Por encima de cualquier valor artístico, la exposición de San Telmo es para Edorta Kortadi una victoria para la ciudadanía al implicar a tantas entidades e instituciones. “Parece que en Gipuzkoa no podemos remar todos hacia el mismo lado y tiene que haber siempre dos bandos”, afirma, añadiendo, eso sí, que ve comprensible que haya habido “tanto recelo por parte de las dos familias” durante tantos años.

El comisario Javier González de Durana ha conseguido implicar en la exposición no solo a las dos entidades legatarias de ambos escultores, el Museo Oteiza de Altzuza y Chillida Leku, sino también a instituciones como el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Reina Sofía de Madrid, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), el Guggenheim, el Santuario de Arantzazu, la Universidad de Navarra, la Fundación Kutxa y varias colecciones bancarias, de galerías de arte y de particulares. “Es comprensible que hubiera habido tanto recelo por parte de las dos familias. No es una decisión fácil, sobre todo, quizás para la de Chillida, ya que fue reconocido internacionalmente en vida y Oteiza no”, apunta el crítico.

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Esta colaboración tan multitudinaria ha permitido incluso ver por primera vez obras como el Lacoonte, de Oteiza, expuesta únicamente en la Cámara de Comercio de Córdoba desde su instalación en 1958, o dos de las puertas que creó Chillida para el Santuario de Arantzazu. “Parece que en Gipuzkoa no podemos remar todos hacia el mismo lado y tiene que haber siempre dos bandos”, indica preguntado sobre el origen de la iniciativa, procedente de Bancaja y no surgida en Euskal Herria. No obstante, alaba “el buen ojo” del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco por no dejar escapar la oportunidad de traerla a Donostia.

“Oteiza ha teorizado más”

Para la muestra en San Telmo también se ha contado con diferentes publicaciones de los dos artistas que complementan la visita. “Oteiza ha teorizado más porque era más analítico, mientras que Chillida era más intuitivo”, explica Kortadi, que destaca también la correspondencia personal que se puede ver en la exposición y que habla de la relación que tuvieron durante los años 50 y 60. “Oteiza siempre me decía que en la historia del arte habían estado Goya, Picasso y él. Se tenía en mucha alta estima y quizás por eso vinieron los reproches con Chillida, que tuvo un mayor reconocimiento internacional en vida”, apunta.

Fuese cual fuese el motivo de la disputa, para el experto en arte la exposición no deja de ser una celebración de la historia vasca y un paso más para conocer a dos de los artistas más reconocidos de Euskal Herria.