Las sucesivas crisis que han puesto a prueba a la sociedad vasca en los últimos años no han convertido a la población inmigrante en el chivo expiatorio, como ha venido ocurriendo en otros territorios. Euskadi tiene problemas importantes, fundamentalmente de índole económica, pero entre ellos no figura la cuestión migratoria. Nunca ha sido percibida como un problema y tampoco lo es este año.

Así se desprende del barómetro de 2023, el estudio sociológico que analiza las actitudes y las opiniones de la sociedad vasca hacia la población de origen extranjero. El documento presentado este miércoles refleja que actualmente entre los motivos de preocupación social figuran otras realidades, como la inflación y el desempleo, que nada tienen que ver con la inmigración. Se mantiene así un alto grado de tolerancia hacia la población extranjera, de tal manera que siete de cada diez vascos consideran que su aportación es determinante en la mejora de la economía. “La sociedad es cada vez más abierta a la diversidad”, ha indicado Julia Shershneva, directora de Ikuspegi, el Observatorio Vasco de Inmigración.

Shershneva ha desgranado los datos del estudio durante un acto en la subdelegación del Gobierno Vasco en Bilbao en el que también han intervenido Nerea Melgosa, consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales y Gorka Moreno, vicerrector del Campus de Bizkaia de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). El informe, basado en 600 encuestas realizadas el pasado mes de marzo, indica que la población apoya que la salud y la educación sean universales, y la mayoría de la sociedad vasca (77,2%) espera que los inmigrantes “hagan el esfuerzo” de adaptarse a las costumbres locales.

Solo el 4,7% de la población percibe que la inmigración es un problema para Euskadi. Se trata de la cifra más baja registrada en toda la serie del estudio. El documento, en todo caso, presenta “luces y sombras”, como ha reconocido la propia Melgosa, ya que el número de personas favorables a acoger solicitantes de asilo y refugio sin restricciones ha disminuido, pasando de representar la mitad de la población a un 37,4%.

Guerra en Ucrania

Esta caída del grado de aceptación viene determinada por un año en el que el índice de tolerancia había marcado “una cifra récord” tras la guerra de Ucrania. “Una vez desaparecida la emergencia social por la crisis humanitaria”, destaca el informe, los datos muestran que el nivel de tolerancia vuelve a ser “similar” al periodo anterior a la crisis.

Así, el barómetro de 2023 refleja una tendencia “a la normalidad” tras unos años marcados por coyunturas socioeconómicas muy complejas. A pesar de haberse vivido tiempos tan convulsos, se ha asentado un discurso funcional sobre la inmigración, reconociendo la contribución positiva de la población extranjera al mercado laboral. “En contextos económicos adversos la inmigración acaba convirtiéndose en un chivo expiatorio, pero eso es algo que aquí no está ocurriendo. Y esa no noticia es lo más relevante, lo que demuestra la madurez de la sociedad vasca hacia la inmigración”, señaló Moreno.

Hay una constante que se mantiene desde 2007: se sobredimensiona el fenómeno migratorio. Se percibe que existe un 20% de población extranjera, cuando en realidad se sitúa en Euskadi en torno al 12%, según expuso Shershneva.

El estudio también revela que, pese a los rumores acerca de posibles abusos al sistema de protección social, la sociedad vasca rechaza la idea de un sistema exclusivo para las personas autóctonas. Existe también un fuerte apoyo a que derechos fundamentales, como la salud, la educación y la asistencia jurídica, sean universales para todas las personas, independientemente de su origen.

Asimismo, comparado con datos de 2016, en 2023 la población vasca percibe a las personas de todas las procedencias como más integradas en la sociedad, “incluso aquellas consideradas cultural o simbólicamente más distantes”. A este respecto, las mujeres de origen extranjero son especialmente valoradas por su contribución a la sociedad vasca, en especial en el ámbito económico y en labores del hogar y cuidados.

Los datos mejoran, pero las cifras siguen reflejando la estigmatización de ciertos colectivos de personas de origen extranjero, principalmente las procedentes de Marruecos, Argelia o Magreb en general, que siguen despertando menor simpatía y más recelos en la convivencia diaria. La confianza hacia el islam “tampoco es buena”, según destaca el estudio.

Melgosa resaltó ayer la “extraordinaria” respuesta solidaria del pueblo vasco con las personas desplazadas por la guerra en Ucrania, pero recordó que “en África se libra más de una docena de conflictos armados” que provocan miles y miles de desplazamientos. En ese sentido, tuvo palabras para las personas migrantes asentadas en Euskadi, para quienes pidió comprensión y empatía.