Formar a las mujeres refugiadas en Lesbos (Grecia) para que adquieran destrezas laborales y abrirles así las puertas a un futuro lejos del campo de refugiados es uno de los objetivos del centro de día de la ONG When We Band Together. La comitiva del Gobierno Vasco liderada por la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Nerea Melgosa, visitó este centro, en el que las mujeres desplazadas acceden a cursos de idiomas o informática, entre otra formación orientada a dotarlas de las habilidades necesarias para encontrar un trabajo.

Visita a las cocinas de Zaporeak, y reparto de las raciones.

La consejera elogió la apuesta de When We Band Together por la salud mental de estas mujeres, empoderarlas y sobre todo por hacerles “ver que tienen un futuro que no se queda en el campo”, sino que tienen “otras posibilidades para construir una vida mejor, que es para lo que han salido de sus países”.

El sueño de un futuro diferente

El centro está abierto de 9.00 a 16.30 horas y el número de mujeres y niños atendidos fluctúa a diario, aunque lo habitual es que se llegue al centenar de mujeres y se ronde el medio centenar de niños, explicó la malagueña Cira Villar, que forma parte del equipo de diez trabajadores del centro, a los que se suma cada día otra decena de voluntarias refugiadas.

Las mujeres se sienten “seguras” en este espacio en el que pueden hacer tranquilas cosas tan básicas como ducharse con intimidad, ya que en el campo las condiciones son “terribles” y no es infrecuente que haya “tensiones” y también que “sientan miedo”.

En este lugar, en cambio,  “el sonido de fondo son las risas y la música siempre”, dice Cira, que añade: “Me he dado cuenta de que el idioma no importa. El lenguaje universal del amor, de las risas, de las miradas y de la música es universal y tiene un poder muy fuerte”.

A veces estas mujeres “simplemente se sientan a tomar un té, a socializar con las amigas y luego se ponen a bailar”, mientras sus hijos pueden también evadirse la realidad del campamento de refugiados jugando, pintando, cantando y correteando por las instalaciones, que tienen juguetes y campos de juegos.

Reparto de ropa

El centro acogió ayer un reparto de ropa donada. Una parte muy importante de estas prendas procede de una empresa de Euskadi que cada temporada entrega ropa nueva con su correspondiente etiqueta que no saca a la venta por tener pequeñas taras. El resto de las prendas son de segunda mano y son donadas por ciudadanos particulares. El coordinador de Zaporeak en Lesbos, Jakub Shamani, recuerda que las prendas donadas deben estar presentables porque a los refugiados, “como a cualquier persona, les gusta llevar ropa en buen estado”.

Sin embargo, lamenta, hay gente “con buena intención” que entrega incluso “ropa rota, con agujeros”, lo que supone una carga adicional de trabajo para las ONG –obligadas a una labor más intensa de selección– y que incluso puede ocupar en el transporte el lugar de una prenda que sí podría usarse.

El centro lo dirige Stavros Mirogiannis, que fue gerente del campo de refugiados Kara Tepe I entre 2015 y 2019, y que cree que dar una atención digna a los desplazados es una “obligación” y que se deben respetar los derechos humanos, “porque son para todos”. “No se puede ni se debe tratar a los refugiados como si fueran rehenes”. “Pasemos de las palabras a los hechos”, indicó Mirogiannis, quien explicó que con este centro de mujeres su ONG quiere “marcar la diferencia” y poder “cambiar las cosas”.

Además de visitar las instalaciones de When We Band Together, la comitiva vasca también participó en la elaboración de las 2.200 raciones de comida que cada día reparte la ONG donostiarra Zaporeak entre los refugiados. La consejera no dudó en calzarse el delantal y participar como una voluntaria más en la preparación de las 2.200 raciones del día: ensalada de garbanzos.

Junto a ella, también con su camiseta de Zaporeak, Xabier Legarreta, participó en la preparación y emplatado de los alimentos que fueron repartidos entre las personas refugiadas y las organizaciones del entorno que trabajan con ellas. Posteriormente, ambos viajaron al campamento para proceder a la entrega de los alimentos. La jornada terminó con una deliciosa comida en las cocinas de la ONG vasca.