“Impacta cómo esa violencia silente poco a poco va desarrollándose desde la infancia a la preadolescencia, porque cada vez son chavales y chavalas más jovencitos, de 13 o 14 años, y el despunte del machismo entre ellos y ellas”, destaca María Jesús Carmona, psicóloga sanitaria especialista en niños y adolescentes, cuando se le pregunta por la serie de Netflix protagonizada por un menor que comete un asesinato.
Con la mirada puesta en las plazas, aulas y patios, Carmona alerta del “machismo tóxico y de las faltas de respeto de personas cada vez más jóvenes, parejas, gente que no tolera lo diferente, como personas que son trans, gente que se autolesiona, chavales que tienen ataques de ansiedad constantes en clase... Creo que no estamos preparados, sobre todo a nivel educativo, porque los profesores no tienen esa formación, considera esta profesional, que reivindica la figura del psicólogo educativo para que “verifique, observe y trate de diagnosticar de primera mano todo lo que se está cociendo en las aulas de nuestros institutos, donde están las personas que vamos a tener en un futuro”. Además, insta a reflexionar sobre el cambio de centro que hacen muchos alumnos y alumnas al terminar primaria. “Niños que tienen 11 o 12 años se encuentran en un instituto, que es como una selva, sálvese quien pueda, dependiendo qué características tengas y qué desarrollo. Muchos no están preparados para ese salto a nivel macro”, señala.
Respecto a los teléfonos móviles, ese arma de doble filo que empuñan durante horas encerrados en su habitación, Carmona advierte del “abuso de las pantallas, el cansancio y la falta de sueño o la sobreestimulación que tienen de todo lo que ven. Ellos creen que tienen mucha información, pero no la saben utilizar”, asegura. De hecho, cuenta, “aquí vienen chavales con 12 años que se creen que hacer el amor con alguien es violar directamente porque ven imágenes sin estar preparados para asimilarlas. Como no hay un control parental y todo es gratuito, les llega de todo y luego pasa lo que pasa”, lamenta.
Para tratar de evitarlo, se muestra “tajante” en cuanto a la supervisión. “Es importante ver el móvil con ellos hasta los 13 o 14 años porque no saben filtrar lo que está bien. Hay que acompañarles en ese crecimiento, en esa educación sobre las redes sociales”, subraya y comenta alguna de las situaciones en las que se pueden ver inmersos. “Muchas veces ellos están leyendo cosas hacia un compañero o compañera, al que se le está haciendo ciberbullying o dejando de lado, y no saben hacer nada, se quedan tal cual y si eso lo hacen a través del teléfono, en su día a día lo hacen más”, asegura.