Lasa reconoce que, de sus 76 victorias repartidas en trece temporadas, las conseguidas en el Tour de Francia tienen un valor especial. La carrera que pasará en dos ocasiones por su localidad natal le vio triunfar en las llegadas a Verviers y Biarritz. El guipuzcoano, que tiene un aspecto estupendo a sus 75 años, era un ciclista muy completo, que ganaba por potencia, pero también por estrategia. En una tranquila charla con NOTICIAS DE GIPUZKOA, recuerda su trayectoria y desgrana sus ciclistas favoritos de la actualidad. Al poco de dejarlo él, en el 81, entró la televisión y los emolumentos de los ciclistas subieron. “Ya podía haber pillado yo esa época, habría ganado diez veces más. Nací demasiado pronto”, dice.

¿Qué es de Miguel Mari Lasa? 

–Bueno, estoy jubilado y me encuentro muy bien de salud. Sigo haciendo un poco de deporte. Cojo la bici un par de días a la semana, aún lo disfruto. Soy abuelo y tengo un nuevo título: Jacques. ¿No lo conoces? Ya que estás libre, ¿puedes quedarte con los nietos? Ya que tienes tiempo, ¿me puedes hacer este recado? (se ríe). Tengo cinco nietos, así que estoy muy ocupado, pero muy contento, me gusta. También tengo un huerto pequeño. Estoy muy bien, la verdad. Los de mi alrededor también están bien, así que no podemos pedir mucho más.

Nuestra idea inicial, hace unas semanas, era tener esta charla también con Txomin Perurena... 

–Me dio mucha pena. Con nuestras edades, cualquier cosa de salud que surja no tienes tanta fuerza para superarlo. Entra el dichoso cáncer y no sabes por qué. Somos gente que hacemos una vida sana, pero parece que esta enfermedad no respeta a nadie.

Usted empezó en el ciclismo por su hermano José Manuel y por el propio Txomin. 

–Hemos vivido muchos momentos bonitos los tres. El primer trabajo que tuvo mi hermano era en Errenteria, así que iba y venía en bici. Andaba fácil y empezó a disputar carreras cuando yo tenía 10 años. Era muy bueno, no te lo digo porque era mi hermano. Ganaba muchas carreras. Casi cada fin de semana venía con una copa. Cuando no venía con una copa era porque le había ganado Txomin (Perurena). Y yo tenía envidia, quería ser ciclista. Pero había que ayudar en el caserío de la familia. Mis padres me decían que tenía que estudiar, porque el ciclismo no lo consideraban una profesión. Estudié Maestría Industrial y luego me saqué el título de Oficial. Iba y volvía en bici a Donostia. Cuando me estrené en una carrera de juveniles se lo dije a mi madre, pero le pedí que no le dijera nada a mi padre, porque no me iba a dejar. Corrí en un equipo que sacó Jaime Ugarte. Fue en Legorreta. Iba bien, pero en una bajada a pocos kilómetros del final el de delante se despistó, se salió de la carretera y yo detrás. Me rompí la clavícula. Fui a la clínica y después a casa con Jaime. Le dijo a mi padre que me había caído. Mi padre medía 1,85 y pesaba cien kilos. Imponía. Ah, ¿y quién le ha dado permiso para ir?, preguntó. Bueno, él quería y yo le he dado la oportunidad, le respondió Jaime. Luego alguna vez me ha confesado el mal rato que pasó aquel día con mi padre.

Mi hermano José Manuel venía casi cada fin de semana con una copa. Cuando no, era porque le había ganado Txomin Perurena. Y yo tenía envidia, también quería ser ciclista.

Miguel Mari Lasa - Exciclista

Usted tenía claro que quería ser ciclista. 

–Ya tenía el gusanillo dentro. Acabé los estudios y quería seguir con la bici. Al final mi padre me dijo: Venga, prueba, que no me vas a dejar en paz. De ahí fue todo rodado. Luego se lo agradecí. Anduve bien de aficionado y fui a los Juegos Olímpicos de México (1968). Destacaba y el Kas me llamó, pero mi hermano me dijo que ahí eran todo figuras y que un chaval iba a tener difícil hacerse sitio. Salió el equipo Pepsi-Cola y fuimos mi hermano y yo. Ahí debuté como profesional. El primer año gané tres carreras, entre ellas el Campeonato de España por Regiones. En 1970 fiché por La Casera y debuté en el Giro. En una etapa me escapé a ocho o diez kilómetros de la meta y me siguió un compañero del equipo de Eddy Merckx. Acababa en un repecho. Apreté y vi que se quedaba. Gané por poco al pelotón. Fue un éxito para mí y para el equipo.

Era un rematador. 

–Sí. Pero muchas veces era estrategia y colocación. Algunos salían con muchísima fuerza y yo no tenía tanta, pero veía oportunidades, lo intentaba de otra manera. Estudiaba mucho a los rivales y tenía habilidad para colocarme en los últimos metros. Para arriba también iba bien. Salíamos a disputar todo. Lo de elegir el calendario no es como ahora. Entrenábamos y disputábamos carreras hasta que reventábamos. Por ejemplo, solo he estado tres veces en el Tour. Si ganas una etapa salvas el año, ¿pero cuántos la ganan? Nunca lo preparamos de forma específica. Tampoco el calor me iba muy bien, porque estaba acostumbrado al clima de aquí. Cuando íbamos, el objetivo era ganar alguna una etapa, y en tres años gané dos. Para el SCIC y el Teka, que son los equipos en los que estaba cuando gané, una etapa ya era mucho.

¿Son especiales esos triunfos? 

–Sí. Una etapa del Tour tiene prestigio. Antes de ir al SCIC en el 76, estuve en el Kas. Me faltó un poco de carácter, imponerme. Estaba de líder del equipo, pero en la Vuelta del 72 surgió José Manuel Fuente, que entonces casi no se le conocía, se metió en una escapada y ganó la general. Yo hice segundo. Y en la del 75 cogió el maillot Txomin Perurena. Yo pensaba que podía hacer daño con algún ataque, pero no me moví porque era mi compañero de equipo. Al final nos ganó Agustín Tamames. Al año siguiente me fui al SCIC. Pero la forma de prepararse allí era distinta y me afectó, me pasé de forma. Andaba, pero no tuve ese punto bueno. Pese a eso gané una etapa del Tour en Verviers. 

Miguel Mari Lasa, durante la entrevista. Ruben Plaza

Dos años después ganó otra etapa en Biarritz. 

–Estaba en el Teka. Tenía ilusión por ganar en Biarritz, pero era difícil porque era totalmente llana y se iba a llegar en pelotón. Pero era una llegada especial, en un hipódromo donde se hacían carreras de caballos con carros. La superficie era de arenilla, tipo sterrato. El kilómetro final era así y, además, se entraba al recinto por un portón. Yo sabía que la rueda buena era la de Jan Raas, así que me pegué a él. Pasamos la puerta 20 o 25 corredores porque hubo una caída. Raas estaba tercero o cuarto, con su equipo tirando a tope, y a más de 200 metros de la meta arrancó. Metió todo el desarrollo, pero se quedó atrancado y le pasé en los últimos 50 metros. Yo tenía la ventaja de que en la Itzulia habíamos llegado ahí y me acordaba de que las ruedas se agarraban a esa superficie. Me salió muy bien la jugada. Además estaban mi mujer, mi hijo que tenía unos meses... Fue una de mis mejores victorias. Por ser el Tour y por la dificultad que tenía. Yo a veces sorprendía así. En un sprint en el Giro gané una llegada con todos los sprinters en una recta de tres kilómetros, les acabé pasando. No sé qué era. Piernas, suerte, aprovechar el momento.

La llegada a Biarritz era un un hipódromo y la superficie era de arenilla; Jan Raas arrancó, pero se quedó atrancado y le pasé.

Miguel Mari Lasa - Exciclista

¿Qué supone que venga el Tour a Gipuzkoa?

–La organización sabe que va a ser un éxito de público. La pena es que no tengamos ese corredor vasco que logre victorias. Está Landa, pero... faltan triunfos. Hay corredores que ahora están ganando casi todo y no dejan nada para los demás. Hay mucha diferencia respecto a los demás.

¿Ha cambiado mucho el ciclismo desde su época? 

–Ahora está todo muy medido. Preparación, comida, tienen fisios, nutricionistas, miden el peso, qué comen... Calculan incluso el peso que quieren ganar o perder en plena gran vuelta. Las bicis también. Ahora hay dinero y todos entrenan en altitud, pero al final solo gana uno. El ritmo es más alto, igual es más aburrido o controlado. Antes se podía romper la carrera en cualquier momento. Mira el último Giro, no ha habido mucha salsa. Antes era más abierto. Ahora todo está muy bien estudiado con los pinganillos. Pero al final gana el más fuerte. Todos se preparan mucho, pero Pogacar arrasa. El ganador nace. Contra eso...

¿Quién más le gusta? 

–Van der Poel me gusta mucho, es un espectáculo. Van Aert también. Esos sí que son valientes. No distinguen ciclocross o carretera, van a tope. En las clásicas han dado espectáculo junto a Pogacar, que es un fenómeno. En mi época había otro fenómeno, Eddy Merckx. Les saco parecido, son fuera de serie. Pero el año pasado igual acusó en el Tour una primavera demasiado explosiva. Vingegaard es el único que está a su nivel. Eso de los picos de forma no me convence. El cuerpo no es una máquina para decirle que ahora hay que estar al 90% y luego bajar y después volver a subir. Por cierto, ojo con Van Aert en el Tour, acuérdate cómo anduvo el año pasado. Estaba muy fuerte y se ha guardado estas últimas semanas. Es un bestia, va a salir con fuerza.

¿Cómo va a seguir el Tour? 

–Pasa por aquí. No sé, igual voy a Jaizkibel. En algunos sitios habrá mucha gente y estás en décima fila. El ambiente quiero vivirlo. Para la gente va a ser un espectáculo, además han hecho etapas interesantes. Si no, lo seguiré por la tele. Es una gran oportunidad para ver a los mejores. Hay que disfrutarlo, no sabes cuándo volverá a pasar una carrera así por aquí.