La calle Arrandi de Barakaldo es un lugar muy céntrico de la localidad fabril, de hecho, está paralelo a Los Fueros y la Herriko Plaza, pero es un entorno en el que la mayoría se conocen.
Muchos de los vecinos de este lugar conocían a Alicia, la mujer de 84 años que fue asesinada en la tarde del viernes, presuntamente, por Enrique, su hijo de unos 60 años.
Ante todo lo ocurrido, en Arrandi están conmocionados. Muy pocas personas quieren hablar públicamente del atroz suceso, aunque en privado es una de las cuestiones, lógicamente, que más se comenta, más ante la gran presencia de cámaras y medios de comunicación frente al portal donde se ubica la vivienda en la que sucedió el matricidio.
Por desgracia, lo ocurrido no es algo que haya pillado por sorpresa a algunos de quienes conocían a Alicia y Enrique. “Lo que ha pasado es algo que se veía venir, si no la hubiera matado ayer, hubiera sido otro día”, ha apuntado el propietario del BarJokin, un establecimiento ubicado justo al lado de la vivienda en la que Alicia vivía con Enrique.
Dos décadas en el barrio
Madre e hijo solían frecuentar este establecimiento que lleva dos décadas en la calle Arrandi. “Ella era una mujer muy sencilla, muy humilde y muy reservada. Se veía que el hijo le hablaba y le trataba mal. La maltrataba psicológicamente. No pocas veces le decía que no le había criado ella, sino sus abuelos!, comenta.
Alicia era una mujer reservada, cuenta el hostelero. "Jamás te contaba lo que le pasaba en casa, si me lo hubiese dicho, yo hubiese sido el primero que hubiera denunciado. Aquí nos conocemos casi todos, pero de la vida de ella y de él tampoco sabíamos mucho porque no contaban demasiado” dice el propietario de este bar.
Denuncia sin éxito
Pero los vecinos sí sabían que Enrique ejercía violencia hacia su madre y trataron de impedir el fatal final. “Los vecinos avisaron a la Ertzaintza, intentaron que se denunciase, pero no sé si ella o alguien de la familia frenó el tema”, ha afirmado el responsable de este local en el que tanto la víctima como su presunto verdugo solían pedir “un café y una cerveza”.
Una cerveza por la tarde
El presunto asesino estuvo en el local el viernes, poco antes de matar presuntamente a su madre.
“Estuvo aquí, se tomó una cerveza, subió a casa, vería algo que no le gustaría... Yo qué sé. La ha matado y lo ha hecho de una forma muy cruel, la ha matado a palos”, ha indicado el responsable de este bar en el que la vida sigue, pero a lo largo de esta mañana lo ha hecho de una forma muy diferente y mucho más triste.
"Es algo horrible"
Manu Rodríguez trabaja en la carnicería que está a escasos 20 metros del número 27 de la calle Arrandi. El viernes se disponía a abrir el establecimiento cuando, de pronto, vio un despliegue que hacía presagiar que algo grave había pasado.
“Cuando vine vi que había tres coches de la Ertzaintza y dos ambulancias. No podía imaginar lo que había ocurrido. Es algo terrible. No les conocía de nada a ninguno de los dos, pero es increíble que alguien pueda hacer algo así”, ha declarado Manu.
Por su parte, el propietario del Bar Jokin también vio llegar todo el despliegue policial y sanitario al lugar de los hechos.
“Cuando vi que se bajaban y venían aquí al lado, imaginé que él le había hecho algo, pero esperaba que no fuese lo que finalmente ha pasado. Cuando vi que la ambulancia se iba vacía, sin ella, ya supe que había pasado lo peor”, ha afirmado este hombre que conoce “de toda la vida” al presunto asesino pero “jamás he querido tener relación con él por su forma de ser”.
Los vecinos de la calle Arrandi están conmocionados por el que es ya, a 4 de enero, el primer asesinato machista de 2025 en Euskal Herria.