Francisco Rábano está a punto de cumplir un viaje que le ha llevado desde Portbou (Girona) hasta Hondarribia. Más de 5.500 kilómetros que ha recorrido a pie dando la vuelta a todo el litoral ibérico y que, en realidad, le separan de una distancia mayor: Silicon Valley. “He pasado de una vida sedentaria como ejecutivo de una tecnológica con catorce horas diarias pegado al ordenador a recorrer toda la costa ibérica. Si me lo llegan a decir hace cinco años, no me lo creo”, cuenta este natural de Bierzo (Ponferrada) residente en Málaga.

Un tercer aviso en forma de hospitalización por un episodio de estrés llevó hace unos años a Rábano a plantearse su vida de otra manera. Como parte de una empresa internacional puntera en la gran cuna de las start-ups había conseguido un estatus laboral importante, sentirse realizado, conocer gente “increíble” de todo el mundo y salir recompensando económicamente. A cambio, el sacrificio había sido notable. “Había consecuencias físicas y psicológicas. Pasé de pesar 80 kilos a 120 y fui ingresado tres veces por estrés. Yo pensaba que estaba bien, pero no lo estaba”, relata.

Acompañado por una amiga que tuvo que someterse a una operación de urgencia por una situación similar, Rábano reflexionó y se dio cuenta de que esos siete años laborales el peaje personal lo había pasado por alto. “Nos preguntamos, ¿y por qué no nos echamos a caminar? ¿Por qué no tratamos de darle la vuelta andando?”, indica. Dos meses después, ambos estaban recorriendo los 200 kilómetros del Camiño dos Faros, en Galicia. Era el germen de una nueva vida que estaba por venir.

Integrarse en cada sitio

Tras varias rutas más por el Camino de Santiago, la costa portuguesa, sendas históricas del interior ibérico y el litoral de Almería, Rábano comenzó hace 18 meses su mayor reto: dar la vuelta a la costa ibérica. “He viajado como nómada digital, pero llevado al día a día, a no saber dónde iba a dormir ni dónde iba a comer. He tratado de integrarme en cada sitio, sin planificar, y solo a donde mis pies me llevasen”, explica este caminante que ha compaginado el teletrabajo con el viaje.

Esta travesía tendrá este martes su punto y final en el faro hondarribitarra de Higuer. Lo hará, además, después de haberse reunido con 108 empresas con impacto social de España y Portugal. “No necesitamos ir fuera para encontrar talento o innovación. Este viaje me ha descubierto no solo la geografía, también el valor que tenemos”, indica sobre un recorrido que también le ha ha abierto las puertas a buena parte de los proyectos empresariales más importantes que tienen un propósito social detrás.

“He acabado enamorado de lo que tenemos”, añade, mencionando parajes como el Cabo Ortegal (La Coruña), Cabo de Gata (Almería), el Cañón de Nazaré (Portugal), la Costa Brava (Girona) y el Flysch de Zumaia. “Antes de partir era uno de los lugares que más quería visitar. Lo que teneís aquí es una joya. Tenéis un color verde que es único”, alaba.

Hondarribia, por lo tanto, será la meta final de un viaje único. A partir del miércoles llegará el tan ansiado descanso. “Solo pienso en parar. Ha sido un viaje increíble y ahora es turno de reponer fuerzas”, asegura entre risas.