i la corporación bufa del Kabi Alai se asomó al balcón consistorial para saludar a una plaza Zaharra abarrotada, ni las txilabas inundaron las calles, ni sonaron las txarangas de las sociedades, ni los bares sirvieron pintxos de txistorra, ni hubo vaquillas en la plaza de toros. Sencillamente, porque ayer en Tolosa no hubo Jueves Gordo.

Desde primera hora de la mañana, una sensación de tristeza compartida se dejaba ver tras las mascarillas en los rostros de los y las tolosarras, como si no pudiesen creer que el maldito virus les hubiese robado su Carnaval. "Ni Franco lo consiguió", espetaban algunos.

Con los balcones sorprendentemente poco adornados, en una especie de pacto tácito por temor a no levantar la liebre, "por si acaso", ayer Tolosa parecía un jueves más, un jueves como cualquier otro. Más allá de los niños y niñas que salían de las escuelas ataviados con sus txilabas y algún otro rastro del disfraz del festival escolar, ninguna señal hacía indicar que el calendario marcaba el 11 de febrero de 2011: Ostegun Gizen.

Algunas cuadrillas, sobre todo jóvenes, no se resistieron a juntarse en las terrazas para comer, ordenadas en mesas de cuatro. Muchos bares y restaurantes tienen reservas desde hace semanas de comidas, dicen, hasta el martes. No en vano, parte de los y las tolosarras tienen días de vacaciones, los colegios cierran durante una semana y algunas empresas tenían pactado hace tiempo el calendario.

La extraordinaria presencia policial era lo único que dejaba entrever un atisbo de excepcionalidad. Efectivos de la Ertzaintza y la policía municipal vigilaron la estación y el apeadero del tren para que nadie se colara en Tolosa sin motivo justificado. Hasta el Miércoles de Ceniza será la tónica general. También estarán custodiados todos los accesos y salidas, ya que sigue vigente el cierre perimetral del municipio.

Varios grupos de educadores, vestidos con bata blanca, también recorrieron ayer las calles de Tolosa. No eran disfraces, no se despisten, su objetivo será los próximos días informar a la ciudadanía de las normas a cumplir y las restricciones que están vigentes.

Reconocía esta semana la alcaldesa de Tolosa, que percibía dos corrientes de opinión en la población: los que prefieren "no hacer nada de nada, ni decorar balcones, como sintiendo una especie de fobia o tabú", y los que no se resisten a hacer "un guiño al Carnaval". En un lado o en otro, el Carnaval de 2021 pasará a la historia como el Carnaval del covid o el no Carnaval. Un Inauteriak insólito, que nadie podía imaginar.