¿Cómo se presenta el director del Zinemaldia a una edición tan redonda como la 70?

Igual que a la 69 (ríe). Este año tiene tres cosas diferentes. Por un lado celebramos el 70 aniversario, algo que no me preocupa especialmente aunque tenemos cositas especiales. Lo que sí es muy importante es que después de dos años de pandemia volvemos a intentar hacer un festival normal sin ningún tipo de restricción. Es importante porque hay que recuperar sponsors, fiestas, las salas al 100% con todo lo que eso supone: las bajadas de las escaleras, las alfombras rojas... Y en tercer lugar, dentro de la sección de industria Spanish Screenings hemos conseguido unos fondos europeos a través del ICAA y vamos a reforzar lo que teníamos de Zinemaldia & Technology y también el encuentro de inversores, que va a ser al primer nivel internacional, donde se van a presentar diez proyectos, entre los que se encuentra uno de Asier Altuna, y donde también hay un espacio para una veintena de nuevos talentos.

El problema de la 70 edición... es que cinco años después llega la 75.

No hemos sido amigos de grandes fastos. Fundamentalmente hemos organizado la exposición por el 70 aniversario en Tabakalera, que está pensada para el público de Donostia. Animo a la gente que no haya ido a que vaya porque se lo va a pasar bien. En diciembre, por otro lado, presentaremos nuestro archivo con materiales rescatados, restaurados y digitalizados. Va a ver un montón de fotografías disponibles para la gente. Además van a estar todos los diarios del Festival, disponibles desde el primero. Llevamos cuatro años trabajando en el archivo y nos quedan otros cuatro o cinco de trabajo. Hasta ahora lo hemos podido financiar gracias a la Fundación Kutxa y a Lotería y Apuestas del Estado.

¿Hay algo que le ha quedado pendiente? 

El de los Premios Donostia, queríamos que hubiese habido un número mayor. Pero tenemos dos grandísimos Premios Donostia, Juliette Binoche y David Cronenberg.

"Veo difícil que haya un tercer Premio Donostia"

Juliette Binoche y David Cronenberg representan bien el equilibrio entre grandes estrellas y cineastas consagrados.

Una representa el glamur, a la actriz inteligente. Cronenberg responde a esa línea de premios que inauguramos hace unos años, que el Donostia no fuese solo glamur sino también cineastas consagrados como Varda o Koreeda. ¿Qué decir de Cronenberg? Es uno de los directores de mi vida, marcó mi gusto por el cine.

Pero, ¿no habrá un tercero? 

No lo sé. Lo veo difícil. Los que queríamos por una razón o por otra no han podido o no han querido.

¿Hay quien lo ha rechazado?

Sí, hay alguien, que puede ser que esté en Donostia, ha dicho que no porque no quiere un premio honorífico. Lo entiendo. Puede ser que lo acepte dentro de ocho o diez años. De cualquier modo, la mayor parte de los que han dicho que no ha sido por un problema de agenda.

En la rueda de prensa de presentación de la edición comentó, precisamente, que la sobreproducción derivada del auge de las plataformas dificulta cerrar presencias.

Se están produciendo dos fenómenos. Por un lado, el cine en salas no es como hace 30 años en el que dejaba muchísimo dinero a las grandes compañías. Cuando empecé hace doce años aún había grandes giras que montaban las grandes compañías con grandes presencias en la que la estrella venía en un vuelo privado y recorría Londres, Berlín, París y Donostia, por ejemplo. Cada vez son menos las películas que pueden dejarse ese dinero. Por otro lado, la industria cada vez está más ocupada: se produce más que nunca. No soy contrario a las plataformas, han traído algunos problemas pero también cosas estupendas como que toda la industria esté más ocupada. Lo noto en las presencias en general, pero en las estatales en particular.

También es cierto que las producciones son de consumo rápido. Quizá no sea rentable promocionar algo que en una semana ha sido olvidado.

Las plataformas han conseguido pedazo de mercado a base de una gran producción. Todo está ocurriendo muy rápido. Tengo la impresión de que las propias plataformas están en un proceso de repensarse y que van a producir menos y de mayor calidad. Por los debates que están surgiendo, tengo la impresión de que cada vez más materiales de calidad van a ser estrenadas en salas de cine. Eso no va a solucionar el problema de las salas de cine, que es la parte de la industria que más está sufriendo. No hay un sitio como las salas de cine, esto no se pude cambiar. Lo que hay que ver es cómo hacemos para volver a las salas y que usemos las plataformas para una segunda visión o para otro tipo de materiales que nunca verías en un cine. Los que les guste el cine y puedan deben volver a las salas, porque igual dentro de diez años es tarde. Es el momento de apoyarlas.

A diferencia de otros festivales como Cannes, el Zinemaldia no rehúsa a incluir a competición películas distribuidas por plataformas. En la Sección Oficial encontramos ‘The Wonder’, distribuida por Netflix, o ‘Pornomelancolía’ y ‘Sparta’ que llegan a través de Filmin.

Venecia y Berlín están en nuestra onda. El único que no lo hace en competición oficial es Cannes, aunque sí en otras secciones. Nosotros juzgamos películas y lo digo para todo. Mi equipo y yo juzgamos películas y decidimos cuáles incluir, que estén producidas por la forma tradicional o por las plataformas, nos da igual. La regulación de las plataformas y las salas de cine no nos compete a nosotros. Tenemos The wonder a competición, que es una película de cine-cine, aunque la haya dirigido Netflix. La película de inauguración, Modelo 77, es de Movistar+ que se estrenará encimo. No distinguimos, no debemos. Cannes tiene la presión que tiene del sector de la exhibición, pero creo que es cuestión de tiempo que incluya películas de plataformas a competición. Estoy convencido de que lo haremos todos, al igual que todos los festivales se acabarán sumando a la idea de no diferenciar los premios por géneros.

¿Es reconfortante como director que haya estrellas que acepten enseguida venir a Donostia?

El glamur es importante. El cine es un mundo de fantasía y la gente quiere conocer a sus estrellas. El Zinemaldia ha crecido mucho pero sigue siendo un festival amable. Tenemos un tamaño que nos permite tener una relación amable con las estrellas que vienen. Es muy reconfortante saber que hay gente que nos quiere y que han pasado un buen tiempo aquí. Más de un 90% se va muy contenta de aquí. Tenemos una cercanía que otros no pueden tener. Cuando tienes más de 20.000 acreditados como tiene Cannes no puedes tener un trato cercano. Nosotros con 4.000 sí podemos.

¿Es difícil conseguir presidentes del jurado como Glenn Close?

Sí, porque las estrellas difícilmente pueden comprometerse a estar diez días en un lugar. El caso de Glenn Close es maravilloso. Fue mi primer Premio Donostia. Es una delicia de mujer, amabilísima. En seguida nos respondió que estaría encantada.

"Hemos notado el aumento de los precios: un vuelo desde Los Ángeles ha pasado de costar 3.500 a 8.000 euros"

Liam Neeson clausurará el Zinemaldia. ¿Son operaciones complicadas?

Sí, muy complejas. Hace años tenías uno o dos interlocutores; ahora puedes tener hasta ocho: los agentes, los fondos de inversión, los distribuidores internacionales... La de traer a Liam Neeson con Marlowe ha sido una operación muy compleja. Hemos tardado cerca de mes y medio desde que comenzamos a hablar hasta que lo cerramos, la misma madrugada en la que lo anunciamos. Son operaciones en las que hay que contentar a mucha gente y llegar a acuerdos con mucha gente.

¿El aumento de los precios ha repercutido en el Zinemaldia?

Para que se hagan una idea un vuelo desde Los Ángeles ha pasado de costar 3.500 euros a 8.000. Los hoteles y los proveedores también han subido los precios. Está siendo complicado. El éxito económico dependerá de lo que pase en taquilla. Si la taquilla vuelve a la de 2019, saldremos bien y sino tendremos un pequeño déficit. Nada exagerado.