El administrador de Mediapro, Jaume Roures, ha explicado en el juicio por presunto espionaje contra él que los correos electrónicos que supuestamente le sustrajeron de su dirección corporativa, que ha cuantificado en más de 11.000, contenían información sensible de la compañía.

Así lo ha afirmado en la primera sesión del juicio celebrado hoy martes en el juzgado penal 20 de Barcelona, donde Roures -que ejerce de acusación particular y que hoy sido el primer testigo en declarar- ha afirmado que los correos electrónicos sustraídos contenían información que iba desde el concurso de acreedores que la empresa afrontaba cuando sucedieron los hechos, al menos entre 2009 y 2011, a "lo que se conoció en su momento como la llamada guerra del fútbol".

La Fiscalía solicita cuatro años de cárcel y multas de 14.400 euros para un exresponsable del departamento de informática de Mediapro y para una persona relacionada con la empresa Bonus Sport Marketing (BSM), a los que acusa de haber espiado durante al menos tres años los correos electrónicos de Roures.

Inicialmente, Mediapro se querelló también por el supuesto espionaje contra el expresidente del FC Barcelona Sandro Rosell -quien había sido el propietario de BSM-, al considerar que guardaba relación con la sustracción de correos electrónicos, aunque el juzgado que investigó el caso archivó la causa contra él, decisión que luego avaló la Audiencia de Barcelona.

La Fiscalía sostiene en su escrito de acusación que el responsable de informática de Mediapro, accedió "de manera sistemática" a la cuenta de correo corporativo de Roures, sin su consentimiento, e hizo una copia de aquellos mensajes que enviaba a personas y entidades "relacionadas con su ámbito profesional y personal".

El informático, añade el ministerio público, remitía las copias de esos correos al otro acusado, a quien interesaban los mensajes relacionados con la actividad empresarial de Mediapro, por dedicarse al mismo sector del marketing deportivo.

Roures ha reiterado en varias ocasiones que el exinformático acusado había sustraído 11.566 correos electrónicos que procedían de su cuenta personal, con "información supersensible del concurso de acreedorees, la guerra del fútbol, las relaciones con los abogados", entre otras cuestiones.

Además, ha afirmado que la información sustraída de su cuenta podía tener interés para el Barça, entidad deportiva con la que los dos acusados estuvieron vinculados profesionalmente, al recoger actividades económicas de Mediapro, todas ellas lícitas, así como otras informaciones relevantes.

El empresario audiovisual también ha testificado que se presentó en el despacho del entonces presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, donde también estaba el acusado vinculado a BSM, donde supuestamente le reconocieron que habían recibido esos correos, pero que los habían borrado.

Por su parte, el informático -que solo ha contestado a preguntas de los letrados de las defensas- ha reconocido que realizó los envíos de los correos electrónicos desde la cuenta de Roures a direcciones de BSM sin su consentimiento, aunque ha rechazado la acusación de que el objetivo era filtrar informaciones sensibles.

Además, ha afirmado que tuvo una reunión con Roures, entre otros presentes, en la que, según su versión, se sintió coaccionado y en la que supuestamente le presionaron para "que acusara al señor Rosell de que era el instigador o el origen" del supuesto espionaje.

En la sesión de este martes también ha testificado Sandro Rosell, que ha explicado que recibió a Roures en su despacho, donde el empresario audiovisual le acusó de haberle espiado y, tras lo cual, ha afirmado que le dijo:"Si me renuevas los derechos de la televisión no te haré nada".

Sobre el informático, ha testificado que le consta que los abogados de Mediapro "le pusieron mucha presión" para intentar que dijera "cosas que no eran".

En cuanto al segundo acusado, la juez ha permitido que declare en último lugar, en un juicio que se alargará durante toda la semana.