El rescate en Cantabria de un espeleólogo de Arrasate de 27 años, que se quedó sin fuerzas durante una ruta en la cueva La Gándara de Soba, ha comenzado a circular este domingo entre los grupos de whatsapp, donde los deportistas más experimentados señalan que la travesía donde se ha registrado el incidente es “muy conocida y concurrida”, pero que “exige regular fuerzas”. 

La noticia no ha pasado desapercibida en la Unión de Espeleólogos Vascos. “En Arrasate no hay grupo de espeleología, el más cercano es el nuestro, de Oñati. Aunque no lo sabemos con certeza, probablemente haya ido por libre”, sospecha Andoni Olalde, integrante de Aloña Mendi Espeleología Taldea. 

El joven realizaba la travesía entre Los Calígrafos y La Gándara, junto a un grupo de siete personas procedentes de Gasteiz y de Navarra. El dispositivo se ha activado durante la madrugada de este domingo, cuando el joven se encontraba a unas cuatro horas de la salida de la cavidad y no podía continuar la ruta al estar extenuado. “No es ninguna broma esa travesía. Es muy típica, pero es también exigente y cualquiera no va. Aunque no es muy complicada técnicamente, tienes que saber, porque es un recorrido largo durante el cual es importante regular las fuerzas”, insiste Olalde. 

Testigos de un mundo subterráneo desconocido

Con frecuencia, con sustos como el de este fin de semana, cuando los espeleólogos salen a la superficie se lo piensan dos veces antes de volver a entrar en cavidades tan profundas. Pasado el mal trago, reconocen que hay algo de “adictivo” en esas expediciones en las que son testigos del mundo subterráneo desconocido que alumbran. 

"La del macizo kárstico de Larra es una salvajada, a 1.500 metros de profundidad. Es como si fuera el Everest pero al revés"

Andoni Olalde - Espeleólogo

Una actividad altruista, cultural, deportiva y también científica, como en la que están inmersos estos días medio centenar de espeleólogos vascos, en la campaña del macizo kárstico de Larra (Isaba-Navarra y Ansó-Huesca). En las entrañas de la montaña se está llevando a cabo una exploración, a más de 1.500 metros de profundidad. “Es una salvajada. Durante muchos años fue la sima más famosa del mundo, y sigue ahí arriba en el ranking. Se trata de una exploración que exige levantar hasta cuatro campamentos dentro. Es como si fuera el Everest, pero al revés”, compara Olalde. 

A la campaña se han sumado, entre otros, espeleólogos franceses y madrileños. Deportistas que saben lo “duro y costoso” que es bajar, algo que exige "condiciones físicas de primer nivel" porque no solo influye el cansancio. También el frío, y aguantar durante horas la ropa mojada. Sin olvidar que, a fin de cuentas, lo más importante es salir para contarlo.