El primer ministro francés, Édouard Philippe, se ha mostrado favorable a la apertura de las fronteras internas europeas "desde el 15 de junio, si la situación sanitaria lo permite y sin cuarentena para aquellos viajeros que procedan de países europeos". Eso sí, el primer ministro galo, que este jueves por la tarde ha anunciado una serie de medidas en la desescalada francesa, ha avisado que Francia "actuará con reciprocidad con los países que mantengan sus fronteras cerradas o decidan aplicar una cuarentena" a los ciudadanos franceses.

Esta declaración sitúa la pelota sobre el tejado del Gobierno español, que a comienzos de semana avanzó que levantaría la cuarentena a los viajeros a partir del 1 de julio, quince días después a lo que está dispuesta Francia. Esta decisión tiene especial relevancia en la muga, ya que el París redujo hace más de un mes la casi veintena de pasos entre Gipuzkoa, Nafarroa y los Pirineos Atlánticos a apenas seis.

El comienzo de la desescalada a ambos lados del Bidasoa ha provocado que trabajadores transfronterizos necesiten emplear hasta una hora para trayectos en los que necesitaban apenas diez minutos. Ante esta realidad, el propio Gobierno Vasco y los alcaldes de Irun y Hendaia han reclamado cambios.

Este jueves se ha conocido que, en la línea de lo que ya le dijo en la reunión del domingo con presidentes autonómicos, el lehendakari, Iñigo Urkullu, ha enviado una carta al jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, en la que le pide la ampliación de la movilidad de los habitantes de las regiones de Nueva Aquitania, Euskadi y Navarra para permitir el tránsito por relaciones familiares, socioeconómicas y sanitarias durante la pandemia del coronavirus.

Según ha confirmado a la agencia Europa Press el Gobierno Vasco, la propuesta es que se permita la movilidad en los casos relacionados con los proyectos transfronterizos financiados por la eurorregión o entidades de naturaleza similar.

En la carta, que el presidente de Nueva Aquitania, Alain Rousset, ha remitido al propio Édouard Philippe, también se pide autorización para que puedan traspasar la muga los residentes de zonas próximas a la misma que tengan relaciones cotidianas en ambos lados, así como en supuestos familiares, socioeconómicos y sanitarios, tanto para consultas médicas como paramédicas, como sucede con muchos habitantes de Irun, Hondarribia y Hendaia, pero no de ocio.

En la misiva, Urkullu plantea asimismo que se aborde en qué momento de la desescalada "habrá que propiciar la movilidad" de las personas entre Navarra y Euskadi en determinados supuestos.

Semanas con atascos

La movilidad de la ciudadanía en zonas como la Eurorregión Euskadiquedó restringida a la mínima expresión hace más de un mes, cuando el Estado francés redujo los pasos entre Gipuzkoa y Nafarroa, con el departamento de los Pirineos Atlánticos de casi una veintena a 6, entre los que se encuentran el Puente de Santiago, el de la autopista, el de Dantxarinea, Luzaide-Valcarlos-Arnegi y el túnel de Somport.

Hasta entonces, la movilidad entre ambos lados del río Bidasoa se había visto afectada, aunque en mucha menor escala. Los desplazamientos se habían reducido a los imprescindibles, y desde el estado de alarma decretado tanto por La Moncloa como por El Elíseo, los justificantes se convirtieron en más que recomendables y hasta obligatorios desde el 10 de abril para todo aquel que quisiera entrar en suelo galo.

En las últimas semanas, tanto el propio lehendakari y la presidenta navarra, María Chivite, como los alcaldes de Irun y Hendaia, José Antonio Santano (PSE) y Kotte Ecenarro (PSF), han reclamado a ambos gobiernos centrales la reconsideración de los cierres fronterizos. Una realidad motivada en buena medida por la desescalada, que ha provocado que parte de la ciudadanía guipuzcoana que vive en Iparralde deba desplazarse a diario al sur del Bidasoa.

"He llegado a tardar hora y media en cruzar la frontera", aseguraba en este mismo diario Ofelia Aramburu, una bidasotarra que reside en Hendaia pero trabaja en Hondarribia, y que debe cruzar sobre el Bidasoa al menos dos veces al día. La suya es una de las miles de vidas transfronterizas que desde la desaparición de las aduanas hace más de 25 años se han convertido en habituales en este entorno y que con los estados de alarma se han visto dificultados.