Poca historia camino de Nimes, la verdad. Son esa clase de días en los que abres los ojos para ver los últimos tres kilómetros y saber qué pasa en un esprint que estaba cantado desde salida. La fuga de un solo hombre ha sido una anécdota. No iba a ningún lado. En Nimes, otra victoria para Jasper Philipsen al esprint. Triunfo fácil para él. Otra vez con un lanzamiento perfecto de Van der Poel. El belga está cada vez mejor y ha ganado con mucha superioridad. Sin embargo, los esprints de este Tour se han acabado. Han sido ocho. En mi opinión, demasiados para el recorrido de la carrera. Es cierto que la lucha por la regularidad queda abierta porque Girmay ha tenido la mala suerte de la caída. Son cosas que pasan. Philipsen ha ganado y el eritreo no ha podido puntuar. Su ventaja se ha reducido muchísimo y lo que parecía que estaba sentenciado, no lo está. Eso deja algo de incertidumbre al respecto. Pelearán por lograr puntos en los esprints intermedios si son capaces, porque las etapas que restan se repartirán entre alguna fuga o entre los que pelean por la general. Más allá del esprint, hemos visto una jornada en la que los corredores se lo han tomado con calma. No ha pasado realmente nada. Bien es cierto que no en todas las etapas se puede correr agresivo y al ataque. Además, en plena tercera semana, la fatiga que se acumula es muy grande y eso se nota a la hora de hacer esfuerzos. No sobran las fuerzas, precisamente. A partir de ahí, en lo que resta de Tour creo que Vingegaard lo intentará al menos una vez más. Es la única forma de buscar dar la vuelta a la general. Es muy complicado que puede arrebatar el amarillo a Pogacar, que está muy fuerte, pero nunca se sabe en una carrera como el Tour, en la que puede pasar de todo cuando uno menos lo espera. Se abre la opción camino de los Alpes, porque el cierre en Niza es una crono. Ese escenario es un mano a mano, pero sin estrategia que valga. Veremos si el danés es capaz de agrietar al esloveno.
El autor es director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk