l pasado 30 de julio fue uno de los peores días en la vida de Roberto Sobrón. Era un caluroso jueves y se disponía a afrontar la última jornada de trabajo antes de las vacaciones de verano, cuando todo se truncó. A las 8.15 horas recibió la fatal llamada de la Policía municipal de Eibar: su único hermano, Jon, había resultado herido muy grave tras ser atropellado por un coche.

"Eran las siete y algo de la mañana, pero estaba ya de día. Estaba en el paso de cebra de la gasolinera de Amaña, la de la universidad laboral. Es una zona en la que hay que ir a 30 -kilómetros por hora- y una mujer, que al parecer no le vio, se lo llevó por delante. El impacto fue brutal. Salió despedido varios metros y se dio un fuerte golpe en la cabeza", resume dos meses y medio después del fatal suceso. "No sé si se despistó o qué pasó, pero se lo llevó por delante", retrata.

Se da la circunstancia de que en el momento en el que ocurrieron los hechos pasó por allí la mujer de Roberto. "Vio que estaban atendiendo a una persona, pero no se dio cuenta de que era mi hermano", cuenta Roberto.

Jon Sobrón fue atendido de inmediato por los servicios de emergencias, pero ingresó en el Hospital Donostia en situación de muerte cerebral y, finalmente, falleció en este centro hospitalario tres días después, el 2 de agosto, después de disponer todo lo necesario para el trasplante de sus órganos.

Para su hermano Roberto no es fácil revivir aquel momento, pero se ve en la obligación de hacerlo, sorprendido de que tanto tiempo después la gente siga parándole en el pueblo preguntándole por Jon. Y es que según lamenta la familia, el fallecimiento de Jon no llegó nunca a publicarse en los medios de comunicación ni figura como víctima de accidente de tráfico en las estadísticas, por lo que muchos conocidos no saben todavía lo que le ocurrió al mayor de los Sobrón. "Quiero que se sepa cómo murió mi hermano. En septiembre la gente me preguntaba a ver qué tal habíamos pasado las vacaciones. No se habían enterado. Nadie ha sabido nada, incluso hubo gente que se enteró de lo que pasó en el propio entierro. Me ha llamado gente para darme el pésame y preguntarme si mi hermano estaba enfermo o si había sido por el COVID-19. Es una situación muy dura", confiesa Roberto, que apenas ha tenido tiempo de recuperarse de la noticia.

Los dos hermanos, recuerda, eran "muy distintos", pero tenían una magnífica relación. "Pasábamos doce o trece horas al día juntos", cuenta Roberto, que trabajaba codo con codo con su hermano Jon en el taller de corte de material como aceros o aluminios que ambos tenían en Ermua. Jon era muy familiar y, tras años cuidando de su madre enferma, con el fallecimiento de ésta se había involucrado mucho en la vida familiar de Roberto. "Venía a comer y a cenar a casa e iba a pasar 15 días de vacaciones con nosotros", relata.

Su hermano recuerda que era una persona "introvertida", además de un hombre "trabajador, muy tranquilo", al que le gustaba "pasear ir al monte, ir a la playa, sobre todo a la de Deba, estar con su cuadrilla en el pueblo, ver el fútbol...". Pero si por algo se desvivía Jon era por sus sobrinos. "Hacía años que venía a ver los partidos de fútbol de mi hijo... Tenía mucha ilusión con ellos", explica.

Han pasado dos meses y medio desde lo ocurrido y Roberto trata de retomar una normalidad en la que cada día nota la ausencia de su hermano. "Imagina lo que ha sido volver al taller", expresa. Pero cree que para curar la herida es necesario que la gente sepa lo que le pasó a Jon y no tener que revivir así una y otra vez un accidente que durante dos meses y medio ha permanecido en silencio.

Roberto Sobrón perdió a su hermano el 2 de agosto, tres días después de que fuera atropellado en un siniestro que no se hizo público