Más de una decena de países han notificado en los últimos meses a Bruselas la imposición de controles en fronteras interiores, lo que implica límites en la teórica libre circulación del espacio Schengen. El Gobierno esloveno ha sido el último en anunciarlo, confirmando este jueves controles para vigilar las llegadas desde Hungría y Croacia a partir de este sábado.

También Italia aplicará desde el sábado más controles, con argumentos tales como la presión migratoria y el posible aumento de la violencia derivada del conflicto en Israel y Hamás. Las alusiones a la inseguridad y a la inmigración forman parte igualmente de los alegatos planteados por otros países como Dinamarca, Austria, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Suecia, Polonia, Francia y Noruega, que no forma parte de la UE pero sí del espacio Schengen.

De todos ellos, media docena, incluidos Francia y Alemania, mantienen de manera sistemática estos controles desde 2015 a pesar de que las reglas de Schengen lo limitan a un máximo de dos años en situaciones muy excepcionales y de los avisos de Bruselas asegurando que tomará medidas si no cambian los controles por medidas alternativas que no afecten a la libre circulación.

En cuanto a la duración prevista de estos controles, en algunos de los casos el horizonte se retrasa ya a abril y mayo de 2024, a pesar de que la propia Comisión Euroepa establece que deben aplicarse ante una amenaza concreta y durante "el tiempo mínimo necesario".

El repunte en la llegada de migrantes a través del Mediterráneo y, más recientemente, el temor a atentados, subyace tras esta cascada de anuncios. "La amenaza terrorista en Europa es alta. Ya vemos lo que ocurrió en Francia y Bélgica", ha explicado el ministro del Interior esloveno, Bostjan Poklukar, al aludir al asesinato de un profesor en un instituto galo y al tiroteo contra ciudadanos suecos en Bruselas.