Ramón Múgica Echeverría abrió en 1878 en Donostia una carpintería industrial, sin imaginarse que años después ese pequeño negocio familiar se transformaría en una de las principales vagoneras del Estado. El director del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia, Juanjo Olaizola, ha indagado en los archivos de la familia para recuperar la historia de esta empresa que cerró sus puertas en 1992 con más de 6.000 vagones a sus espaldas, y la ha recogido en el libro Herederos de Ramón Múgica-Fábrica de vagones San Sebastián-Irun.

“Nunca llegó al nivel de CAF, pero Herederos de Ramón Múgica fue una de las empresas más importantes de Gipuzkoa. A día de hoy, Renfe sigue contando con un buen número de vagones construidos por ellos”, relata Olaizola sobre una empresa que en su mayor esplendor superó los 200 vagones construidos al año y contó con cerca de dos centenares de trabajadores.

A pesar de ello, la idea inicial de Múgica no fue la de dedicarse a la industria vagonera, sino a la carpintería industrial. “Comenzó en la calle Miramar del barrio de Gros y poco a poco fue aumentando el tamaño de la carpintería hasta ocupar dos manzanas enteras. Es en ese momento, ante la falta de espacio para seguir creciendo, cuando decide trasladarse a Duque de Mandas, en Atocha”, explica el investigador.

Ya en esta ubicación se da cuenta de que el estallido de la Primera Guerra Mundial da paso a un negocio lucrativo que no puede dejar pasar: la fabricación de vagones. “Principalmente se especializó en el transporte de líquidos alimentarios, materiales peligrosos y productos químicos, pero sin hacerle ascos a ningún encargo”, indica Olaizola, al tiempo que detalla que en los años 20, Herederos de Ramón Múgica alcanzó la fabricación de 200 vagones al año entre Donostia e Irun, localidad en la que abrió una segunda factoría.

De la empresa ubicada en la capital guipuzcoana muchos desconocen su relación con la Real Sociedad. “Parte de la fábrica daba directamente al estadio de Atocha, llegando incluso el fondo sur a compartir la pared de la fábrica”. De ahí que a ese fondo se le conociera entre los aficionados realistas como la zona de Múgica, de la que nació a finales de los 80 la Peña Mujika.

“No es la única curiosidad que llama la atención de su historia. El poeta Gabriel Celaya, que era nieto de Múgica, trabajó allí como ingeniero durante casi 20 años, hasta que se cansó de todo y decidió dedicarse a la poesía”, añade.

Reconversión sin éxito

El crecimiento tan acelerado de la producción hizo que la empresa tuviera que diseñar nuevos vagones y piezas que registraron como propias. “Es una parte bastante desconocida, pero Herederos de Ramón Múgica fue una empresa innovadora. En total tienen más de 40 patentes a su cargo”, relata Olaizola.

Sin embargo, con el paso de los años los encargos fueron disminuyendo y la empresa empezó a perder poder en beneficio de CAF. “Realizaron algunos vagones para pasajeros, como los que quedan de Renfe, pero no dieron el paso final”, agrega el investigador, quien cree que desde la empresa “trataron de reconvertirse” sin éxito. “Es una pregunta que habría que hacerles a ellos, pero mi opinión es que lo intentaron y no lo consiguieron”, añade.

De este modo, con la clausura del taller de Irun en 1992 la fábrica echó el cierre de manera definitva. “Ya desde las décadas de los 70 y 80 el modelo de transporte de mercancías había cambiado y estaban tocados. Aun así, aguantaron más que muchos y fueron la penúltima empresa del sector en desaparecer”, observa.

Desde entonces, la familia de Múgica ha sido la encargada de guardar el archivo de la empresa. Precisamente, fueron ellos los que se pusieron en contacto con Olaizola para encargarle el libro. “Ha sido un trabajo exhaustivo”, indica sobre una búsqueda en la que también han colaborado los ayuntamientos de Donostia e Irun.

El investigador confía en que el libro sirva para conocer una parte de la historia reciente de Gipuzkoa, así como de la industria ferroviaria estatal. “Una empresa que alcanzó tal nivel e importancia no debería caer en el olvido”, concluye.

Parte de la fábrica se encontraba pegada a Atocha, lo que hizo que los seguidores de la Real Sociedad de esa zona formasen la Peña Mujika

“Fue una empresa innovadora en el sector, con más de 40 patentes y diseños a su cargo”

juanjo olaizola

Historiador y autor del libro