El giro ideológico hacia posturas cada vez más intransigentes con la población extranjera, salvo casos puntuales, no ha llegado a Euskadi. La sociedad vasca se muestra preocupada por todo aquello que amenaza su estado de bienestar, pero no convierte a los flujos migratorios en chivo expiatorio. De hecho, rechaza un sistema de protección social únicamente para las personas autóctonas, ya que considera que tanto la educación pública como la sanidad son derechos universales para todas las personas.
Eso sí, cuando se le pregunta sobre cuestiones como el derecho al voto, la reagrupación familiar, el acceso a VPO o ayudas sociales, esa percepción varía: la mayoría de la población vasca es partidaria de restringirlos a aquellas personas que se encuentran en una situación administrativa regular. De hecho, el 52,8% de los vascos solo permitiría la entrada a inmigrantes con un contrato laboral.
Son algunas de las conclusiones del barómetro 2024 de Ikuspegi sobre las percepciones y actitudes hacia la población de origen extranjero. Para elaborar este informe se realizó un trabajo de campo entre el 18 de marzo y el 17 de mayo del año pasado, que recoge los principales resultados de la encuesta anual sobre las creencias de la población vasca ante la inmigración. Un escenario que ha cambiado con respecto a estudios anteriores.
La población vasca no atribuye el aumento del paro ni la bajada de los sueldos a la población inmigrante, al entender que se trata de procesos de carácter sistémico y estructural
La emergencia sanitaria por el covid-19 y la crisis humanitaria provocada por la invasión rusa de Ucrania estaban detrás de la respuesta de la sociedad vasca cerrando filas con posiciones y actitudes más inclusivas y tolerantes hacia las personas de origen extranjero. Una vez desaparecida la pandemia, y haberse cronificado la guerra en Ucrania con una estabilización de la demanda de asilo, la postura de la población hacia las personas de origen extranjero ha vuelto a niveles de 2019 y 2020. ¿Qué se observa?
La sociedad vasca tiene "importantes problemas", fundamentalmente de índole económica o relacionadas con la vivienda, pero entre ellos no está la cuestión migratoria: "nunca ha sido percibida como un problema y tampoco lo es ahora", según recoge el informe, que ha presentado este jueves en Bilbao la consejera de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico, Nerea Melgosa, junto a la vicerrectora de Coordinación y Compromiso Social de la UPV/EHU, Aitziber Mendiguren y Julia Shershneva, directora del Observatorio Vasco de Inmigración.
Vascas y vascos consideran que existen otras cuestiones más prioritarias y acuciantes. Sólo el 3,8% de la población cree que la inmigración es un problema que les afecta de manera directa, a nivel personal. En comparación al año pasado, esa percepción aumenta ligeramente, pero la tendencia desde el final de la crisis económica de (2008-2014) de no considerar la inmigración como un problema relevante en la CAE se mantiene.
Solo el 9% de la población ubica a la inmigración entre los tres principales problemas de Euskadi, por detrás de la sanidad, la vivienda, la economía, el paro, las pensiones, la inseguridad ciudadana o la educación. Los resultados de este estudio establecen que en la sociedad vasca existe un grupo "tolerante" con la inmigración (48,6%), otro "ambivalente" (35,5%) y otro ""reacio" (15,8%). Shershneva ha precisado que "el perfil tolerante está integrado, mayoritariamente, por gente joven, con estudios, euskaldun y de ideología de izquierdas", mientras que el reacio está conformado por gente más mayor y con condiciones laborales más precarias. El grupo 'ambivalente', por el contrario, "no es homogéneo".
Sobredimensión del fenómeno migratorio
Al comparar la percepción de la sociedad vasca con las cifras reales de personas de origen extranjero en Euskadi, un año más se constata la sobredimensión del fenómeno migratorio. La percepción es del 24,2% del total de la población, un porcentaje que dobla la cifra de personas de origen extranjero empadronadas y registradas en las estadísticas oficiales (13,2%). Aunque no es un dato nuevo, el de 2024 destaca como el más alto de toda la serie histórica, con un incremento de 2,8 puntos respecto al año anterior.
Algo similar ocurre con la percepción del origen de esta inmigración ya que la mayoría mantiene que proceden del Magreb cuando el 73 % es latinoamericano.
En cuanto a la evolución que pueda tener la inmigración en los próximos cinco años, gran parte de la sociedad vasca (82,8%) opina que esta va a aumentar y que van a seguir llegando personas de origen extranjero a la comunidad. El porcentaje de personas que así lo creen ha aumentado en cerca de diez puntos porcentuales en el último año.
Requisitos de acceso vinculados al mercado laboral
Un 24,6% de la población vasca es partidaria de no poner ningún obstáculo legal a la entrada de inmigrantes. Por su parte, un 70% estaría a favor de su llegada pero bajo ciertas condiciones: o bien porque poseen un contrato de trabajo (52,8%) o porque cumplen otro tipo de requisitos legales (17,2%). Así, únicamente el 1,4% de la población prohibiría por completo la entrada a personas inmigrantes.
En general, “vemos que la sociedad vasca está a favor de permitir la entrada a las personas de origen extranjero, pero vincula los requisitos de acceso a las necesidades del mercado laboral”, según señala el documento. Se trata de una percepción mayoritaria a lo largo de las últimas dos décadas, en la que tanto hombres como mujeres opinan de forma similar.
Sólo el 3,8% de la población cree que la inmigración es un problema que les afecta de manera directa, a nivel personal
Respecto a la regularización de las personas en situación administrativa irregular, la sociedad vasca, a grandes rasgos, se muestra a favor (el 82,2% está a favor de regularizarles con o sin condiciones). En este sentido, algo más de la mitad de la población vasca (50,8%) opina que se debería regularizar únicamente a aquellas personas con un contrato de trabajo, mientras que otro tercio de la sociedad, un 31,4%, es partidaria de regularizar a todas las personas en situación administrativa irregular, independientemente de su situación.
Por su parte, un 6,4% de las vascas y vascos opinan que se debería expulsar a todas las personas en esta situación, mientras que otro 6,1% aboga por facilitarles medios para que vuelvan a su país. Sobre los menores no acompañados, en su mayoría magrebíes, el 39,5% es partidario de atenderles hasta un cupo y repartir el resto entre las distintas comunidades autónomas; el 20,9% apoya devolverlos a su país y el 36,4% defiende que hay que proporcionarles pisos o residencias tuteladas.
Efectos sobre la economía
Analizando los efectos que la llegada de personas inmigrantes pueda tener sobre la economía, en términos generales, la población vasca valora de forma positiva su contribución en el bienestar colectivo. Así, siete de cada diez consideran que su presencia es fundamental en ciertos sectores (74,9%) y otro 66,2% que la inmigración permite que la economía funcione mejor.
De forma paralela, la población vasca no atribuye el aumento del paro ni bajada de los sueldos a la población inmigrante, al estar en desacuerdo el 68,2% y el 69,6%, respectivamente. La población entiende que estos son procesos de carácter sistémico y estructural.
Estereotipos hacia la inmigración
El estudio refleja que se observa una tendencia positiva en relación con la presencia de estereotipos falsos y negativos hacia la inmigración de origen extranjero. La mayoría de la ciudadanía los rechaza, incluso en el caso de los prejuicios más extendidos, como que los inmigrantes se benefician del sistema de protección social o que aumenta el machismo.
La percepción del fenómeno migratorio sigue sobredimensionada: se cree que representan el 24,2% del total de la población, un porcentaje que dobla a la cifra de personas de origen extranjero empadronadas
En cuanto al grado de simpatía, las personas procedentes del la UE Occidental y Argentina destacan por tener la puntuación más alta. Por otro lado, el menor grado de simpatía se muestra hacia personas de origen magrebí, que, aunque no a gran distancia, tiene la puntuación más baja.
La sociedad vasca es cada vez más consciente de que la cuestión migratoria es un proceso social estructural dentro de una dinámica más global. Los datos parecen indicar que está interiorizando que todas las personas que residimos en la CAE, de una manera u otra, podemos aportar a nuestro bienestar y que avanzar en el establecimiento de los mecanismos que permitan la participación real de todas las personas en el marco de nuestro estado de derecho, que es el que establece nuestros derechos y obligaciones.