Con la Asamblea Nacional francesa convertida en un rompecabezas político y la izquierda en cabeza pero lejos de la mayoría absoluta, los partidos buscan un primer ministro capaz de recabar el apoyo suficiente para poder gobernar sin ser tumbado con una moción de censura.
Acreditaciones
Por la cámara desfilaron ayer para recoger sus acreditaciones buena parte de los diputados elegidos el domingo en el Nuevo Frente Popular (NFP), el Partido Socialista (PS), la más radical La Francia Insumisa (LFI), los ecologistas y el Partido Comunista Francés (PCF). La coalición de izquierdas insiste desde que el domingo se supo que iba a ser el primer grupo de la Asamblea en que el nuevo primer ministro tiene que salir de sus filas y ha prometido proponer un candidato esta semana.
Sin embargo, afronta dos grandes dificultades: una interna por el equilibrio de poder entre sus distintos componentes para decidir de dónde saldría el primer ministro; y otra externa por la necesidad de recabar apoyos para gobernar y sobrevivir a potenciales mociones de censura.
La mayoría absoluta son 289 diputados, muy lejos de los 182 logrados por el NFP, a los que se podrían añadir varios diputados independientes de izquierda. El bloque macronista se quedó con 168; la ultraderecha y sus aliados con 143; y los conservadores de Los Republicanos e independientes de derecha sumaron 60.
Urgencia social
En ese contexto, el NFP ha asegurado por boca del socialista Boris Vallaud (uno de los nombres que más suenan para liderar el Gobierno) que “muchos” se sienten identificados con las medidas de “urgencia social” que recoge el programa conjunto que la izquierda fijó en el inicio de campaña, incluidos quienes están en el campo del presidente, Emmanuel Macron.
En declaraciones al canal BFMTV, Vallaud explicó ayer que “el Nuevo Frente Popular puede gobernar para tomar esas medidas”, con el respaldo de una Asamblea Nacional que haga valer el espíritu de “frente republicano” contra la extrema derecha.
A su juicio, las decisiones urgentes que tomaría la coalición de izquierdas, como elevar el salario mínimo o medidas para mejorar el poder adquisitivo de los franceses, no deberían provocar una moción de censura.
Entre los ecologistas, su secretaria nacional, Marine Tondelier, defendió que es más importante sacar el programa adelante que la cuestión de quién ocupa qué cargo.
Hay socialistas como Vallaud o el primer secretario, Olivier Faure, que suenan con más posibilidades de generar respaldos para el puesto de primer ministro que un aspirante de La Francia Insumisa (LFI).
Rechazo a LFI
En el campo macronista, sin embargo, la resistencia a apoyar un Gobierno que incluya, y más todavía que pueda estar liderado, por La Francia Insumisa de Mélenchon, es muy alta. “No queremos trabajar con La Francia Insumisa, que durante años ha mostrado que prefiere hacer que la Asamblea no funcione, en lugar de que funcione. Hay fuerzas en todo el arco político republicano que pueden trabajar juntas”, dijo ayer Roland Lescure, secretario de Estado de Industria y Energía.
Vallaud replicó al macronismo que los insumisos renunciaron a candidaturas para favorecer a aspirantes macronistas en las circunscripciones electorales donde lideraba la ultraderecha de Marine Le Pen. “Si queremos unir al país –advirtió el líder del grupo socialista en la Asamblea– no podemos excluir”.
Por su parte, figuras del macronismo procedentes de la derecha conservadora como el ministro de Interior, Gérald Darmanin, creen que la apuesta debe ser más hacia la “derecha republicana”. Aunque tampoco se lograría la mayoría absoluta sin incluir a Marine Le Pen.