La pérdida en 2008 de la Presidencia de la Real Sociedad en una "muy tensa" junta de accionistas aparece en el origen de la conducta obsesiva que llevó a Iñaki Badiola a difundir bulos denigrantes a través de dos cuentas anónimas de Twitter contra políticos, jueces, funcionarios y periodistas, a los que de alguna manera culpaba de sus males.

Así se desprende de la sentencia de 146 páginas en la que el Juzgado de lo Penal número 3 de Donostia lo condena a diez años y ocho meses de cárcel por delitos continuados de injurias, calumnias y contra la integridad moral, así como a pagar multas que suman 180.000 euros y a compensar a sus víctimas con otros 195.000 euros más.

La resolución, a la que ha tenido acceso Efe, describe cómo las informaciones de un medio de comunicación provincial sobre los "incumplimientos de las promesas" que Badiola hizo a los socios de la Real Sociedad provocó su destitución en 2008, tras lo que el club entró en un concurso de acreedores del que el expresidente fue encontrado "culpable". Esta circunstancia le llevó además a perder "cualquier derecho que pudiera tener como acreedor concursal" del club.

Inspección fiscal

 Paralelamente, en 2009 la Hacienda foral abrió una inspección fiscal contra el acusado y varias de sus sociedades. Ya en 2013, la Real Sociedad firmó un convenio para "saldar" su deuda con la Diputación de Gipuzkoa, tras lo que Badiola se querelló sin éxito contra los administradores concursales y la institución foral.

"De este modo -explica la sentencia-, en el año 2017, Iñaki Badiola vio cómo en el plazo de diez años había perdido la presidencia de la Real Sociedad", de lo que culpabilizaba "entre otros" al citado medio de comunicación.

Además "creyó que la Diputación, a través del diputado general y varias de sus funcionarias, había hecho un acuerdo fraudulento para condonar la deuda a la Real".

Asimismo, pensó que él y varias de sus empresas eran perseguidos "fiscalmente" por la Hacienda foral, "logrando que fuese condenado al pago de varios miles de euros, además de llevarle a juicio en una causa penal por fraude", mientras que, por otro lado, "desde los juzgados" se le había condenado "en contra de sus intereses", desestimando recursos o inadmitiendo querellas.

En este contexto, Iñaki Badiola, llegó a estar "tan obsesionado" con una funcionaria de Hacienda encargada de supervisar sus expedientes fiscales que, después de "coincidir" en una ocasión con ella en la piscina de un centro deportivo donostiarra, "comenzó a acudir los mismos días y a las mismas horas" a estas instalaciones "esperándole a la salida y mirándola fijamente, de tal modo que la mujer, intimidada, dejó de ir" a ese lugar.

Enfrentamiento con Hacienda

 El escrito judicial revela también que el "enfrentamiento" del expresidente realista con la Hacienda foral "era patente hasta tal punto" que llegó a querellarse contra la Diputación y varios representantes forales, aunque el asunto fue sobreseído.

Tan sólo seis días después "salieron" en Twitter distintos mensajes en contra de algunas de estas personas y su supuesta relación con una "trama de corrupción judicial" y el caso Kote Cabezudo.

Un asunto, por otra parte, "muy recurrente" en todos los tuits publicados en las citadas cuentas y con el que "prácticamente todos los afectados" fueron vinculados "como parte de una manada de pederastas y corruptos que quisieron tapar el caso ante la sociedad u obstaculizarlo judicialmente", señala la sentencia.

Halo de credibilidad

"El hecho de recurrir a este asunto, cuya instrucción fue muy compleja y mediática, y de dar información sesgada o inventada sobre él, según lo que se rumoreaba en medios de comunicación muy poco fiables, daba cierto halo de credibilidad" a las citadas cuentas de Twitter y "a sus seguidores, ávidos de noticias morbosas y poco contrastadas", describe el escrito judicial.

El texto constata que ambos perfiles, que operaban bajo el nombre genérico de "Gipuzkoa Confidencial" y "Gipuzkoa Confid", fueron utilizados por el expresidente realista "para, de una forma clandestina, desahogarse por todo lo que le había y le estaba pasando". "Mezclando" informaciones relativas al caso Kote Cabezudo "con asuntos que le habían afectado personalmente".

De esta manera, siguiendo una "línea editorial" entre sus diversos tuits, atribuyó a los afectados "participación en dicho asunto de pornografía infantil", que "estaban imputados en diversos casos de corrupción" o que "tenían participación en tramas corruptas", concluye la resolución.