“Nos conformaríamos con un espacio de dos metros cuadrados en el que poder dormir tranquilos; es dura la vida en la calle”. Mohammed Alsaid y su amigo Osman respondían así a este periódico antes de acostarse en su morada, un rincón perdido del Estadio de Anoeta, en medio de una noche cerrada. Como estos dos jóvenes entrevistados en octubre del año pasado, en Euskadi hay 658 personas en situación de calle, un tercio de las cuales lleva sin hogar más de cuatro años. Casi 2.000 personas más se verían obligadas a dormir al raso si no fuera por los recursos de alojamiento en los que se encuentran actualmente.

El acceso a la vivienda, además de ser un derecho subjetivo, “es el primer paso de un proceso que se oriente verdaderamente a la inclusión”. Son palabras expresadas este miércoles por Nerea Melgosa, consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, que ha dado hoy a conocer las líneas maestras del borrador de la II Estrategia vasca contra la exclusión residencial grave para el periodo 2023-2028.

Aquella noche de octubre en la que Mohammed y Osman se disponían a dormir en la calle, Farid se removía sobre su cartón. “Me han pegado, me han robado la ropa varias veces. No puedo ir todo el día con ella a todos los sitios. La escondo y desaparece”, lamentaba este joven marroquí de 32 años. La iniciativa Kale Gorrian, financiada por el Gobierno Vasco, permitió contabilizar aquella noche un total de 220 personas durmiendo en la calle en Donostia, en unas condiciones de vida que, evidentemente, no eran las mejores para que puedan avanzar, siempre que sea posible, hacia su plena inclusión.

Entre 2018 y 2022 el número de personas sin hogar localizadas en calle se ha incrementado notablemente: de 430 a 658 personas (507 en las tres capitales vascas), manteniéndose una tendencia al alza tras la pandemia. El incremento más acusado se registró en Donostia, una ciudad de contrastes, como ha reflejado este miércoles el crucero lujoso con capacidad para casi 200 personas que fondeó en aguas donostiarras.

Las calles de Donostia y Bilbao acogen al 71,3% del sinhogarismo en Euskadi (471 personas), con cifras muy superiores a Gasteiz (41 personas), y muy por encima de otros municipios guipuzcoanos como Irun (21), Errenteria (14) o Tolosa, con ocho personas localizadas, según el último recuento. Durante los últimos cinco años, el número de personas en recursos de alojamiento, que de otro modo vivirían en la calle, también ha crecido, de 1.253 a 1.991. En el conjunto de la CAV las mujeres sin techo representan el 5,2% del total.

Situaciones de calle entre menores de 30 años

El borrador del documento establece 19 medidas para prevenir y reducir la exclusión residencial. La estrategia pasa por adecuar los sistemas de servicios sociales, empleo, salud y garantía de ingresos a las necesidades de estas personas. A este respecto, es especialmente preocupante el caso de los jóvenes. Aumenta las situaciones de calle entre los menores de 30 años. En el conjunto de las tres capitales vascas han pasado del 25% al 35% entre 2016 y 2022, según los datos facilitados por el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco.

“Las nuevas medidas van encaminadas a ayudar a los y las jóvenes sin referentes familiares en su tránsito a la vida adulta, acompañando a aquellas personas jóvenes dadas de alta en centros residenciales y de internamiento”. La consejera ha inaugurado este miércoles las VI Jornadas sobre exclusión residencial en Euskadi, organizadas por el Gobierno Vasco junto a los ayuntamientos de las tres capitales vascas.

En la jornada celebrada en el Palacio de Congresos Europa en Vitoria-Gasteiz, Melgosa ha estado acompañada por Lide Amilibia, viceconsejera de Políticas Sociales; Marian Olabarrieta, directora de Servicios Sociales del Gobierno Vasco; y Xabier Legarreta, director de Migración y Asilo del Gobierno Vasco.

La edad, el género y el origen parecen pesar más que nunca a la hora de trazar el perfil del sector poblacional que se desliza por la pendiente de la exclusión social en Gipuzkoa. Así, jóvenes sin hogar y mujeres migrantes son los dos colectivos que con más frecuencia llamaron el año pasado a las puertas de Cáritas en el territorio.

Recursos especializados para mujeres

La consejera Melgosa ha recalcado que el nuevo borrador vasco asume “el compromiso” de crear recursos especializados para uso exclusivo de mujeres en situación desfavorecida. “Las mujeres somos más vulnerables a la exclusión residencial, por factores como las desigualdades sociales de género, la discriminación laboral y la falta de autonomía económica. Nos seguimos enfrentando a múltiples barreras que nos excluyen de muchos derechos, y el acceso a la vivienda no es la excepción”, asegura la consejera.

En Gipuzkoa, ocho de cada diez solicitantes de ayuda a las puertas de Cáritas son de origen extranjero. Son en total 17.213 personas atendidas durante el año pasado, con un incremento de casi 2.000 respecto a 2021. Los datos de la entidad diocesana coinciden con los del Gobierno Vasco al señalar que el incremento de sin techo en Euskadi se explica, principalmente, por la mayor presencia de personas extranjeras.

El 75% de quienes se encuentran en situación de exclusión residencial confiesa que quieren seguir radicadas en el mismo municipio. Un 20% realiza alguna actividad o trabajo que le reporta algún ingreso económico. No disponen de vivienda, y reclaman una alternativa habitacional adaptada a sus necesidades. Ése es precisamente el objetivo de la Viceconsejería de Políticas Sociales del Gobierno Vasco, que trabaja en el borrador de la estrategia en coordinación con las entidades del tercer sector social y el resto de instituciones.