- Los gernikarras llevaron a cabo ayer la conmemoración más íntima del bombardeo de Gernika-Lumo que se recuerda. Aunque finalmente se mantuvo el programa previsto por el Ayuntamiento, las recomendaciones sanitarias por la pandemia del coronavirus motivaron que los actos en recuerdo del 83 aniversario del ataque aéreo del 26 de abril de 1937 se efectuaran sin público. La jornada transcurrió con la ciudadanía sumida en el recogimiento y con los balcones como protagonistas, especialmente durante el toque de las campanas y la sirena a las 15.45 -hora en la que comenzó el bombardeo- y la abortada procesión de las velas, ya caída la noche.

Aunque pendió la amenaza de suspensión, y finalmente hubo que adoptar medidas para que un menor número de representantes institucionales tomaran parte en los actos, Gernika-Lumo pudo honrar a sus víctimas, con centenares de ikurriñas con crespones negros instaladas en los balcones. No fue una conmemoración en estado de normalidad, pero ya desde la mañana se desarrollaron los actos organizados sin sobresalto alguno. El primero fue el homenaje a José de Labauria, alcalde de la villa en tiempos del bombardeo. Allí acudieron miembros del Ejecutivo local, como la teniente de alcalde María Uribe (PNV) y el concejal José Ramón Buli Bilbao (EH Bildu), para depositar un ramo en su busto. Posteriormente, la comitiva enfiló hacia la escultura de George Steer, el periodista británico que dio a conocer el terrible bombardeo de los aviones de la Luftwaffe nazi y la Aviazione Legionaria fascista italiana a través de sus crónicas en el periódico londinense The Times, donde hicieron lo propio.