dentro de la fotografía española, Chema Madoz (Madrid, 1956) ha fijado su atención en el objeto, para transfigurarlo y jugar con él de manera conceptual y mágica. “Cada vez más -asegura el fotógrafo- he ido despojándome de lo superfluo para fijar mi mirada en el objeto”.
Fueron los cubistas quienes primero fijaron su atención en los mismos, apartándose de figuras y paisajes, y posteriormente los realistas metafísicos, dadaístas y surrealistas, quienes jugaron con ellos de manera sorprendente y mágica, llenándolos de significados diversos y, a menudo, absurdos.
En la onda de todos ellos se mueve la fotografía de Chema Madoz a lo largo de estos últimos cuarenta años, dejándonos un buen número de imágenes transparentes, blancas, entre la magia de la imaginación y la realidad misma.
Poesía, concepto, objeto, encontrismo, collage, relecturas de otros autores (Picasso, Duchamp, Magritte), magia blanca, crean un mundo de imágenes compuestas y plasmadas por el autor en una fotografía limpia y nítida. Solo objetos e imágenes compuestas o reconstruidas por el fotógrafo sirven para crear iconos para la contemplación y el recuerdo: sombrero-cráneo, zapato con raíces arbóreas, plato-sumidero callejero, escalera penetrando en el espejo, collar-cuerda de horca, bastón-pasamanos, nos llevan a unos repertorios ideológicos con los que el autor juega, basados en verbos como: combinar, transgredir, sorprender, subvertir, transformar, imaginar, releer, travestir, y utilizar imágenes blancas, planas, simbólicas, conceptuales, construidas, poéticas, semejantes, surreales, oníricas.
Y con todo ello, Chema Madoz, ofrece unas imágenes limpias, bien trazadas y realizadas, que ofrecen unos repertorios que podríamos denominar realismo mágico. Porque el autor posee la magia de los poetas y de los escritores para crear con ellas un mundo para la reflexión y el ensueño, para la ironía y la simple contemplación del objeto. Y parte además siempre del objeto real, manipulado, o, construido, tridimensional, pero plasmado en la bidimensionalidad de la fotografía. El resto espacial debe ponerlo el espectador con su apropiación y empatía.
Algunas obviedades también existen en la muestra, pero los aciertos, las imágenes atrayentes y ocurrentes son la mayoría. La muestra ha sido comisariada por Olivia María Rubio y es una producción de La Fábrica.