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“El decreto del cannabis aprueba el uso de sus compuestos, no su consumo medicinal”

El especialista en Neuropsicofarmacología y el abuso de sustanciasde de la EHU Koldo Callado asegura que la autorización del uso terapéutico del cannabis no quiere decir que “ sea bueno para la salud"

“El decreto del cannabis aprueba el uso de sus compuestos, no su consumo medicinal”Freepik

Ansiedad, deterioro de la atención, alucinaciones o taquicardia. Estos son algunos de los efectos a corto plazo que causa el consumo de cannabis. Y hablamos de deterioros cognitivos y trastornos mentales (como psicosis, trastornos bipolares o depresión) cuando se analizan las secuelas a largo plazo. Tal vez sea pensando en esto por lo que el consejero vasco de Salud, Alberto Martínez, ha querido advertir del riesgo del uso de esta planta con fines médicos, tal autoriza el decreto sobre uso terapéutico de cannabis que ha aprobado el Gobierno de Pedro Sánchez esta semana.

El principal problema, según el consejero, es que el decreto “no determina ni en qué patologías” podrá utilizarse. Y pese a reconocer que puede tener usos medicinales “en algunos casos” y “en un ámbito hospitalario y controlado”, Martínez explica que la luz verde al uso de esta planta puede “banalizar el consumo” y generar la sensación de que “como se puede utilizar en un hospital, es sano para utilizarlo en otros sitios”.

Y ese pensamiento en una sociedad como la vasca, que se sitúa como una de las mayores consumidoras de cannabis del Estado y, además, en “una franja de edad muy determinada” –jóvenes de 15 a 34 años–, podría suponer un riesgo y empeorar la situación. Koldo Callado, doctor en Medicina y Cirugía y profesor de Farmacología en la Universidad del País Vasco (EHU) e investigador en Neuropsicofarmacología y el abuso de sustancias, recuerda que una de las claves para tratar este tema es que el cannabis para uso lúdico y la utilización medicinal del cannabis no son lo mismo y que simplificar el concepto para hablar de cannabis medicinal puede inducirnos a ese error.

“No se está diciendo que el cannabis o el consumo de cannabis sea bueno para la salud, sino que algunos compuestos del cannabis se pueden utilizar”, puntualiza Callado. Asimismo, este experto matiza que de lo que se habla en el decreto del Ministerio de Sanidad es de “componentes concretos de la planta con evidencia científica de que son útiles, en las dosis en las que son útiles, y en aquellos pacientes en los que hay una indicación clara”.

HASTA 400 COMPUESTOS

Este doctor de la Universidad del País Vasco (EHU) cuenta que la planta del cannabis es muy compleja sobre la que hasta el momento se han descrito más de 400 compuestos diferentes. De ellos, unos 70 son cannabinoides, un grupo de compuestos químicos, entre los que destacan el THC y el CBD por ser los más conocidos. “Diversos estudios científicos han demostrado que algunos de esos compuestos, en determinadas dosis, pueden tener un efecto terapéutico para algunas patologías”, explica Callado. Sin embargo, dice, “cuando alguien consume cannabis, consume todos ellos”. Y esto sí que resulta nocivo para la salud.

Efectos del consumo de cannabis

  • Depresor y alucinógeno. La campaña de sensibilización sobre los riesgos de consumo de cannabis lanzada por el departamento de Salud del Gobierno vasco, informa de que el cannabis es una droga depresora del Sistema Nervioso Central y alucinógena y alerta de que sus efectos varían según la pureza, naturaleza, perfil de quien lo consume y entorno.
  • A corto plazo. Son los efectos que aparecen poco después de consumirlo. Pueden durar hasta 24 horas tras una dosis moderada y afectan a la función cognitiva (como efectos euforizantes y relajantes, ansiedad, ideación paranoide, deterioro de la atención...) y a las funciones fisiológicas (boca seca, inyección conjuntival, taquicardia...).
  • A largo plazo. Son los efectos que se producen como consecuencia del consumo habitual durante meses o años. Van desde la dependencia, el deterioro de la función cognitiva, las consecuencias psicosociales (abandono escolar, delincuencia, consumo de otras drogas...), los trastornos mentales (psicosis, trastornos bipolares, esquizofrenia, depresión, conducta suicida...) o enfermedades respiratorias y cardiovasculares, hasta el cáncer.

El decreto de Sanidad autoriza el uso de esos compuestos de la planta a las dosis que se ha demostrado que son eficaces en fórmulas magistrales para tratar unas patologías concretas. Por este motivo, Callado hace un llamamiento a la prucencia: “Hablar de cannabis medicinal en general hace que la gente pueda confundirlo y pensar que lo que se va a hacer es dar porros a la gente”. Este especialista insiste en que “el cannabis no se usa como medicamento” y por este motivo por el que el decreto limita las preparaciones determinadas para su uso a las farmacias hospitalarias. Resumiendo, estos fármacos no se van a comercializar en el circuito de farmacias habitual.

Por otro lado, el profesor de la EHU enfatiza en que existen fármacos “comercializados y autorizados por las agencias española y europea del medicamento” que ya utilizan ciertos componentes para indicaciones concretas. El Sativex, por ejemplo, combina THC y CBD por su utilidad “para tratar la espasticidad en pacientes con esclerosis múltiple”. Otro ejemplo es el Epidyolex, que solo tiene cannabidiol y se utiliza para tratar algunas epilepsias resistentes a los antiepilépticos habituales, como el síndrome de Dravet, que afecta sobre todo a niños y adolescentes.

Según Callado, ahora los estados y la comunidad médica cuentan “con la evidencia científica suficiente” para autorizar el uso de ciertos compuestos del cannabis que se ha demostrado que “alivian la sintomatología de algunos tipos de dolores crónicos que no responden a los analgésicos que ya tenemos y mejoran o previenen, por ejemplo, las náuseas y los vómitos asociados a la quimioterapia en pacientes de cáncer que tampoco responden a los antieméticos que se utilizan habitualmente”.

Mito. Es una sustancia natural por lo que su consumo tiene poco riesgo para la salud.

Realidad. Aunque proceda de una planta, puede ser perjudicial.


Mito. Fumar cannabis es menos dañino que fumar tabaco.

Realidad. El cannabis se consume sin filtro. Las sustancias tóxicas que contiene llegan directamente a los pulmones y permanecen en ellos durante más tiempo. También es perjudicial para los fumadores pasivos.


Mito. El cannabis ayuda a dormir mejor y reduce la ansiedad.

Realidad. Cuando se deja de consumir o se hace en una cantidad inferior a la que se venía haciendo, se crean cuadros de ansiedad y puede aparecer el síndrome de abstinencia.


Mito. El cannabis no es adictivo y puede controlarse.

Realidad. Su consumo continuado puede producir adicción, especialmente cuando se consume en la adolescencia.

Para este investigador en Neuropsicofarmacología, el principal problema con el que choca la autorización aprobada por el Ministerio que lidera Mónica García es “el estigma asociado al consumo lúdico del cannabis”. Un consumo, recuerda Callado, que “provoca mayor riesgo de que puedan aparecer enfermedades mentales” y “alteraciones de memoria”, pero que “es otra cosa completamente diferente” a el uso medicinal. En este sentido, Callado recuerda el uso habitual de opiáceos en la práctica clínica. “Utilizamos morfina para tratar el dolor, pero no le decimos a la gente que se fume pipas de opio, como pasaba en el siglo XVIII” aunque de la adormidera o de la amapola se saque la morfina que sirve de base para el desarrollo de algunos de los fármacos más usados contra el dolor.

“Ese es el objetivo con el cannabis también”, puntualiza. Respecto al debate sobre los posibles efectos secundarios del uso de compuestos de cannabis de manera medicinal, Callado es claro: “Todos los medicamentos tienen efectos secundarios. Habrá que ir estudiándolo para tener claro en qué pacientes no es recomendable su uso por diferentes efectos secundarios o diferentes patologías concomitantes que puedan existir”.