Es la letanía pretextada en 2022 para levantar el macro proyecto del Basque Culinary Center en el barrio Gros de Donostia. Que si la fusión del arte con la gastronomía y la tecnología, que si conectará el barrio con el corredor ecológico urbano, que si contribuirá al desarrollo urbanístico de Gros. Total, 9.000 metros cuadrados del mejor terreno y 26 millones del ala.
Ya teníamos las Rocas Varadas del Kursaal y ahora tendremos el Camino de las Olas de Manteo. ¿Y a qué viene todo esto?, se preguntará el lector. Pues, si lo comparamos con un proyecto tan grandioso, a una ñoñería insignificante: el día 22 de diciembre cortan la luz y se cierra Zabaltza, el hogar del jubilado del barrio, por incumplimiento de la normativa vigente después de tropecientos años, dice el Ayuntamiento. En todo Gros no tiene otro espacio de parecidas características y, ¡hala!, bienvenidos a las frías calles. Así de sencillo.
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En un barrio convertido en el punto folclórico de Donostia, ¡hala!, a charlar en un banco con un bocata. En donde se celebra desde el Zinemaldia hasta la Musika Hamabostaldia pasando por acontecimientos de surf, ¡hala!, a trabajar la memoria al Chofre. De risa. Queda para la historia aquella frase tan mítica como mentirosa: “El cuidado de nuestros mayores”, y blablablá, blablablá, blablablá. En un mundo que desperdicia millones de toneladas de alimentos, mientras otros cuantos millones mueren de hambre, 26 millones para estudiar cómo tragar más finamente y la puñetera calle para que cien almas viejas se junten a charlar, compartir, leer el periódico, quizá algunas a comer un menú sin finura. Gracias alcalde, con su pan elaborado en suntuoso horno de piedra orgánica se lo coma.
