ala pregunta que muchas veces me hago, sin encontrar demasiadas veces respuesta, de si existe espacio electoral (político está claro que sí) para una representación de lo que denominamos "la tercera vía", mi conclusión tras un breve análisis de situación, sigue siendo "sí".

Parece claro que la respuesta sería otra si planteáramos la cuestión a los defensores del bipartidismo. Al fin y a la postre son ellos los que se alternan, o aspiran a alternarse, en el poder.

Un sistema de partidos políticos que favorece la aparición de dos coaliciones políticas (por lo general antagónicas en el espectro político) para generar una exclusión o una discriminación de minorías políticas, sucediendo en todas las elecciones que uno de ellos alcanza el Gobierno de la nación y el otro ocupa el segundo lugar en las preferencias de voto, pasando a ser la oposición oficial al Gobierno. Sus defensores argumentan que genera una estabilidad política al excluir sectores extremistas que podrían alcanzar una representación parlamentaria o presidencial. Entre muchas perlas, decía el gran Maquiavelo que el hombre es tan simple, que quién engaña, siempre encontrará alguién que se deje engañar, y creo que a los defensores del bipartidismo les ocurre un poco eso.

Por el contrario, sus detractores argumentamos que el hecho de que el bipartidismo excluya a estas minorías es antidemocrático. Tal vez no antidemocrático en stricto sensu, pero si desde el momento en el cual quienes no forman parte de los dos grandes partidos no disponen de las mismas oportunidades para comunicar sus mensajes a la ciudadanía ya que, en el 99% de los casos, son esos dos grandes partidos quienes controlan, o en algunos casos incluso poseen, los grandes medios de difusión y comunicación. Por lo tanto no contamos con las mismas oportunidades, y eso no se adivina del todo democrático.

Si bien este preámbulo puede servir para la generalidad de los casos, me ceñiré al ámbito de Euskal Herria y, dentro de esta, a la CAV. Los acontecimientos acaecidos durante estos últimos años, parece que vienen a reforzar las teorías de los que piensan que (a diferencia de en Los inmortales), "solo pueden quedar dos". Dos por cada sentimiento de pertenencia, a la nación vasca, o a la española. A día de hoy, tanto PNV y Bildu, como PSE y PP (vaya desde aquí mi respeto por EB), se las prometen muy felices a la vista de la "simplificación" del espectro de oportunidades electorales resultante de desapariciones, reagrupamientos, escisiones e incorporaciones varias.

La reflexión que planteo es clara: ¿qué puede o debe hacer un seguidor de las teorias de Giddens? ¿Qué podemos hacer quienes sugerimos un sistema de economía mixta, quienes abogamos por un centrismo o reformismo como ideología?

Quienes rechazamos la validez de las filosofías tanto del laissez faire o libre mercado, como del mercado totalmente controlado del marxismo-leninismo. Para entendernos, las filosofías de la tercera vía han sido a menudo descritas como una síntesis del capitalismo y el socialismo por algunos de sus proponentes.

Desde un punto de vista de sentimiento nacional vasco, y tras el fracaso electoral y ulterior desparición de Hamaikabat como partido político, el suicidio de EA, y la rendición incondicional de Aralar a la autodenominada izquierda abertzale, ¿que le queda a un socialdemócrata vasco? ¿Bildu o el PNV? Muchos dirán sin duda que sí.

¿Es que acaso no existe un modelo mixto que engarce el necesario desarrollo económico con el imprescindible desarrollo personal tanto individual como colectivo?

Un modelo respetuoso con el entorno, donde prevalezcan las decisiones basadas en análisis económicos sí, pero incorporando la variable social y ambiental, un modelo equilibrado. No podemos seguir diseñando políticas que no tengan en su epicentro al individuo, la persona como principio y fin de las mismas, retomemos la doctrina humanista del lehendakari Agirre, abandonada durante demasiado tiempo al servicio del capital.

A día de hoy, y en el ámbito vasco, disponemos únicamente de dos modelos. El desarrollista, representado por PNV, PP y PSE, partidario de un modelo basado en la construcción de grandes infraestructuras, hagan falta o no. Donde muchas veces el único negocio es la propia realización de la misma, tal vez a veces inquiridos por alguna élite empresarial influyente (vease la ampliación del puerto de Pasaia, Aeropuerto de Hondarribia, incineradora, TAV?).

Ejemplos tenemos de infraestructuras que una vez realizadas e inauguradas, se convierten en insaciables agujeros económicos que hay que sostener con el dinero de los ciudadanos.

En el otro lado Bildu, la coalición del "no". No absolutamente a todo, no a la incineradora, (ahora hasta EA está en contra del PIGRUG que él mismo elaboró, gracioso?), no al TAV, no al puerto exterior, no al aeropuerto?

¿Es que acaso no se puede estimar necesario, o incluso considerar imprescindibles unas infraestructuras y no otras? ¿Por qué hay quien se empeña en hacernos elegir entre el "todo" y la "nada"? ¿Es casualidad?.

Por desgracia, y atendiendo a la práxis política de los últimos 30 años, tanto en España como en Euskal Herria, comprobamos con pena que los autodenominados socialdemócratas del PSOE (teóricos defensores de "la tercera vía") únicamente aluden dichos principios cuando habitan la oposición. Una vez en el gobierno decae el principio "socialista" y el principio "obrero", abandonan dichos postulados para abrazar al capital. Del modelo económico del PP qué decir, lo hemos y lo estamos sufriendo a día de hoy.

Por desgracia los dos grandes hitos en economía que han marcado y marcan los últimos gobiernos, tanto populares como socialistas, tienen que ver con la no contención sino fomento de la especulación inmobiliaria, la cultura del pelotazo, y con el rescate sin contrapartidas a la banca. Ambos gobiernos, ambos partidos.

Valga esta desgraciada crisis para que repensemos como queremos salir de ella.