Donostia se ha convertido este domingo en una fiesta reivindicativa del deporte y de la vida. Caminar juntas, paso a paso, sin importar quien llegue la primera, unidas por una causa común. Ése es el principal objetivo de las más de 5.000 personas que han teñido de rosa el centro de la capital guipuzcoana en la 11ª Marcha Solidaria Katxalin a favor de la investigación del cáncer de mama.
Con los brazos bien en alto, en ambiente festivo y bajo un sol lleno de vida amigas como Ana López, de 44 años, y Carmen Palomanes, de 65, no han querido perderse la cita. Se trata del primer año que participan. “Hoy en día por desgracia esta enfermedad está presente en muchas casas, en muchas familias. Todas nos sentimos de alguna manera concernidas” reconocían estas dos mujeres junto al pequeño Adrian López, de seis años.
“Se están dando muchos avances, pero sigue siendo una enfermedad muy desconocida de la que no se sabe muy bien ni sus orígenes ni sus causas. Todavía falta mucho por avanzar. Se han dado muchos pasos pero con el cáncer todavía nos queda un largo camino por recorrer”, señalaba esta mañana Palomanes poco antes de emprender la marcha.
El recorrido, de cuatro kilómetros y medio, ha partido desde Alderdi Eder con sentimientos a flor de piel. “Hace falta seguir luchando, porque la vida es muy bonita y hay que disfrutarla, hay que vivirla. Tendremos bajones, tendremos subidones, pero debemos tirar hacia adelante; siempre hacia adelante, y que nadie tire la toalla”. Lourdes Alonso pronuncia estas palabras pensando en una amiga.
Dice que gracias a Dios, y a la ciencia, se encuentra bien después de haber seguido un largo proceso de tratamiento tras contraer. “Nuestra labor ahora es tratar de ser positivas y ayudarle en todo lo que podamos. Queremos animarle para que se encuentre lo mejor posible”, decía esta mañana en Donostia esta mujer de 50 años.
Una expansión silenciosa
Los casos de cáncer de mama, que siguen una expansión silenciosa, no han dejado de marcar una tendencia ascendente a lo largo de las dos últimas décadas. Las organizadoras de la marcha subrayan la necesidad de dar visibilidad a la enfermedad e inciden en la importancia de seguir investigando.
El cáncer de mama sigue afectando cada vez más a mujeres jóvenes, y también a hombres. “Ahora mismo es ella, pero podemos ser cualquier de nosotras. Esto es el pan nuestro de cada día”, reconoce Belki Franco, amiga de Alonso. También tiene 50 años y una bonita sonrisa con la que dice hacer frente a la adversidad.
Ambas se han acercado a Alder Eder con tiempo. Una hora antes de comenzar la marcha ya participaban en un calentamiento grupal dirigido por Oliber Nestar, director de Eureka Dance, del que forman parte. “Bailar nos levanta la autoestima, y no veas el efecto terapéutico que puede llegar a tener entre las mujeres que están viviendo todo el proceso de la enfermedad”, aseguran.
Hay compañeras que antes de contraer la enfermedad ya bailaban, y dicen que ahora lo hacen todavía con más determinación “porque les ayuda muchísimo”.