UN pequeño piso en plena plaza Easo. Se abre la puerta. Huele a incienso. Clara Virgili y Paula González muestran lo que hace las veces de vivienda y de lugar de trabajo. Númeronueve ha entrado a formar parte del mundo del diseño y la moda. "Es como un hijo que va creciendo, algo que hemos creado nosotras dos, un conjunto de arte, moda...", responden las dos artistas casi a la vez sobre el proyecto en el que llevan ya unos años trabajando. "Paula es una alocada, yo soy más controladora. Nos complementamos", comenta Clara. "Somos muy artísticas, aunque tenemos que dirigirnos hacia cosas más comerciales".

En tan solo unos meses, con sus colecciones Erotas, Meu, Android y Muñecos Rotos, estas dos artistas han participado en Kutxa Kultur Lana 2012 -III certamen de nuevos diseñadores de Donostia-, han desfilado en el Museo Balenciaga y, con la última de estas colecciones, han ganado el segundo certamen del Donostia Fashion Week.

Paula González es argentina y llegó a Donostia buscando un camino con el que crecer. Desde hace once años es una donostiarra más. "Trabajé en la hostelería, pero empecé a plantearme lo que verdaderamente quería y retomé lo que había dejado en Argentina. Hice un curso de diseño de moda y de personal shopper, y conocí a Clara", explica Paula, quien también dice sentirse, desde entonces, más independiente y libre. Por su parte, Clara es una catalana que siempre ha tenido cierta conexión con el País Vasco. Tal y como ella misma comenta, "un día vine de visita y vi que se daba un curso de diseño indumentario escénico. Se daban cursos personalizados, ahí fue cuando nos conocimos. Pensé que serían seis meses y vuelta para casa. Conocí a mi chico y aquí sigo".

una misma pasión

Diseño textil

A ambas les une su pasión por el diseño, aunque Clara no pensó nunca acabar en el diseño textil. "Estudié diseño industrial. Nunca quise moda pero mi padre me dijo, ¿por qué no lo haces?". "Yo quería crear" irrumpe Paula. "Mientras estudiaba diseño gráfico di una asignatura de diseño de indumentaje y pensé: Esto es lo mío". Hablan sobre su rápida evolución, y coinciden en que ha sido extraña. "Hace unos meses no esperábamos nada de esto", afirman las dos. "Teníamos mucha ilusión, cada colección es una nueva aventura".

Ambas están de acuerdo cuando destacan sus ganas de mostrar su trabajo y de que este se conozca. "Nos sentíamos unas desconocidas intentando entrar en este mundo", explican las artistas, sin dejar de recalcar el hecho de que "detrás de la prenda hay mucho trabajo y queremos que la gente lo vea". Clara explica que "la gente que entiende de moda puede ver el título reflejado en las prendas, el tema en el que te has inspirado". Aunque, como añade Paula, siempre hay clientes que piensan que la ropa que aparece en un desfile es la que esperan los diseñadores que la gente se ponga. También explica que hay desfiles que son meramente espectáculos, aunque haya gente a la que le guste eso que se expone.

Parten de cero a la hora de crear una prenda. "El comienzo lo hacemos las dos, el diseño, el estudio del tema... aunque luego nos dividimos y patronamos por separado", afirma Paula, quien se encarga de las ilustraciones mientras Clara realiza la ficha técnica. Cada una acepta tener sus propias ideas, aunque en la puesta en común se complementan.

Consideran innata la manera en la que se les ocurren las ideas, aunque siempre buscan formas y volúmenes particulares, los que siempre retoman a la hora de diseñar. Quieren que el cliente identifique la ropa con la marca pero, principalmente, que la gente se identifique con lo que viste. "Se nos ocurren temas e investigamos sobre ellos. Algunos son más difíciles y tenemos que dejarlos", dice Paula, a lo que Clara añade que "muchísimos diseños se quedan en el papel porque a veces hay algo por lo que no los puedes hacer".

Aseguran no inspirarse en la moda, sino en cosas como la música, los sentimiento o las medusas, si se diera el caso. El artista Egon Schiele se ha convertido en una de sus grandes inspiraciones. "Vimos una exposición suya en Bilbao, nos flipó, dice la argentina. "Nos encantó, estábamos embobadísimas"-añade la catalana.

Diferenciarse

Que la prenda sea única

Para ellas, que cada uno se identifique con lo que viste es lo que hace que una prenda sea única ya que ahora todos vestimos igual. "Lo bueno de ser una marca pequeña es que podemos relacionarnos con la gente, explicarles cómo está hecha, qué tela lleva... Somos accesibles y puede verse todo lo que hay detrás", sugiere Clara quien, al igual que su compañera, opina que eso es lo que las diferencia de las grandes marcas. "Queremos que haya amor en cada prenda".

Sobre el precio al que se venden sus creaciones, comentan que hay tanto clientes que las considera caras como muchas otras que piensan que son baratas. "Por ahora hemos vendido en los diferentes showrooms, aunque la gente ya se ha puesto en contacto con nosotras para comenzar a vender por Internet, además de pedirnos encargos", explica Paula al hablar sobre el modo en el que llegan a sus clientes. Consideran que sus diseños son de alta costura si se tiene en cuenta que son prendas únicas, aunque ellas cosen a máquina y para prêt-à-porter. "La alta costura es otro mundo, lo admiramos", coinciden las dos compañeras.

En sus armarios no pueden faltar cosas tan básicas como lo son un par de vaqueros, en el caso de Clara, "además de un jersey de lana de mi madre que hizo mi abuela y que siempre guardaré, aunque no me lo ponga mucho". Paula, por su parte, dice tener siempre un abrigo de lana gordo y sus collares. "No llevo complementos, pero collares siempre. Podría ir desnuda, pero nunca sin un collar". No olvidan mencionar el chubasquero y las capuchas entre risas, haciendo referencia a la meteorología del País Vasco.

Ahora esperan que Númeronueve deje de sonar como un número y pase a ser un nombre. "El nueve es el último número, se encuentra entre el principio y el final, representa el cambio", indican las dos, cambio que ya están experimentando estas jóvenes promesas del diseño textil.