u nombre fue Ángela Querejeta y fue “algo más” que la mujer del poeta Jose Mari Iparragirre (1820-1881). Así lo reivindica Angela, Iparragirreren bertso librea/Ángela, el verso suelto de Iparragirre, una obra de teatro, dirigida por Marta Urcelay y escrita por Ozkar Galán, que pone a esta mujer en el centro, rompiendo con las cadenas del concepto “mujer de”. La pieza, que fue presentada ayer por su directora y sus protagonistas en la sala de prensa del Victoria Eugenia, se estrenará este domingo en el Teatro Principal.

La obra se centra en los años en los que Iparragirre y su familia pasaron en Latinoamérica, un periodo que Galán ha ficcionado. “Pese a no ser verdad es una historia verosímil”, explicó Marta Urcelay a este periódico sobre un relato al que le han añadido tintes ”feministas”. Poco se sabe de la vida del creador del himno Gernikako Arbola, pero con lo que se conoce Galán ha levantado una historia también “misteriosa”, como el propio guitarrista.

El guionista ha querido “dar voz” a Ángela Querejeta, interpretada por Sol Maguna, una mujer que a los 17 años se casó con el poeta nacido en Urretxu, cuando este se acercaba a la cuarentena. La pareja tuvo ocho hijos y acabó viviendo en Latinoamérica. “Él, imbuido por el espíritu del Romanticismo, se fue a hacer las guerras con su guitarra y la abandonó” tras dos décadas viviendo en el otro lado del charco.

En el libreto escrito por Galán, Ángela, ayudada por otro de los personajes de la obra, urde una trama como manera de “reivindicar sus derechos y su libertad como mujer”. “Hoy en día todavía hay mujeres que están por detrás del hombre; además, cuando te toca ser la pareja de un artista, eso se acentúa”, se lamenta.

Con solo tres actores en escena -además de Maguna, toman parte Iñigo Gastesi y Asier Hormaza-, la obra que dirige Urcelay tiene un “lenguaje cinematográfico” con muchos flashbacks. Como consecuencia de ello, la escenografía que utilizan es “mínima”, por lo tanto, es una obra “conceptual” con “muy pocos elementos que son versátiles”. “Como directora me he querido centrar en las actuaciones -continúa-. El trabajo actoral es fundamental; hay tanto saltos en el tiempo que buscábamos que la gente que se acerque al teatro pueda soñar. La verdad es que los dos actores y la actriz defienden los textos con una solvencia que te transporta siglos atrás”.

La música es otro de los puntos fuertes de esta función. No en vano, ha sido expresamente compuesta por el elgoibartarra Amorante -Iban Urizar-, una elección para nada “fortuita”, dado que “es un artista que evoca muchas cosas de una forma muy diferente”. Así, la obra presenta versiones de los trabajos de Iparragirre, preparados por el de Elgoibar, sugerentes y que te llevan a “lugares más oscuros”. Por lo tanto, el Gernikako Arbola que suene en el Principal “no será el que todos tenemos en mente”.

En Angela, Iparragirreren bertso librea/Ángela, el verso suelto de Iparragirre el euskera y el castellano se mezclan en el escenario, en función del personaje y del momento de la trama. Iparragirre, por ejemplo, cuando está solo siempre habla en euskera, y cuando está con su esposa, llega un momento en el que se cuestiona por qué siguen hablando en ese idioma. Ella responde: “El vascuence lo dejé en Euskal Herria”.

Urcelay explicó que han querido “evidenciar que para muchas mujeres de la época el euskera era un símbolo que las ataba al caserío, a la tierra, al marido, a los hijos”. En este caso, el personaje de Ángela, al verse en Latinoamérica, lo relaciona con un entorno urbano en el que se hablaba en castellano: “Cuando los espectadores lo vean, lo entenderán”.