Cuarenta años después, Mikel Zabalza y su memoria han vuelto este miércoles al lugar donde se perdió su rastro y donde hoy, frente al cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo, una placa recuerda su nombre. El homenaje no ha sido solo un acto, sino una herida que sigue abierta y que, al mismo tiempo, continúa latiendo gracias a quienes no han permitido que se borre. “Pedimos verdad y justicia, que se reconozca la verdad”, ha asegurado Idoia Zabalza, hermana de Mikel.
En el encuentro se han reunido hermanos, amigos, excompañeros de trabajo, vecinos que eran jóvenes cuando él desapareció y otros que ni siquiera habían nacido pero conocen la historia. Entre los presentes han estado tres hermanas de Mikel, Idoia, Lourdes y Begoña, que han escuchado el aurresku emocionadas, recordando al mayor de sus hermanos.
“Pedimos verdad y justicia, que se reconozca la verdad”
Varios excompañeros de Dbus como Guillermo Aparicio, Iosu Iribar o Alejandro Zabalza, primo de Mikel y conductor del autobús que, hace cuatro décadas, recorrió Donostia exigiendo respuesta a la desaparición, tampoco han querido perderse el homenaje. Asimismo, en el homenaje se ha presentado un autobús convertido museo que recorrerá varios municipios que marcaron la vida de Mikel para recordar su historia.
Varios de los presentes han depositado una rosa junto a la placa en memoria de Zabalza, también acompañada durante el acto por una foto y una ikurriña. El silencio ha predominado en el acto, y cuando ha comenzado a sonar Interbiderik Ez zen, canción que Anje Duhalde escribió para recordar a quienes sufrieron tortura, varios de los presentes se han emocionado. El dolor estaba ahí, pero también estaba la dignidad y el querer conocer los secretos de una historia que, 40 años después, no está resuelta.
El acto lo han organizado conjuntamente la asociación Mikel Gogoan junto con Aezkoa, Bortziriak y Altzako Herri Ekimenak, Egiari Zor Fundazioa, Euskal Herriko Torturatuen Sarea, además del comité de empresa de Dbus, empresa en la que bajo el nombre de Compañía del Tranvía de San Sebastián Mikel trabajaba como conductor y cuya plantilla se convirtió en motor de la movilización social tras su desaparición. Con ellos también han estado presentes Concejales del PNV, EH Bildu, PSE/EE y Elkarrekin del Ayuntamiento donostiarra compartiendo el mismo espacio que los familiares, que aún esperan verdad.
“40 años después el mensaje sigue siendo el mismo”
Idoia Zabalza, hermana de Mikel, ha tomado la palabra con voz serena, casi frágil, aunque el fondo de su mensaje sigue transmitiendo sufrimiento y cariño hacia su hermano.
“Han pasado 40 años y el mensaje sigue siendo el mismo”, ha asegurado, recordando que su hermano ya es reconocido institucionalmente como víctima de tortura, pero queda mucho por esclarecer en el caso. “Nos falta saber en qué circunstancias murió. Nos falta parte de la verdad. Los homenajes y las iniciativas como la del autobús, nos ayudan a que no se olvide su memoria, y a que nuestro sueño no se rompa”. Al igual que toda su familia, no se rinde, y asegura que “la pregunta de qué pasó con Mikel aún sigue viva”.
"Nos falta saber en qué circunstancias murió. Nos falta parte de la verdad. Los homenajes y las iniciativas como la del autobús, nos ayudan a que no se olvide su memoria, y a que nuestro sueño no se rompa”
Preguntada por el reciente anuncio sobre la posible aprobación de una nueva ley de secretos oficiales, ha afirmado que “sería una buena noticia”. A pesar de ello, pide mantener calma porque “sabemos que la tortura existió y que abrir los archivos podría contribuir a la verdad y a la reparación, no sabemos qué contienen esos secretos. Ni nosotros ni toda la sociedad”. La hermana del que fuera conductor de Dbus, ha afirmado que lo que está en juego no es solo un nombre, sino el derecho colectivo a saber qué ocurrió contigo cuando te arrancan de tu casa y nadie responde.
Junto a ella, varios excompañeros de Mikel han tomado la palabra emocionados tras rendirle homenaje. Alejandro Zabalza, primo de la víctima, ha confesado seguir sintiendo un dolor que no le permite aceptar lo ocurrido: “Estamos igual que el primer día. La pena no se va, y hasta que no se aclare, seguiremos esperando”.
Todavía recuerda la mañana en la que Mikel no apareció en cocheras para coger su autobús. “Tenía que venir a trabajar, y no vino. Nos dimos cuenta muy rápido”, ha asegurado. Las movilizaciones no tardaron en llegar. “Todo fue asambleario y cada vez se unía más gente de la empresa, porque lo que le ocurrió a Mikel le podía haber pasado a cualquiera”, ha explicado Guillermo Aparicio, excompañero del orbaiztarra. “Hace 40 años comenzamos a movernos, y todavía seguimos en ello, porque estos actos sirven para que no se pierda el recuerdo, para que se siga luchando, y para que, algún día, se conozca la verdad”.