Philippe Gilbert no podía echar un borrón en su obra maestra, y en Ans puso el broche de oro a la trilogía de las Ardenas al enlazar en ocho días la Amstel Gold Race, la Flecha Valona y, ayer, la Lieja-Bastoña-Lieja. Una semana mágica que solo Davide Rebellin, en 2004, había protagonizado. El valón ató en corto la Decana tras maniatar a Frank y Andy Schleck, que lo escoltaron en el podio. Los luxemburgueses rompieron la carrera en Roche aux Faucons, donde solo el belga siguió su estela, y después protagonizaron un tratado de impotencia, sobrecogidos por un Gilbert colosal que vivió “el día más bonito de mi carrera. Ha sido una semana increíble y hoy -por ayer- era el día más importante y no podía permitirme ningún error”.

No lo cometió, y pudo cumplir “un sueño” que empezó a tomar forma en 1992, cuando aún no tenía los diez años de edad en las cunetas de la Redoute, cuyas rampas arrancan en Remouchamps, la localidad de Gilbert. La Lieja cumplía su centenario, y Philippe aguardaba al pelotón junto a su padre, Jeannot, y su hermano mayor, Christian. La familia Gilbert vio pasar escapados a Dirk de Wolf -a la postre vencedor- y Steven Rooks -segundo-, y aquella imagen quedó grabada en la retina del valón, a quien en su etapa junior y en su único año como sub’23 le dirigiría el propio De Wolf, actual técnico del Omega Pharma-Lotto, equipo que se vació para su líder.

Con los recitales de Gilbert en el Cauberg y Huy en el recuerdo, los favoritos no podían aguardar a jugársela con el belga en Saint-Nicolas, la cota que surca el barrio italiano de Lieja, por lo que la clásica comenzó a cocerse entre la cadeneta de cotas de Wanne, Stockeu y Haute-Levée, con 90 kilómetros por delante.

Ahí, con la carrera lanzadísima y diez hombres en fuga casi desde salida -incluido el neo Jesús Herrada (Movistar)-, los equipos fueron lanzando peones, pero la Redoute (km. 220) solo filtró a siete de ellos, que coronaron con 48 segundos de renta cuando a pie de puerto tenían 1:40 sobre un pelotón tirado por Jakob Fuglsang (Leopard): Kanstantsin Sivtsov (HTC), Enrico Gasparotto (Astana), Greg Van Avermaet (BMC), Jérôme Pineau (Quick Step), Biel Kadri (Ag2r), Juanma Garate y Laurens Ten Dam, lugartenientes de un Rabobank que trabajó para Robert Gesink pero Paul Martens y Óscar Freire serían sus mejores hombres.

Euskatel-Euskadi -que colocó a Samuel Sánchez décimo y a un activo Igor Antón, 14º- trabajó con Gorka Verdugo e Iván Velasco camino de Roche aux Faucons (km. 236), donde en 2010 se fueron Alexandre Vinokourov y Alexandr Kolobnev. El kazajo no tuvo suerte ayer, pues una avería le obligó cambiar su bicicleta por la de Maxim Iglinskiy, justo tras el ataque de Frank Schleck, al que respondieron Andy y Gilbert. Purito Rodríguez los vio salir, pero no tuvo piernas para irse con ellos.

De la fuga, solo Van Avermaet aguantó a Gilbert y los Schleck. A 14 kilómetros de meta disponían de 24” sobre el primer pelotón, del que solo tiraban Dani Moreno (Katusha) y Gasparotto, por lo que el hueco se fue agigantando a cada metro.

Con Avermaet siempre a rueda y a punto de caer como fruta madura, Gilbert y los Schleck acompasaron sus relevos. El abecé recoge que en un dos contra uno el dúo debe alternarse en constantes ataques para evitar el sprint, sobre todo si el rival es infinitamente más rápido. Posiblemente, nunca habrían soltado a Gilbert, pero ni siquiera lo intentaron. Incluso, el valón demarró en Saint-Nicolas -donde se quedó Avermaet- y Andy perdió unos metros. El pequeño de la saga se rehízo y en los últimos 5 kilómetros relevó a Gilbert, con Frank siempre a cola del trío. La lógica esperaba un ataque aunque fuera para la galería del hermano mayor en la rampa de Ans, pero no llegó. “Me quito el sombrero ante los hermanos Schleck, que tomaron sus responsabilidades en la fuga”, valoró Gilbert. Un modo sibilino de confesar que le llevaron en carroza hasta su coronación como rey ardenés.