Grandes conciertos de verano pueden ser escenario de grandes vulneraciones de derechos. La misma lógica de barra libre al consumo de alcohol y drogas que ha normalizado los atracones etílicos se instala para "asumir" como “inevitable” conductas de acoso o insistencia que, pese a no ser consentidas, e incluso rechazadas, “son ejercidas contra las mujeres”.

Es lo que muchas chicas llaman ‘baboseo’, como define una nueva guía “para la reflexión y actuación” ante este tipo de conductas. Una herramienta que el Gobierno Vasco ha presentado esta semana, y que pone el foco en esos comportamientos masculinos lesivos, más sutiles de lo que puede ser una grave agresión sexual, pero igualmente dañinos, y que forman parte del discurrir habitual en festivales, conciertos y grandes eventos culturales.

Así, se tiende a normalizar una serie de “rozamientos, contactos físicos no deseados", e incluso seguimientos a chicas por espacios poco frecuentados, que no tienen nada de normal. Y un término para describir todo ello -'baboseo', de uso frecuente- que parece rebajar el impacto de estas agresiones, que habitualmente se comenten bajo el anonimato del bullicio en los grandes recintos festivos.

Las fiestas de San Fermín en Iruñea se acaban de cerrar con una investigación policial que finalmente ha rebajado la alerta causada por los ocho posibles casos de sumisión química, casi todos ellos denunciados por mujeres. Un episodio que ha pasado a atribuirse a un mero acto de gamberrismo.

Un acto que, en sí mismo, es una agresión. “Los contextos festivos, especialmente donde está presente el consumo de alcohol y drogas como parte normalizada de la diversión, son escenario de agresiones de distinto tipo. Y las más frecuentes son precisamente aquellas que no implican una agresión sexual con violencia”, precisa el documento de 23 páginas editado por Emakunde.

Actitudes hostiles que son rechazadas abiertamente, y que por mucho que se repitan, “ni se pueden banalizar, ni se pueden considerar como algo habitual e inevitable”, señala el informe. El acoso verbal, por ejemplo, o la denigración, tantas veces "invisibilizadas” en eventos culturales masivos.

El Jazzaldia como antesala de la Aste Nagusia

El documento parte de la base de que es necesario un análisis “cada vez más detallado” de la violencia machista. Desenmascarar esos episodios en los espacios culturales es el objetivo de esta nueva guía, que sirve de complemento a la que se presentó el 23 de mayo, otra útil herramienta para los ayuntamientos a la hora de organizar sus fiestas y eventos.

Un verano en el que motivos de celebración no faltan. Quien más quien menos se ha sacudido la parálisis de la pandemia, algo que se palpa a pie de calle en estos días previos al comienzo del Jazzaldia, que arranca el próximo miércoles, como antesala de una Aste Nagusia que volverá a celebrarse en agosto en su formato habitual.

Una fiesta multitudinaria que se ha visto empañada por agresiones de diverso tipo durante las últimas ediciones, hasta que llegó la pandemia y todo se paró. El Ayuntamiento de Donostia tuvo que suspender en agosto de 2018 la “disco festa” de la Zurriola, una medida consensuada como muestra de rechazo a las agresiones sexuales que se venían sucediendo en este recinto destinado al público más joven. Un motivo de preocupación que obligó entonces a duplicar las medidas de seguridad.

Durante los últimos años la afluencia de público femenino ha aumentado exponencialmente en este tipo de citas festivas. En torno al 58% de las personas que acuden a estas celebraciones son mujeres. Según recoge el documento de Emakunde, a pesar de esta mayor presencia femenina, la organización de estos eventos no se ha adaptado a esta nueva realidad “y sigue habiendo espacios muy masculinizados e inseguros para las mujeres, que se exponen en unas cuantas horas y de manera concentrada” a conductas y formas de relaciones machistas.

Tanto es así, que el 57% de las mujeres han sufrido en estos espacios algún tipo de violencia sexual -frente al 4% de los hombres- refleja el informe de Emakunde, que aconseja reorientar la organización de estos eventos hacia medidas preventivas “para avanzar en la igualdad en los espacios culturales”.

Aunque no es el objeto de la guía, el documento precisa que “si no se cambia la forma de programar la cultura y el ocio, las medidas para evitar las agresiones sexuales y sexistas en eventos culturales, sobre todo los multitudinarios, no irán a la raíz del contexto que permiten que se produzcan”. Se perpetúa así la hostilidad de lo que no dejan de ser espacios de ocio y diversión, como un macroconcierto al aire libre.

A este respecto, las áreas de descanso, los baños portátiles habilitados, e incluso los caminos para llegar a ellos han sido identificados como algunos de los puntos más críticos en estos festivales “históricamente liderados por hombres”. Una “omnipresencia de la figura masculina” que diversas plataformas de artistas cuestionan actualmente. Tanto en su forma de organización como en sus cabezas de cartel y participantes.