- Leave no traces, la historia real de un estudiante polaco golpeado hasta la muerte en 1983 por miembros de la milicia comunista se mide con un thriller psicológico protagonizado por un dentista, América Latina, de los gemelos D’Innocenzo en la penúltima jornada competitiva de la Mostra de Venecia.

En su tercer largometraje como directores, los italianos Damiano y Fabio D’Innocenzo, guionistas de la aplaudida Dogman, de Matteo Garrone, juegan al despiste con el espectador desde el propio título, una alusión a una ciudad, Latina, ubicada al sur de Roma.

“Queríamos que el espectador se sintiera como una mosca atrapada tras un cristal”, explicó ayer Damiano D’Innocenzo sobre el tono claustrofóbico de esta historia, la de un dentista de mediana edad (Elio Germano) con una vida aparentemente satisfactoria -éxito profesional y económico y familiar- en una villa situada a las afueras de la ciudad.

Sin embargo, desde el inicio se percibe que algo no va bien. Lo inimaginable sucede cuando un día baja al sótano de su casa y no se puede explicar lo que ahí se encuentra, lo que le hará entrar en una espiral de tormento cada vez más insoportable.

“Habla de cómo ocultamos lo que no nos gusta de nosotros bajo la alfombra para preservar la imagen que tenemos de nosotros mismos”, señaló el actor Elio Germano, que también trabajó con los hermanos D’Innocenzo en su anterior película, Queridos vecinos (Favolacce, 2020).

También ha destacado los rasgos femeninos de su personaje. “La idea era crear un opuesto al macho ganador, ese modelo de hombre poderoso llamado a conquistar y que está invadiendo ahora también a muchas mujeres”, detalló.

Fabio y Damiano se reparten las tareas de escritura y dirección. Ninguno ve en este filme un thriller al uso. “Es misteriosa, ambigua, si quieres decir thriller digamos que es psicológico”, apuntó el segundo, “amamos el género y sus reglas precisas pero aquí hemos tratado de evitar algunas reglas para no repetir algo que ya hemos hecho antes”.

La idea del amor es crucial en la trama. “Cuando hablamos de amor inmediatamente vienen nuestros fantasmas, obsesiones, inseguridad sobre el futuro”, subrayó Fabio, “queríamos explorar hasta qué punto el amor te puede salvar, ayudarte a poner juntas todas las piezas del puzle”.

La otra contendiente del día fue Leave no traces, segundo largometraje del polaco Jan P. Matuszynski y reconstruye la historia de Grzegorz Przemyk, hijo de una conocida poeta y activista del sindicato Solidaridad (Bárbara Sadowska) que tenía solo 19 años cuando murió a consecuencia de una paliza de los agentes que lo detuvieron por la calle por no querer mostrar su DNI.

El caso tuvo un enorme eco en la época y su funeral, al que asistieron 60.000 personas, se convirtió en un acto con resonancias políticas y trágicas consecuencias. El sacerdote que lo ofició, Jerzy Popieluzko, fue asesinado un año después.

En el juicio por la muerte de Przemyk los agresores salieron impunes y se condenó a dos enfermeros que lo llevaron al hospital. Sin embargo, muchos años después, en mayo de 2008, los tribunales polacos condenaron a cuatro años de prisión a Ireneusz Kolciuk.

El festival italiano se acerca a su final con dos largometrajes crudos ambientados en Italia y en Polonia, respectivamente