Elisa Beltrán Ruiz de Alda, vecina de Errenteria, fue asesinada por su marido en 1948 cuando los crímenes machistas estaban lejos de ser calificados de este modo. El empeño de un investigador local ha permitido rescatar del olvido la historia de esta mujer y encontrar en Argentina a su familia, que este jueves recibirá el reconocimiento del municipio guipuzcoano.

Xabier Susperregi había oído hablar desde niño del asesinato de Elisa porque su abuela era muy amiga de ella y, de hecho, una de las últimas personas que la vio con vida, cuando la acompañó en el tranvía a Donostia el 26 de diciembre de aquel año, donde había quedado con su marido para ir al cine.

Pero no fueron a ver ninguna película. El marido arrojó a Elisa al mar en el Paseo Nuevo donostiarra, al parecer tras hacerla ingerir alguna sustancia que la adormeció, y trató de hacer creer que le había abandonado a él y a sus tres hijos pequeños -un niño y dos niñas-, incluso deslizando una posible infidelidad. Su cadáver apareció unos días después en una playa de Biarritz.

Susperregi no pensó en indagar más a fondo sobre lo ocurrido hasta que el Ayuntamiento de Errenteria acordó a finales del pasado año dar a una plaza del pueblo el nombre de Clara Rángel, una mujer venezolana de 33 años a la que su pareja mató a cuchilladas en 2012 y que figura como la única víctima de violencia machista de la localidad desde que hay registros.

Memoria histórica de la violencia machista

El consistorio se había planteado en su Plan para la Igualdad 2023-2031 recopilar "la memoria histórica de la violencia contra las mujeres" de la localidad, por lo que Susperregi consideró conveniente elaborar un informe sobre el crimen de Elisa Beltrán y así se lo comunicó a la alcaldesa, Aizpea Otaegi.

Cuando acudió a la hemeroteca, enseguida aparecieron las crónicas de lo que entonces se llamó el crimen de Rentería, por el que el marido fue juzgado en 1950 y condenado a 30 años de cárcel, los mismos que tenía su esposa.

Con la lectura de esas informaciones, ratificó algunas de las cosas que había oído contar en casa. "Había habido mucha presión popular pidiendo justicia y una condena a 30 años fue un pequeño éxito para esa época", señala el investigador a EFE, que explica que en la localidad era vox populi que Elisa era una mujer maltratada que había llegado a decir a alguna amiga que, si le pasaba algo, el culpable sería su marido.

Una vez reconstruida la sucesión de hechos, Susperregi decidió buscar a la familia de la víctima, de la que sabía que había que había marchado a algún país de Sudamérica.

Argentina, una corazonada

"Tenía la corazonada de que habían ido a Argentina, así que pedí a una amiga investigadora de allí que me echase una mano y también recurrí a las redes sociales, y tuve la gran suerte de que la localizamos enseguida", destaca.

Fue a partir de ahí cuando el informe comenzó a tomar forma de libro, en el que ha incluido diferentes entrevistas, entre ellas una que realizó a las dos hijas de Elisa y otra a una de las nietas, que lleva el nombre de la abuela.

"Las hijas -el hijo mayor, Luis, que tenía 12 años en 1948, ya había fallecido- van recordando cómo vivieron aquellos días y cómo dejó de hablarse del asesinato de su madre porque sus tíos maternos lo veían como un tabú y no mencionaban nunca lo ocurrido. Para la nieta que heredó el nombre de Elisa, ese silencio fue como matarla dos veces", señala.

Por eso, remarca Susperregi, es muy importante para la familia este reconocimiento que se les va a rendir en Errenteria como acto de justicia con esa mujer que había nacido en Castillo de Onielo (Palencia) y que fue víctima de la violencia machista hace 77 años.

Susperregi explica que han viajado desde Argentina familiares de Elisa de tres generaciones, aunque la pena es que solo esté presente su hija pequeña, María Eugenia, de 84 años, ya que la mayor, Charito, que también tenía previsto venir, murió hace tres semanas a los 86 años.

Las dos cruzaron algunas cartas con su padre, Luis Castellano, que estuvo encarcelado tres lustros, al que también visitaron en Valencia, donde había rehecho su vida, pero allí se acabó la relación tras encararse con él por haber acabado con la vida de su madre.