somaba la fanfarria de Eurovisión para empezar, pero inmediatamente después, en lugar de señoras cantando delante de un ventilador, daban comienzo las olimpiadas europeas de la televisión en las que equipos de distintos países europeos competían dentro de disfraces imposibles, escalaban decorados de cartón piedra alusivos al país anfitrión y, sobre todo, se daban unos tremendos tortazos intentando superar distintas pruebas deportivas y de habilidad por tierra, mar (bueno, piscina) y aire.

Eran los Juegos sin fronteras, que se venían celebrando desde el año 1965 organizados por la UER (Unión Europea de Radiodifusión) y a los que TVE se incorporó en el verano de 1988, aunque en menos de un lustro abandonó la competición europea para hacer lo mismo, en versión más modesta, con una vaquilla y Ramón García, en el hoy mítico Grand Prix, que en realidad era una versión casera al alimón entre Juegos sin fronteras y el Intervilles francés (el formato original), pero encerrados en un pequeño plató de la tele en el que se enfrentaban dos pueblos, pero de eso hablaremos otro día.

Cuatro años antes de la Expo, Sevilla se convirtió en la primera ciudad española en ser sede de Juegos sin fronteras, de la mano de Ignacio Salas, Guillermo Summers y Carmen Otero, los mejores y más divertidos presentadores que tuvo el formato. Ninguno de ellos repitió en las siguientes ediciones, por donde sí pasaron Isabel Gemio, César Heinrich, Elisa Matilla o el histórico Daniel Vindel. España solo ganó una edición, la de 1990 de la mano de la ciudad de Jaca (Huesca). En 1992, TVE abandonó el certamen, que llegó a su fin en 1999 por su elevado coste.

Veinte años después, Tele 5 recuperó el histórico formato que pasó a denominarse Eurogames (reimpulsado por Mediaset Italia), aunque aquí optó por mantener el título original de Juegos sin fronteras. La cadena cometió el error de poner al frente a unos desubicados Joaquín Prat y Lara Álvarez, que no lograron coger las riendas del programa, que acabó guardado en un cajón casi un año, hasta que lo sacó el pasado mayo, en pleno confinamiento. Yunque no se podía salir de casa, la audiencia salió por patas.