"un artista tiene que tener dos cosas, voluntad de experimentar y de buscar caminos que le lleven adelante como creador y un grado de disciplina para canalizarlo y convertirlo en algo concreto. Y eso he hecho yo", explica Jesús María Cormán (Pasaia, 1966) a este diario en el centro cultural Sanz Enea de Zarautz. Allí expone hasta el 22 de septiembre Ispilu ikusezinak, que no es su única muestra en la localidad costera, ya que a pocos metros, en Torre Luzea, se exhiben las obras que ha creado con el seudónimo de Jesús Mansé.

"Los dos soy yo. Lo uno tiene más de juego, de experimentación; lo otro es más de disciplina". Este artista llevaba mucho tiempo trabajando como pintor abstracto y, en el año 2000, un poco a remolque de su otra ocupación, la literatura, decidió crear un personaje alternativo que hiciera creaciones nuevas y al que no conociera nadie. "Si se iba a hacer de verdad, si se tenía que convertir en algo grande, tenía que ser porque se lo hubiera ganado -continúa-. Lo que comenzó casi como una broma literaria llegó a hacerse tan grande como mi obra oficial".

El nombre de Mansé no surgió de la imaginación, sino que lo creó partiendo de sus dos apellidos, Cormán y Seco. "Utilicé la sílaba final de la primera y la primera del segundo apellido". Tal y como él explica, Cormán representa el conflicto, mientras que a Mansé lo define la constancia.

dos vidas

Cormán y Mansé

"Era muy excitante la idea de crear un personaje creado que tuviera vida y pudiese vivir de su trabajo", añade Cormán. "Los dos tienen trabajos alternativos para no confundirlos y que no se contaminen demasiado". Desde que Jesús María Cormán creó a Jesús Mansé, lo ha mantenido en secreto para no perder ese misterio que lo rodeaba y para que su creación tomara fuerza por sí sola. "Lo han ido conociendo poco a poco amigos y gente de la cultura, pero mientras pude lo mantuve en riguroso secreto". Le parecía más auténtico si nadie vinculaba un trabajo con el otro, su crecimiento como autor era mucho más veraz que si ocurría vinculado a su nombre. "La gente se sorprendió al enterarse de que había creado un personaje, pero se quedaban alucinados porque estaban muy bien hechas ambas cosas", dice el artista, quien prefería seguir disfrutando del juego que le había dado hasta ese momento.

Afirma que cuando un pintor empieza, comienza con un trabajo más de oficio para encontrar la técnica "y todo eso", pero va buscando su propia manera de expresarse y, después de un largo recorrido, "acabas con tus propios trabajos, en mi caso los abstractos". El estilo de Mansé es más trabajo de escuela, y se dio cuenta de que "en ese tipo de registro podías encontrar una voz singular y tuya que te identificara con una firma o marca". Esta es la primera vez que ambas obras coinciden de manera casual en un mismo espacio. "Tras trece años se programaron las dos exposiciones en diferentes espacios de Zarautz, y era el momento de decir que he vivido esta doble vida -prosigue-. Como ya lo sabía mucha gente, lo mejor era contarlo bien con este acontecimiento".

Lo que muestra el orden en el que ha llevado esta doble vida son los dos estudios independientes con los que cuenta para realizar la obra de cada firma. "Todo para mantener la independencia -afirma-. Es muy importante que, aún siendo yo los dos, de alguna manera el otro mantuviera una vida propia y no tuviera que responder ante mí. Es un poco esquizofrénico pero lo he vivido muy bien". Para preparar estas exposiciones se han cruzado los dos, lo cual, asegura, "ha sido un poco locura". Durante la preparación de estas dos exposiciones, llegó un momento en el que se le juntaron en uno de los estudios trabajos de los dos, ya que por comodidad llevaba y traía las obras. "Un día entré y estaba todo junto y fue como si me hubiera vuelto loco. Eso no podía ser. Pero las dos exposiciones ya están en curso y, afortunadamente, la locura ya ha acabado".

Pero cuando Cormán habla de su obra lo tiene claro. "Es pintura sobre un soporte". Tal y como explica, como pintor abstracto no busca tanto representar sino ver el comportamiento de los materiales, "elementos vivos. El movimiento de estos sobre el material es el motor para trabajar", afirma. Por su parte, las obras de Mansé son "paisajismo puro y duro de caballete". Son diferentes pero son la misma persona. "La manera de mirar te lleva a la manera de generar".

Desde que a los 20 años decidió dejar sus estudios de Bellas Artes tuvo claro que quería ser pintor. "Desde que comencé he ido evolucionando, sobre todo cuando era joven, ya que luego llegas a un punto en el que no es tan acentuada esa evolución". Algo que siempre repite cuando se refiere a las obras de Mansé -a esas más de escuela- es a intentar estar en el sitio. "Lo que pinto son paisajes reconocibles, pero busco momentos climáticos bastante duros, y pintar con lluvia, viento o nieve es muy difícil", añade, por lo que toma registros fotográficos y los lleva al lienzo en el estudio, pero siempre con una "experiencia directa con el paisaje".

Este artista ha hecho poesía y ha escrito canciones, pero la pintura ha sido el vehículo en el que mejor se ha expresado. "Tenía algo de físico, de material, de orgánico, que me interesaba personalmente mucho. No he dejado que las nuevas tecnologías me contaminen demasiado. No estoy en contra de ellas, pero me considero un pintor conservador". Alguien que quiere decir algo encontrará la manera de hacerlo, añade, "sea de manera más austera o más espléndida". La poesía es el vehículo más íntimo y más fácil para expresarse, en opinión de este autor. "Plasmas palabras en una cuartilla, no tiene nada que ver con pintar un cuadro, para el que ya necesitas materiales". En su crecimiento como artista siempre ha estado con él ese otro arte, el de escribir. "Siempre ha estado conmigo, en un momento estaba silenciado pero luego se destapó. Ahora es el eje de todo mi trabajo, lo que pasa es que no sale en las fotos".

Jesús María Cormán y Jesús Mansé muestran, o muestra, actualmente, sus obras en Zarautz. Cormán presenta su exposición Ispilu ikusezinak en la casa de cultura Sanz Enea hasta el 22 de septiembre, y Mansé en el edificio Torre Luzea hasta el 10 de septiembre. "En estas exposiciones no estoy de forma presencial, hay personas que cuidan de las muestras. Intento mantener un poco el anonimato; además, el pintor no es algo importante", continúa.

Piensa dejar independientes a las dos personas mientras se mantengan por sí mismas. "Me han planteado unirlos, pero ellos son muy felices viviendo solos". Cada obra logra públicos diferentes, por lo que el autor pide a los visitantes el ejercicio de pasearse de forma consecutiva por ambas muestras. "Entras en salas diferentes que, aun siendo generadas por el mismo autor, conservan su independencia", finaliza.

cultura@noticiasdegipuzkoa.com