EL fenómeno no es nuevo, así que a nadie ha sorprendido que detrás del devastador incendio de Trintxerpe se encuentre, casi con total seguridad, la inconsciente manipulación de material pirotécnico. Durante los últimos años la fiesta de Nochevieja ha dado pie a que los amantes de las explosiones de ruido y los fuegos de artificios den rienda suelta a su afición. Es una moda que ha ido a más en Gipuzkoa y que no se reduce a zonas concretas. Se ha expandido por todas las localidades y barrios sin distinción.

Curiosamente, se trata de una noche en la que ni ayuntamientos ni otras instituciones organizan actos especiales, mucho menos el lanzamiento de fuegos artificiales, reservado casi siempre a las fiestas patronales. Pero no cabe duda de que se trata de un peligroso hábito que, en ocasiones, tiene consecuencias gravísimas.

La manipulación de material pirotécnico entraña un grave peligro, no solo para la seguridad de quienes utilizan petardos y cohetes, sino que también supone un evidente riesgo para terceras personas, dada la imprevisible trayectoria que pueden seguir estos artefactos.

Durante estas fechas, las instituciones hacen llamamientos para que los ciudadanos hagan compras navideñas responsables y seguras, pero son una excepción quienes llaman a extremar las precauciones por el uso de elementos pirotécnicos. El Ayuntamiento de Donostia (también el de Bilbao), es una de esas excepciones, ya que el pasado 20 de diciembre difundió un comunicado para advertir de las consecuencias que puede suponer la manipulación de este tipo de material. El Consistorio es consciente de que en los últimos años se ha registrado un incremento de uso de estos artilugios, por lo que durante estas fechas ha activado un "riguroso control" que puede acabar en una multa en el caso de los adultos o una llamada a los padres en el caso de los menores.

Además de controlar la utilización de este tipo de material, la Policía local donostiarra también refuerza en navidades la supervisión de los comercios que están autorizados a vender material. De hecho, durante un control preventivo que llevó a cabo a primeros de 2013, requisó 36 toneladas de material pirotécnico (36.823 kilos). La Guardia Municipal decomisó 12.417 unidades de material, de las cuales 2.659 eran bengalas y petardos retirados por "uso indebido" y otras 9.758 eran artículos que estaban a la venta de forma irregular. Ya entonces, la Policía municipal había constatado un aumento del uso de material pirotécnico, un práctica que está prohibida en la vía pública, según se recoge en la Ordenanza de Civismo del Ayuntamiento de la capital guipuzcoana. Expresamente, se señala que se prohibe el manejo de "petardos, bengalas o cualquier instrumento o artilugio que proyecte objetos".

El incremento de los controles que realizan las autoridades no ha impedido que crezca al mismo tiempo la venta de material, sobre todo a través de Internet. Pese a que está prohibida la adquisición de cohetes y petardos mediante la venta ambulante, por correspondencia, por Internet y con servicio a domicilio, se recurre a la Red para burlar los requisitos legales que se establecen a la hora de comprar material.

La variedad de productos pirotécnicos que se ofrecen en Internet es amplia (Cohete borracho, petardo trueno rojo, cohetes air force, superpetardos valencianos, mortal storm), a lo que en los últimos tiempos hay que añadir las conocidas como baterías. Se trata de cajas pequeñas que, con un solo encendido, permiten disparar de manera automática numerosos artefactos. Por ejemplo, la batería Delirium ofrece la posibilidad de lanzar "dieciséis disparos con estela de color y efectos de carcasitas verdes, rojas y flash".

Además del recurso a Internet, desde hace tiempo en Gipuzkoa existe la costumbre de acudir a un comercio de Hendaia, cercano a la estación de tren, para aprovisionarse de todo un arsenal pirotécnico para celebrar la llegada del nuevo año.