Una gruesa capa de barro y muchas piedras cubren hoy el paisaje en el barrio de Gesaltza, enclavado en el entorno de Arantzazu. Es la consecuencia de la fuerte e inesperada riada que en la tarde del miércoles cogió por sorpresa a los vecinos de esta pedanía rural oñatiarra. Una lengua de agua se abrió paso desde las faldas del Aloña, monte abajo, llevándose todo por delante. En pocos minutos la zona quedó inundada.
“Caía agua por todos los lados. Por los prados, las paredes, los tejados... El caudal era tremendo”, relata Maialen Madina del caserío Gesaltza Erdikua. El suceso ocurrió sobre las cinco de la tarde. “Estaba lloviendo, pero igual que lo hace en otras ocasiones, dentro de lo normal. Mirábamos por la ventana a ver si paraba, porque íbamos a ponerle una inyección a un ternero, y vimos cómo empezaba a bajar el agua. En un principio pensamos que igual se habría roto una tubería, pero, de repente, el prado de casa y alrededores quedó anegado. El agua venía del monte y cada vez estaba más cerca. No frenaba”, cuenta esta oñatiarra.
"Verdadero nerviosismo"
Asegura que vivieron momentos de “verdadero nerviosismo”. “Un vecino nos avisó que venía más agua y que cerráramos las puertas para que no entrara por debajo”, explica Maialen. Fueron instantes de mucha tensión para las familias de los tres caseríos de la zona afectados. “Colocamos en las puertas sacos y ladrillos, lo que pillamos en casa, para desviar el agua. Nunca habíamos visto algo así”, precisa Maialen.
La lluvia que cayó sobre las 14.30 horas hizo que esta oñatiarra pusiera a resguardo al rebaño de ovejas. Lo que no se esperaba es que unas horas más tarde, desde el icónico Aloña, un brutal caudal iba a descender arrasando con todo. Inundó la carretera a Arantzazu que tuvo que cortarse y no se reabrió hasta que se ejecutaron las primeras labores de limpieza.
Qué pudo originar la riada
La noche no ha sido tranquila. “Hemos pasado un poco de miedo”, reconoce Maialen. Primero por la incertidumbre de no saber “hasta cuándo iba a seguir subiendo el agua”, y después por si volvía a repetirse el episodio.
Hoy, el día después, los daños saltan a la vista. Numerosas piedras en el suelo, un agujero “grande” al lado de casa, el camino vecinal de la parte baja está destrozado, los prados llenos de agua y sus vallados rotos… Y aunque el susto “no nos lo quita nadie”, Maialen destaca que “estamos bien. Nosotros y los animales, y la quesería anexa al caserío no está afectada. Solo nos entró un poco de agua en el garaje y lo quitamos con escobas”. Incide, no obstante, en el barrizal y las piedras que obstaculizan algunos accesos: “No sabemos si nos toca a nosotros limpiarlo o si vendrá alguien”.
Lo vivido en la tarde del miércoles ha quedado grabado en la memoria de estos vecinos. Desconocen cómo se originó la riada. “Suponemos que en las zonas altas del monte se acumuló muchísima agua, y cuando esa barrera natural cedió, bajó todo de golpe con muchísima fuerza. Es importante saber qué ha sucedido”, apuntan.
En la subida a Arantzazu por la carretera y en otros barrios como Uribarri la tromba de agua también se hizo notar.
No han “chupado” el agua
Por su parte, desde el Ayuntamiento de Oñati informan de que se están valorando los daños provocados en accesos, prados y pistas, algunos de titularidad pública y otros privados. Técnicos municipales han visitado esta mañana las zonas afectadas.
Las labores de limpieza y retirada de piedras acometidas en la subida a Arantzazu se han sucedido también a lo largo de las últimas horas, y la circulación de vehículos está restablecida.
Sobre las posibles causas del desbordamiento del agua, las mismas fuentes municipales señalan, remitiéndose a voces expertas en espeleología, que en la zona existen muchas cuevas que absorben esta agua, y que en esta ocasión no la han “chupado”, tal vez por taponamientos en alguna cavidad. En cualquier caso, se están analizando los motivos.