ifícil de imaginar hasta que se tiene delante. Ir a Ordizia ayer por la tarde era como volver atrás en el tiempo. Calles desangeladas, parques y edificios públicos cerrados y, en la vía pública, uso generalizado de la mascarilla, la gran olvidada por la población vasca en la desescalada. "Se están viendo mascarillas como no se habían visto hasta ahora", aseguraba ayer un vecino. Un municipio autoconfinado, sin imposiciones, tratando de blindarse ante la "incertidumbre", ante el temor de un confinamiento perimetral o medidas más severas. "Nervios" y también "miedo" entre sus vecinos. Miles de personas con los dedos cruzados. Y todos los focos sobre ellos.

Como si hubiese sonado el despertador de la anunciada nueva normalidad, los poco más de 10.000 habitantes de Ordizia amanecieron en otro escenario, otra realidad, y se convertían, a los ojos ajenos, en los extras de una superproducción cinematográfica que hubiese desembarcado en el corazón de Goierri. El ensayo general de un rebrote. Un escenario inédito.

Lejos quedan las "no fiestas de Santa Ana", que debían comenzar en solo nueve días. Adiós a las buenas intenciones de los hosteleros para limitar el horario en esas fechas. Habían pactado reducir el horario nocturno, motu propio, de 4.30 a 2.00 horas, así como controlar el volumen y el tipo de música. Eso era antes del brote. Ahora el mando lo toma Nekane Murga, la consejera de Salud. Y probablemente la Policía Local y la Ertzaintza.

Las fiestas habían sido suspendidas por el Ayuntamiento, pero el espíritu festivo subyacía en el pueblo; son las primeras fiestas veraniegas de la comarca, sin clases, superada la Selectividad, sin preocupaciones, con buen tiempo. Territorio joven... Al traste todo.

"Había muchas comidas reservadas para los días de fiesta (17, 18, 24, 25, 26 y 27 de este mes), pero muchas cuadrillas las están cancelando. Acabo de estar con un hostelero que le han cancelado una comida de 20 personas", reconocía a este periódico Aitor Velázquez, técnico de comercio de la asociación de comerciantes Ordizian. "En las tiendas también se ha notado mucho bajón. Anda muy poca gente", aseguraba. "Los comercios están resintiéndose".

Sin visitantes de los pueblos vecinos, cautelosos, y con "medio Ordizia confinado", el pueblo respiraba al son del coronavirus. Preocupado. Decenas de personas haciendo cola para que sanitarios protegidos hasta los dientes les hiciesen una prueba "desagradable". Y luego, a casa. Bares cerrados por iniciativa propia, otros muchos abiertos en diferentes zonas del pueblo, inconexo, después de la bomba que cayó el domingo a la noche en pleno centro de la villa, en la calle Etxezarreta, una zona hostelera con bares de ocio nocturno y de comidas también. Pegada al Ayuntamiento, a la plaza, a la estación de tren, a todo.

Las cifras lo dicen todo. 1.700 pruebas PCR, unas 1.500 realizadas a vecinos del pueblo, el 15% de una población de 10.000 habitantes. Muchos jóvenes, sí, y también padres con hijos preadolescentes y jóvenes. Decenas de padres y madres de baja en sus trabajos y confinados en casa durante unas horas, hasta conocer los resultados de su prueba. Pegados al móvil. Inquietos.

Y otros muchos, haciendo cábalas. Quinielas, llamando a amigos, preguntando qué tal les ha ido la prueba. "Un amigo de mi hijo pequeño tiene un hermano de esa edad", decía ayer un vecino apuntando a unos adolescentes. "Acabo de hablar con el padre y me ha dicho que ha dado negativo, pero claro, si te paras a pensar, el mayor ha estado en el bar, pero su hermano pequeño ha estado con mi hijo... y este conmigo, y yo ayer comí con mis padres. Todo es una cadena... Nosotros nos vamos a quedar en casa tranquilitos, al menos unos días", explicaba otro vecino a este periódico.

"Es un desastre, están diciendo que hay positivos confirmados ya en distintas cuadrillas del pueblo", se lamentaba otro hombre, padre de dos hijos. Los nombres de los supuestos infectados corrían de boca en boca. El propio alcalde de Ordizia, Adur Ezenarro, reconocía ante los medios, nada más conocer los primeros datos que dio la consejera Nekane Murga en una rueda de prensa al mediodía, que "la información nos está llegando de abajo arriba", de los propios vecinos.

Las cifras que arrojó la consejera de Salud daban una de cal y otra de arena. Por un lado, satisfacción porque los trabajadores de los otros tres bares cerrados habían dado negativo. Un "alivio", dijo el alcalde. Por otro, se confirmaba que los datos de la noche anterior, ningún positivo entre los primeros 91 análisis, eran un espejismo. Ya había 14 entre nuevos positivos tras analizar 707 test, un 2%, y restaban otro millar de resultados.

La respuesta del Ayuntamiento de Ordizia fue inmediata: parques infantiles cerrados, de nuevo con la cinta de precinto. Operarios municipales informando del cierre a los pocos ordiziarras que paseaban con niños cerca de esos parques. Suspendida la feria, la azoka de los miércoles, como era previsible, aunque se podrán realizar compras por teléfono y online a los vendedores de los puestos.

Cerrados también el polideportivo Majori, las piscinas, y la biblioteca. Ya habían quedado temporalmente suspendidos los udalekus municipales que organizó el Departamento de Euskera del Consistorio, que debían arrancar precisamente el lunes y tenían previsto alargarse hasta el día 24, con niños desde los cinco hasta los once años. Ni qué decir que el pintxopote de hoy queda suspendido.

"De momento, son medidas de anticipo, porque no sabemos a lo que nos estamos enfrentando. Hemos intentado anticiparnos todo lo que hemos podido. Lo que tenemos que hacer es cerrar cuanto antes, plegar velas", insistía el alcalde, Adur Ezenarro, quien hizo un llamamiento a la gente de Ordizia para que "hagan un autoconfinamiento, que salgan lo imprescindible" y recordó que "el uso de la mascarilla es obligatorio. Hasta asegurarnos que los resultados de nuestra PCR son negativos, por favor, hay que intentar proteger a toda la gente que nos rodea", dijo.

Ezenarro reconoció que "sabíamos que era prácticamente imposible" que, con tantas pruebas realizadas, y en una "zona tan concurrida", que el 100% de los casos fuesen negativos, como sucedió con los 91 primeros test analizados.

En los pueblos vecinos, Beasain, la población con más habitantes de Goierri, unos 14.000, menos mascarillas que en Ordizia. Muchas menos, pero respeto casi escrupuloso en el interior de los establecimientos. Parques abiertos, pero menos gente de lo habitual.

"Hasta asegurarnos de que nuestra PCR es negativa, por favor, hay que proteger a la gente que nos rodea"

Alcalde de Ordizia