El lehendakari, Imanol Pradales, ha anunciado este martes que Osakidetza va a reducir en dos años la edad con la que se realiza la primera mamografía, una prueba diagnóstica dirigida, principalmente, a detectar un posible cáncer de mama. Hasta ahora, si no se tenía antecedentes familiares que recomendaran adelantar la prueba, esta se hacía a mujeres a partir de los 50 años. Ahora, el Servicio Vasco de Salud va a ofrecer la opción de realizarla a partir de los 48 años hasta los 69.

Pradales ha hecho este anuncio en la visita a las obras de la nueva Unidad de Protonterapia de Osakidetza, acompañado por el consejero de Salud, Alberto Martínez, y la directora general de Osakidetza, Lore Bilbao. Los tres han justificado esta medida al asegurar que "la prevención y el tratamiento del cáncer es nuestra prioridad". 

Una herramienta "fundamental"

Los programas de cribado de cáncer de Osakidetza se han convertido en una herramienta “fundamental” en la prevención y reducción de la mortalidad asociada a este conjunto de patologías. Con ellos se ha conseguido mejorar las tasas de supervivencia y reducir la carga de la enfermedad entre la población. 

Son ya más de 2,5 millones de exploraciones realizadas en Euskadi desde 1995 en las que se ha logrado diagnosticar cerca de 13.000 tumores. Sin ir más lejos, el año pasado se detectaron 715 cánceres, la mayor parte en “estadios muy precoces y con buen diagnóstico” entre mujeres de entre 50 y 69 años, así como en aquellas con edades comprendidas entre los 40 y 49 años que tienen antecedentes familiares de cáncer de mama de primer grado. 

Ésa es la razón que ha llevado a Osakidetza a tomar la decisión de rebajar a 48 años la edad del primer cribado de mama en mujeres sin antecedentes. El consejero de Salud ha puesto el acento en lo que realmente está en juego. “El cáncer es el principal motivo de muerte en Euskadi. Una de cada tres muertes está vinculada a esta enfermedad”, ha alertado. 

De hecho, se ha consolidado como una cuestión de salud pública que para las autoridades sanitarias vascas tiene “una prioridad absoluta”. El cáncer representa actualmente el 28% del total de fallecimientos en la CAV, y es la primera causa de muerte para los hombres. Un 34% de los varones vascos fallecen por esta enfermedad. Para las mujeres es la segunda causa de fallecimiento (22,3%), sólo por detrás de las enfermedades cardiovasculares. 

Al año se detectan en Euskadi 15.000 nuevos casos, más de 8.000 en hombres y por encima de 6.000 en mujeres. A ellas les afecta principalmente el cáncer de mama, seguido del colorrectal, el de pulmón y el de útero. En los varones el cáncer de próstata es el más frecuente.

Tumores malignos infantiles

La incidencia de la enfermedad también es muy notable en Euskadi a edades tempranas. Los tumores malignos infantiles representan la principal causa de mortalidad por enfermedad en niños y niñas por debajo de los 14 años, a pesar de que los casos diagnosticados en la infancia constituyen, afortunadamente, menos del 1% del total de cánceres de la población vasca.

El consejero de Salud ha desgranado todos estos datos con el objetivo de compartir la “envergadura” de la enfermedad. “Se trata de un mal que, además, repercute en una disminución de la calidad de vida de la persona que lo padece y de su entorno”. Una realidad ante la cual el Departamento de Salud defiende" un enfoque integral" que combine estrategias preventivas, programas de diagnóstico precoz y avances terapéuticos para reducir la incidencia y mejorar la calidad de vida. 

Ése es al menos el principio en el que se basa el nuevo Plan Oncológico Integral de Euskadi 2030 que ha sido aprobado este verano y que, según ha avanzado el consejero, se presentará próximamente ante el conjunto de agentes y profesionales que han participado en su elaboración, que suman un total de 250 integrantes. 

“La visión integral pasa por una mayor promoción de la salud, por incidir en la prevención de la enfermedad y la equidad en todas las fases del proceso oncológico. Buscamos alargar la esperanza de vida de los pacientes, lograr una mayor calidad de vida también en el entorno familiar, y consolidar mecanismos que eviten o retrasen la aparición de la enfermedad”.