Varios ganaderos ya sienten miedo ante la amenaza que podría suponer la Dermatosis Nodular Contagiosa para sus explotaciones. Iñaki Odria, ganadero de Azpeitia que se dedica a la carne, cuenta con 120 ejemplares en su explotación vacuna y no esconde su inquietud. “Estamos muy preocupados, porque es una enfermedad que hace poco se detectó en Italia y Francia y todos la veíamos muy lejos”, asegura, mientras compara la llegada de este virus con el del covid-19, porque “cuando crees que tienes tiempo, lo tienes aquí”.

El de Azpeitia no es nuevo en el mundo ganadero, y sabe lo que es trabajar con la incertidumbre de que un virus ataque su ganado. “No sabemos el alcance que pueda tener realmente, y estoy muy preocupado”. Sabe que si las sospechas se confirman y la normativa europea se aplica con toda su dureza, las consecuencias podrían ser devastadoras. “Si una vaca se infecta hay que sacrificar toda la explotación”, comenta. “Esa sería la peor de las consecuencias, porque al final puede ser una cosa que te caiga del cielo y te arruine”.

“Estamos muy preocupados, porque es una enfermedad que hace poco se detectó en Italia y Francia y todos la veíamos muy lejos”

Iñaki Odria - Ganadero de Azpeitia

Odria lleva años luchando en su caserío contra brotes que, poco a poco, se han ido colando entre sus vacas. “Estos últimos años están apareciendo enfermedades nuevas que no se conocían aquí y que nos están afectando mucho. Nos están cambiando la rutina de cada día”. Recuerda especialmente la hemorrágica, que hace dos años golpeó con fuerza su explotación: “Hicimos analíticas a todos los animales y más del 85% salió infectado. Sufrimos mucho entonces”.

A unos kilómetros de Azpeitia, en otra explotación de vacuna de Aia, Joseba Uzkudun vive la misma incertidumbre desde el sector lácteo. Su inquietud es la misma que la de Odria. “Si le han puesto la categoría A, significa que es un virus importante. Habrá que trabajar con desinfectantes y tomar medidas bastante fuertes”, explica. En su granja ya han empezado a extremar la limpieza de los vehículos que entran y salen. “Desinfectamos las ruedas de los transportistas, veterinarios… hay que evitar la presencia de la enfermedad a toda costa”, apunta.

Precaución

No hay medicación específica por el momento. Solo vigilancia, desinfección y paciencia. “Hay que estar vigilando a los animales, trabajar con más cuidado y precaución”, apunta Uzkudun, acostumbrado ya a convivir con otras amenazas como la lengua azul o la fiebre del mosquito.

Ambos ganaderos comparten una misma sensación: la de estar a merced de algo que no controlan. “Si apareciera en tu explotación, hay que limpiar todo, sacrificar. Pero si has vacunado las vacas, nos han dicho que podríamos sacrificar solo las que salen positivas”, explica Uzkudun. La diferencia entre perder unas vacas o perderlo todo.

Mientras tanto, el campo se prepara para otra batalla invisible. Las explotaciones siguen funcionando, las vacas pastan ajenas a la amenaza, y los ganaderos, una vez más, confían en que el viento sople a favor y la enfermedad no cruce las montañas.