palabras de Gabiola y su compañera en la big band, Mar Andino, a cargo de uno de los saxos. “Hace cosa de mes y medio, nos enviaron las partituras y ya se intuía que iba a ser algo complicado”, recuerda esta última.

A pesar de la dificultad técnica, los ensayos grupales no comenzaron hasta el pasado martes 19, pero han sabido aprovechar el tiempo. “El flujo de trabajo está siendo eficiente, directos al grano, y la banda está sonando muy bien, desde los primeros momentos”, confirma Gabiola. Algo a lo que ayuda la facilidad de Hazama para comunicar las ideas que le rondan la cabeza, tal y como pudo comprobar este periódico en una de las pruebas que presenció. “Da la sensación de que, en poco tiempo, hemos ido a cosas muy concretas”, corrobora Andino.

Y aunque los ensayos se han concentrado en los días previos a la actuación, cada artista ha realizado un trabajo personal de preparación desde que recibieron las partituras en incluso “algunos audios”. Por lo que, teniendo en cuenta el cómputo total, Badiola manifiesta que este proyecto les ha requerido más horas de trabajo “que otros repertorios”.

Todo ello denota la implicación del alumnado participante en la Musikene Summer Big Band, ya que son conscientes del “privilegio impresionante” que supone esta oportunidad. “No quiero hablar por boca de todos, pero siento mucha gratitud”, subraya Andino. Algo con lo que Gabiola concuerda. “La gente está muy feliz de tener la oportunidad de poder hacerlo. Porque sí que hay alumnos que han podido participar en el Jazzaldia todos los años, pero poder hacerlo con una artista de este calibre, está muy bien también. Para el desarrollo profesional es muy guay”.

Pero no son los único que están disfrutando de esta experiencia. “Había oído hablar del Jazzaldia, como un muy buen festival de jazz. Después, vi un vídeo en el que la gente estaba en un concierto en la playa”, recuerda Hazama. Y le picó la curiosidad.

A esto, hay que sumarle el hecho de que Donostia sea una ciudad costera y tenga su propio puerto, algo con lo que la directora y arreglista japonesa tiene una conexión especial. “Mi nombre es Miho. Mi significa bonito y Ho significa velero”, relata. Sus padres, se conocieron en un yate y los planes familiares de los Hazama incluían barcos, puertos y el agua del mar en múltiples ocasiones. “Las vistas al océano son mi cosa favorita, así que tocar en una ciudad portuaria, en la costa, es un premio para mí y estoy muy ilusionada”, admite. 

La existencia de la Musikene Summer Big Band es algo puntual, que empieza y acaba con este concierto, aunque la institución educativa cuenta con una big band que funciona de manera habitual, igual que la orquesta y la banda. Eso sí, el binomio el Jazzaldia tiene previsión de continuar, dentro de una red de instituciones culturales con las que Musikene colabora, con un claro objetivo. “Se trata de que nuestro alumnado reciba la formación para la vida profesional” y “prepararles los mejor posible para esa vida labora. Todos estos convenios ofrecen la proyección externa que les prepara para esa vida”, resume Iñarga.