Pamplona. Después de firmar el largometraje de ficción La buena nueva, la directora navarra Helena Taberna afronta un nuevo proyecto, esta vez desde el formato del cine documental, en torno al crimen de la joven Nagore Laffage, cuya muerte a manos del psiquiatra de la Clínica Universitaria José Diego Yllanes Vizcay el 7 de julio de 2008 conmocionó a la sociedad vasca.

Precisamente, estos acontecimientos vuelven a estar de actualidad estos días, ya que el pasado martes quedaron vistos para sentencia los seis recursos de apelación presentados tanto por la defensa como por las acusaciones particular y populares contra el fallo dictado en noviembre de 2009 por la Audiencia Provincial de Navarra, que condenó a 12 años y medio de prisión a Yllanes al considerarlo culpable de un delito de homicidio, que no asesinato, con la agravante del abuso de autoridad y con dos atenuantes: reparación del daño e intoxicación etílica. Antes de que el tribunal estudiara las apelaciones, Asun Casasola, madre de la joven de Irun, volvió a pedir en una rueda de prensa celebrada en Pamplona justicia para su hija y dijo tener confianza en que, a través de los recursos, la sentencia de homicidio se cambie por la de asesinato.

Sin duda, este caso ha tenido una gran dimensión mediática en los últimos meses, pero, para Helena Taberna, hay muchas cosas que la prensa no ha contado, de ahí que el documental sea una buena herramienta para "profundizar". Ésa es la intención principal de la realizadora, que confiesa haberse "impresionado mucho" con el crimen. "Desde que conocí la noticia, me iba rondando por la cabeza", cuenta, y añade que esta historia tiene una mezcla de dificultad y atractivo fruto de su larga exposición en los medios, pero también por lo delicado del tema.

Por eso, cree que "puede resultar muy interesante reconducirla a través del documental, profundizando en aspectos que no se han abordado hasta ahora". "Los medios han jugado un papel muy importante, pero, como todo en la vida, esto también ha tenido su lado bueno y su lado no tan bueno".

Lo bueno, apunta, es que proporcionaron mucha información; lo malo, la inmediatez con la que se normalmente se ven obligados a trabajar, lo que impide el análisis y la reflexión. "Afortunadamente, existen otros recursos, en este caso el cine documental, que permiten ahondar más en las cosas y conocer lo que habitualmente no se cuenta", señala la autora de Yoyes.

Su memoria En este sentido, Nagore, que así se titulará la película promovida por Lamia Producciones, reflejará los distintos aspectos del caso y, por tanto, reproducirá las partes importantes del juicio e incluirá entrevistas con las diversas partes implicadas en el proceso y con expertos y colectivos que trabajan contra la violencia de género. Y es que, este caso "trasciende lo particular para convertirse en universal", dice Helena Taberna, que elogia el papel que ha jugado durante todo este tiempo Asun Casasola: "Es una persona extraordinaria, porque más allá de pedir justicia para su hija, ha peleado mucho para que la historia se conozca y sirva, en ese sentido, para que no les pase lo mismo a otras mujeres". Asun, continúa Taberna, "es un personaje con una gran fuerza narrativa y ha conseguido algo tan difícil como que sus peticiones hayan sido apoyadas tanto por las instituciones como por los ciudadanos de a pie".

la luz Por todo ello, los testimonios de la madre de Nagore serán el hilo conductor del relato cinematográfico que prepara la realizadora alsasuarra. "Sus palabras son muy importantes porque a través de ellas conoceremos cómo era Nagore", y su memoria no quedará reducida a una trágica noticia. Y es que, a través de las entrevistas, Casasola, otros miembros de su familia, sus amigas y sus compañeros de trabajo, entre otros, también "nos contarán qué luz tenía, qué le gustaba...", en definitiva, quién era antes de que Yllanes le arrebatara la vida.

Helena Taberna tampoco obviará la dimensión social del crimen. "El hecho de que pasara en mi ciudad, me permite reflexionar de otras cuestiones que, sin duda, han estado encima de la mesa desde que se conoció lo sucedido", y se refiere a temas como las diferencias entre clases sociales, pero también al origen de la violencia en general y a la que se ejerce contra la mujer en particular. En este sentido, y como acostumbra a hacer en sus trabajos, "más que dar respuestas, me propongo hacer preguntas para intentar comprender".

En cuanto a los plazos, la directora prefiere no darse prisa y trabajar con tiempo. A diferencia de lo que ocurre en el caso de la ficción, el documental va marcando sus propios ritmos y "el guión se escribe sobre todo en la mesa de edición", aunque reconoce que durante el rodaje "sí tienes un punto de intuición que te va diciendo por dónde ir y que te va llevando a lo que al final puede interesarle a la gente".