Escaparse a una ciudad mediterránea como Valencia en invierno sorprende al viajero que llega del norte, no sólo por su clima suave y más cálido, sino también por su naturaleza, y es que en la ciudad del Turia abundan los naranjos y mandarinos, con sus ramas repletas de frutas. Curiosamente nadie las arranca y se debe a su sabor amargo, ya que la piel absorbe los gases y la contaminación de la ciudad.

Ciutat Vella

Nuestra visita arranca en la Ciutat Vella, el centro histórico, cultural y político de la ciudad. Quien llegue en tren a la Estación del Norte ya se topa con el primer atractivo, un edificio modernista obra de Demetrio Ribes. Aunque ahora está en plena reforma en su interior, se intuyen sus sinuosas formas y elegancia.  

La pista de hielo, en el centro de Valencia, durante la Navidad. E. Jimeno

La mayoría de las calles de Valencia mantienen sus trazados originales y entre ellas se pueden descubrir verdaderos tesoros arquitectónicos. La Lonja de la Seda, que servía de punto de encuentro entre mercaderes y financieros, es uno de los edificios más emblemáticos, y refleja la riqueza floreciente del siglo XV en la ciudad. Es Patrimonio de la Humanidad desde 1996 y uno de los más famosos monumentos del gótico civil de Europa. 

La visita comienza por el jardín o patio de naranjos, y desde ahí se puede acceder a El Salón Columnario o Sala de Contratación, que destaca por las ocho columnas que soportan las bóvedas y que tienen una altura de 17,40 metros. El Torreón, una capilla y una prisión completan el conjunto.

Se puede visitar de lunes a sábado de 10:00 a 19:00, y tiene un precio de dos euros; y los domingos y festivos de 10 a 14.00 de forma gratuita.

Frente a la Lonja, en la denominada Plaça del Mercat, se encuentran el Mercado Central y la iglesia de los Santos Juanes. En días laborables y por las mañanas, el Mercado Central rebosa vida y es el mejor lugar para comprar y probar algunos de los productos mas típicos como el arroz, la horchata, fartons, los turrones... Tiene una superficie de 8.000 m2 y es un elegante edificio modernista construido por Francisco Guardia Vial y por Alejandro Soler March. 

La fachada de La Lonja de la Seda. E. Jimeno

Muy próximo se encuentra el edificio de Correos y Telégrafos, y la Plaza del Ayuntamiento, donde se celebran las famosas mascletaes en marzo. En esta época navideña está especialmente adornada y acoge una pista de hielo al aire libre.  

También son muchos los palacios que se pueden observar por la ciudad, pero si hay que quedarse con uno en este centro histórico es el Palacio del Marqués de Dos Aguas –que alberga el Museo Nacional de la Cerámica González Martí–, un edificio de estilo rococó en el que destaca una gran puerta de alabastro. 

Por último, otra visita imprescindible es la Iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir, con unas impresionantes pinturas murales en la bóveda, por las que ya muchos le llaman la Capilla Sixtina valenciana.

Barrio de El carmen

Pertenece a la Ciutat Bella, pero merece una visita calmada para pasear por sus callejuelas y plazas, llenas de bares, cafeterías, restaurantes y tiendas de moda y recuerdos. 

Ubicado en la parte noroeste del casco histórico, para acceder se puede pasar por la plaza de La Reina, junto a la Catedral, rodearla y llegar hasta la Plaza de la Virgen, donde también se encuentran la Basílica de la Virgen de los Desamparados y el Palacio de la Generalitat Valenciana. En su centro, destaca la fuente del Turia, una obra realizada en bronce y con ocho caños en representación a los 8 canales del Turia que antiguamente proporcionaban agua a la ciudad.

En este barrio también se encuentran las Torres de Serranos y las de Quart, antiguas puertas medievales que formaban parte de las murallas de la ciudad. Se puede subir a ellas para conocer su historia y contemplar la ciudad desde otro punto de vista.

La Ciudad de las Artes y las Ciencias

Aunque no se haya visitado Valencia antes ni su famosa Ciudad de las Artes y las Ciencias, casi seguro que todo el mundo sabe cómo es. Su estética es espectacular, y es que este gran complejo arquitectónico parece flotar sobre los estanques, invita a sacar cientos de fotos.  

Diseñada por el arquitecto valenciano Santiago Calatrava, es el lugar más visitado de Valencia y cuenta con una oferta de ocio científico, cultural y natural para todas las edades. Sus principales edificios son el Oceanogràfic –el mayor acuario de Europa, donde se representan los principales ecosistemas marinos del planeta–, L’Hemisferic –un singular edificio que representa un gran ojo humano y que en el interior de su gran esfera alberga una sala de proyecciones–, el Museo de las Ciencias –para conocer de forma didáctica e, interactiva todo lo relacionado con la evolución de la vida, la ciencia y la tecnología–, el Palau de les Arts –un centro cultural donde se celebran óperas, danzas, conciertos...– y CaixaForum –un espacio expositivo y divulgativo–. Es imposible ver todo en un día, así que lo mejor es escoger y dejar el resto para otra ocasión. Cada cual tiene que valorar su tiempo, sus gustos, la programación que haya en ese momento... 

La ciudad de las Artes y las Ciencias. E. Jimeno

Bioparc

Si algo define y diferencia al Bioparc de un zoo tradicionales es que los animales parece que están al alcance de la mano. Con barreras prácticamente invisibles, este parque se ha construido bajo el concepto zoo-inmersión y lleva al visitante al hábitat de los animales y no al contrario, como suele ser habitual. 

Elefantes, leopardos, lémures, hienas, jirafas, gorilas, hipopótamos... son los protagonistas para pasar un día disfrutando de una fauna poco habitual.

El jardín del Turia

Familias paseando, corredores, gente en bici... El Jardín del Turia es un parque natural urbano que se ha convertido en zona de recreo para locales y visitantes. Tiene algo más de nueve kilómetros, por lo que recorrerlo en bici es una de las propuestas más fáciles para los turistas. Además, los locales de alquiler de bicis abundan por toda la ciudad.

Una propuesta es alquilar la bici en el casco histórico y de allí salir por las Torres de Serranos y enlazar con el carril bici que lleva hasta el Jardín y andar hasta la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La excursión es de lo más entretenida y está llena de parques. Entre ellos destaca el de Gulliver, en el que una figura gigante de 70 metros –sólo desde el aire se puede observar– está tumbada sobre el suelo, y los niños, como si de liliputienses se tratara, trepan y se deslizan por toboganes colocados por todo su cuerpo. 

Los numerosos puentes que se atraviesan también llaman la atención de los turistas, y su explicación no es otra que este espacio verde está construido sobre el antiguo cauce del río Turia, que fue desviado en 1957 para evitar las continuas inundaciones que sufría la ciudad.

Con esta propuesta, que combina turismo, arquitectura, ciencia, arte, naturaleza y deporte ponemos fin a esta escapada.