Donostia. La primera sesión del juicio por el crimen de Clara Rangel, ocurrido el 29 de diciembre de 2008 en Errenteria a manos de su pareja sentimental, dejó ayer el contundente punto de vista de la abogada del Estado, personada como acusación. "En definitiva, el crimen cometido refleja una crueldad extrema y un desprecio absoluto por la mujer, a la que concibe como una mera posesión, hasta el punto de considerarse con derecho a privarle de su vida. Consideramos que su personalidad refleja el estereotipo del hombre maltratador: dominante, agresivo y violento", señaló la letrada del Estado.

Durante el inicio del juicio, que tiene lugar en la Audiencia de Gipuzkoa, se evidenciaron los problemas con el alcohol y la cocaína del acusado a lo largo de su vida, reflejados en la misma jornada de la muerte de Clara. Según el abogado que defiende al imputado, venezolano en situación irregular, la jornada del suceso el hombre estuvo tomando unas cervezas con su hermano y después subieron a casa, donde Clara impidió en varias ocasiones que su pareja entrara junto a ella. "Tras pasar la noche en esas condiciones, sin dormir, bebiendo y tomando cocaína, a las 11.30 horas del 29 de diciembre discutió por última vez, fue a la cocina y le clavó el cuchillo en circunstancias no del todo aclaradas", arguyó el letrado de la defensa.

Este abogado recordó que, días antes de la tragedia, el acusado estuvo ingresado en la sala de urgencias del Hospital Donostia tras un episodio de celos en el que rompió el teléfono móvil de ella y de su hermano. "El diagnóstico fue abuso de drogas", describió el letrado, en cuyo escrito de defensa señala que el agresor tiene el tabique nasal perforado por el abuso de cocaína. En opinión de la abogada del Estado, "esta adicción a las drogas no puede ser una excusa para evitar la responsabilidad criminal" del agresor, quien en el momento de los hechos tenía 29 años.

martutene El abogado del hijo mayor de Clara, al que el imputado también acuchilló cuando intentó defender a su madre, reconoció que el acusado "ha pasado la mayor parte de su vida relacionado con las drogas". De hecho, en Venezuela estuvo en prisión por tráfico de sustancias tóxicas y también permaneció seis meses en la cárcel de Martutene por un hecho similar, si bien resultó absuelto.

Precisamente, los problemas con las sustancias estupefacientes empujaron a que su hermano se trasladase desde Venezuela para residir en la misma casa de Errenteria junto a los dos hijos de la pareja, de dos años y seis meses de edad, así como con el retoño que Clara tuvo con su anterior pareja, que en el momento de los hechos tenía 16 años.

El abogado de la defensa expuso que la relación entre el imputado y Clara "no fue del todo buena durante 2008", ya que "se produjo una grave desavenencia debido a que ella decidió hacerse una operación de cirugía estética en Venezuela". "Según las personas que convivían con él, cambió su forma de ser un tiempo inmediatamente anterior a los hechos. El propio hijo declaró que pensaban que podía sufrir esquizofrenia porque tenía alucinaciones y veía cosas", relató este letrado, quien remarcó que los hechos juzgados "son terribles".

Por su parte, la fiscal reiteró que el día del crimen el procesado inició una "violenta" discusión con la víctima, de 33 años, en presencia de sus dos hijos pequeños, tras lo que cogió un cuchillo de cocina de 20 centímetros de hoja, se dirigió hacia la mujer y, "con ánimo de causarle la muerte", le clavó nueve veces el arma, en la espalda, una axila y el cuello, cuya herida acabó con su vida.

ataque brutal Su hijo mayor acudió a la habitación para intentar protegerla, pero el procesado también atacó al joven, quien sufrió una herida en el tórax, otra en un hombro y una tercera en la región parietal. Después, se presentó el hermano del propio agresor, quien trató de arrebatarle el arma blanca. "Si no hubiera intervenido habría seguido dándole hasta matarlo", recalcó el Ministerio fiscal, quien manifestó que Clara Rangel no tuvo "opción alguna de defenderse ante el ataque brutal de su pareja" .

La Fiscalía y las acusaciones piden penas que suman 35 años de cárcel para el procesado por el asesinato de la mujer y por un delito de homicidio en grado de tentativa del hijo mayor de la víctima; así como por las lesiones causadas a su hermano. Las indemnizaciones suman más de 106.000 euros. La fiscal planteó penas más bajas en el caso de que se considere alguna atenuante por trastorno mental del imputado.

La defensa pide la libre absolución al entender que su representado sufrió un trastorno mental transitorio debido al alcohol y también a la cocaína que le llevo a cometer el homicidio.

El juicio continúa hoy con la declaración del propio acusado y varios ertzainas que estuvieron en el lugar de los hechos, después de que ayer no pudiese hacerlo debido a que la elección del jurado popular se prolongó durante cuatro horas por las dificultades para llegar a un consenso entre las partes en la selección de los ciudadanos. Mañana se presentarán los testigos y el jueves, los peritos.