Un recepcionista, un camarero, un sumiller o un encargado de mantenimiento: empleados de una categoría intermedia del sector hotelero, están ganando en Gipuzkoa un salario neto cercano a los 1.300 euros al mes con dos pagas extraordinarias. Ellos son los que sonríen y tratan a los turistas que eligen nuestro territorio como destino y se alojan en hoteles, pensiones, agroturismos, hostales, incluso campings, albergues o apartamentos turísticos, donde una vez decimos agur, hay empleadas que se dedican a la limpieza de los mismos. Estas también están integradas en el convenio provincial desde la firma del anterior pacto (2017-2019 en 2018).

Hablamos en total de unas 1.900 personas asalariadas: trabajadores y trabajadoras de un sector que tiene en Gipuzkoa más de 500 establecimientos y 24.000 camas de todo tipo, que van desde hoteles de cinco estrellas y 130-140 trabajadores, hasta hostales de polígono industrial o pensiones de barrio; muchos de ellos, aproximadamente un centenar, gestionados por autónomos. Por familias.

La mayoría de estas personas que trabajan durante nuestras vacaciones y momentos de ocio y nos sirven y atienden son “mujeres migrantes, con cargas familiares y con necesidad de trabajar”, reconocen fuentes sindicales. “Es lo que te estás encontrando en alojamientos”.

"Mujer migrante, con cargas familiares, y con necesidades de trabajar. Es lo que nos encontramos en los hoteles de Gipuzkoa"

Mari Luz Rodríguez - Responsable del sindicato ELA

Y cada vez menos la gente joven, “que sí, pero en departamentos como recepción o administración”. Todos ellos están al borde de la huelga, convocada para los días 7, 8 y 9 de julio, de jueves a sábado. La tensión se palpa. Justo a las puertas de un verano presumiblemente “espectacular” en cuanto a visitas de turistas. El sector está, reconocen los empresarios, está con el “corazón en un puño”.

Gipuzkoa vivió su última huelga en el sector hotelero en 2001. Hace ya más de dos décadas. “Se llegaron a montar carpas” en frente del hotel María Cristina. “Fue una huelga dura, de varios días”, recuerdan fuentes sindicales, y “finalmente muchos hoteles solucionaron el conflicto con convenios de empresa”. Entonces, ni siquiera tenían convenio propio (lo firmaron en 2013) y estaban integrados en el de hostelería. 

La última huelga en el sector de alojamientos del territorio se produjo en 2001, antes de tener convenio propio

Repasemos. El sector de alojamientos turísticos pasó de cifras de récord en 2019, el año prepandémico, a la hecatombe covidiana en 2020, luego al hastío de las limitaciones de la nueva normalidad en 2021 y ha regresado este 2022 con unas cifras inigualables en Semana Santa, superando las previsiones más optimistas, y con una cantidad de reservas que descoloca para julio y agosto. Una convulsión que dificulta hacer una fotografía real. Entre tanto, los trabajadores aseguran estar al límite.

La mayoría son los establecimientos son pequeños y medianos. Nada de grandes hoteles, que se cuentan con los dedos de las manos. Es cierto que Donostia ha experimentado en el último año una eclosión hotelera. Este mismo viernes se ha abierto un nuevo hotel. La ciudad cosmopolita que atrae a norteamericanos, franceses, catalanes, y madrileños ha pasado en una década de tener pocas camas a aumentar su oferta de plazas en casi un 30%. Pero sus trabajadores y trabajadoras llevan con las tablas salariales sin actualizar desde 2019 y ahora, tras casi seis meses de negociaciones, no ven los “avances necesarios”. Dicen ‘basta’.

Órdago a la grande

Cierto es que la última renovación del convenio para el periodo 2017-2019 se produjo con un órdago similar, una amenaza de huelga en vísperas del de la celebración de la cumbre de la Organización Mundial del Turismo (OMT) en Donostia. También eran tres jornadas de huelga, del 23 al 25 de mayo de 2018. Con la imagen de la ciudad pendiendo de un hilo y la convicción de que el acuerdo era la mejor salida para todos, hubo fumata blanca. Pero hoy, el mar de fondo que sacude la negociación se mueve al son de una inflación disparada, que acaba de llegar al 10,2%, la más alta desde 1985. Un freno para el entendimiento.

El anterior convenio (2017-2019) se firmó tras convocar tres días de huelga en vísperas de la cumbre de la Organización Mundial del Turismo, en mayo de 2018

La parte social asegura que el personal trabajador “está cansado de apechugar en momentos difíciles”. No solo a nivel salarial, sino renunciando en los peores momentos de la pandemia a derechos laborales ya reconocidos, temiendo por la sostenibilidad de las empresas para las que trabajan. Ahora, aseguran, les toca que se reconozca su “esfuerzo”.

Pasillo que conduce a las habitaciones de un hotel de Donostia Ruben Plaza

Mientras tanto, los propietarios y responsables de los alojamientos turísticos aseguran que tras un verano “espectacular” como el que se espera, no lo niegan, se vislumbran nuevamente los nubarrones de la incertidumbre. Sentados en la mesa de negociación y con la amenaza de huelga, tanto Aspagi (Adegi), como Hostelería Gipuzkoa han preferido no hacer declaraciones, pero las voces de sus asociados reflejan un mismo sentir: “incertidumbre”. En Gipuzkoa son entre 130 y 140 los establecimientos asociados de un total de más de 500. Importantes cadenas con hoteles grandes (los menos) y medianos, pero también pequeñas empresas de “entre 15 y 22 trabajadores”.

Reconocen que “creemos que este verano va a ser espectacular”, debido a una “ganas de hacer turismo” tremendas de la gente. Sienten que es su momento. Efímero quizás. Y que hay que aprovecharlo. Coger carrerilla para lo que viene.

"Incertidumbre" y miedo a los meses valle

Apuntan su mirada a los conocidos como “meses valle”, entre noviembre y febrero, donde “posiblemente se contraiga la demanda” y “también habrá que pagar nóminas”, dicen. Reiteran que “no debemos dejarnos llevar” en este momento, que la realidad del boom turístico inminente está “distorsionada”. Y que las subidas salariales que quizás sí pueden asumir las cadenas y los hoteles mejor ubicados y con más visitantes, quizá supongan un lastre para otros con menos posibilidades y zonas menos turísticas. Al autónomo.

En el otro lado, las cosas se ven diferentes con un sueldo que ni siquiera llega a los 1.200 euros limpios en catorce pagas para las personas de categoría más baja: un botones, un camarero de piso con menos de 24 meses de experiencia, el personal de limpieza y los encargados de platería. 1.411 euros brutos al mes para ellos, mientras el sueldo medio en Euskadi lo fijaba el Eustat el pasado noviembre en 2.278 euros. 

El salario bruto mensual de un botones es de 1.411 euros y de 1.765 el de un jefe de cocina, frente a los 2.278 de la media vasca

Ni los empleados de la máxima categoría, un jefe de cocina, de recepción, un barman o un jefe de sala, superan los 1.500 euros limpios al mes, en 14 pagas con sus correspondientes retenciones. Su salario bruto está fijado en 1.765 euros actualmente y una subida en torno al actual IPC interanual (10,2%), les llevaría a 1.950.

Casi todos ganan “entre 1.200 y 1.500 euros”. “Hay muy poca gente por encima de convenio. Salarios pactados en casos de trabajadores concretos, pero son muy pocos. Excepciones. No afectan a plantillas concretas”, dice la parte social.

Firmar el convenio ahora les reportaría una subida de sueldo neta de unos 50 euros al mes, si aceptasen el planteamiento de la patronal. Con una subida del 10,2% en la que se sitúa el IPC interanual, mejorarían más de 100 euros. Son unos 2.000 euros de carga mensual añadida para un hotel pequeño que no llega a 20 trabajadores. Unos 20.000 para uno grande. 

"Falta personal de refuerzo"

Mozos y personal de cocina. Mari Luz Rodríguez apunta a otro problema que también comienza a afectar al sector y es la falta de personal para los los refuerzos de verano. “Tienen un problema de contratación. Nos va a pasar lo mismo que en la hostelería, porque ¿quién va a querer trabajar 50 horas y que te paguen el salario mínimo interprofesional?”, se pregunta. “Lo que más se necesita ahora mismo, es en el departamento de cocina, camareras de piso y sala y mozos, “que son los aparcacoches y los encargados de subir el equipaje”, explica.

Mari Luz Rodríguez (ELA) es la portavoz del sindicato con mayor representación del sector en Gipuzkoa. Y asegura que mientras las empresas han tenido apoyo (ERTE y ayudas), “en el camino, los trabajadores se han dejado muchas condiciones laborales”: “Hemos dejado de tener un calendario y los dos días consecutivos de descanso semanal en fin de semana una vez al mes”, un mecanismo contemplado para las plantillas de más de 30 trabajadores.

Según Rodríguez, durante estos dos últimos años, “los y las trabajadoras han entendido que era el momento de arrimar el hombro”, pero “para las empresas nunca es suficiente”, dice. “Cuando ganan, ganan ellas, y no se acuerdan del que lleva dos años esperando su momento”. 2021 ha sido “mejor de lo que se esperaba y las plantillas han estado muy ajustadas; hemos tenido picos en los que hemos trabajado mucho”. 

Los sindicatos ELA, CCOO, LAB y UGT presentan una huelga entre el 7 y 9 de julio en los alojamientos de Gipuzkoa Ruben Plaza

Convocatoria de huelga y negociación

6, 7 y 8 de julio. La huelga está convocada para los días 7, 8 y 9 de julio por los sindicatos ELA ( 67,6% de la representación), CCOO_(15,49%), LAB (14,08%) y UGT (2,8%). Se sientan en la mesa negociadora con las patronales Aspagi-Hoteles de Gipuzkoa (Adegi), con el 65% de la representación, y Hostelería Gipuzkoa (35%).

Subida salarial. Los sindicatos exigen una subida salarial igual al IPC+2 puntos para los cuatro años, mientras que las patronales ofrecen una subida en 2022 del IPC con tope del 3,3%; en 2023, IPC con tope del 4% y para 2024, IPC con un tope del 2%.

Cita el martes. Se han producido ya desde enero seis reuniones para la renovación del convenio, la última el miércoles, pero los avances son “insuficientes” para la parte social. El martes, día 5, en vísperas de la huelga se citan otra vez.

“En el punto que estamos ahora, la quemazón que tienen las plantillas, el encrespamiento que hay, el malestar generalizado, es grande”, explica. “Yo no me quiero meter en los márgenes, pero los salarios tienen que ser en condiciones, porque trabajamos los 365 días del año, de lunes a domingo. Si queremos un turismo de calidad, necesitamos tener trabajo de calidad. No podemos pretender salir en los titulares con la etiqueta de destino de lujo, y luego tener trabajadores rozando la precariedad laboral”, asegura. 

Gipuzkoa tiene más de 500 establecimientos, la mayoría hoteles medianos y pequeños, pero también hostales, pensiones, campings, agroturismos, albergues y apartamentos turísticos

El Gobierno Vasco también ha puesto su granito de arena en este debate. El consejero de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno Vasco, Javier Hurtado, instó la semana pasada a las partes a “actualizar los convenios” y añadió que “los servicios de calidad necesitan empleos de calidad”, no solo en el ámbito salarial, sino en otros aspectos como la “conciliación”, lo que abre el melón no solo de la mejora salarial, sino del aumento de personal. Pero con un 10,2% de inflación, las cosas se complican. Tanto para el que paga, como para el que no llega a fin de mes.

Baile de cifras

Según los últimos datos presentados a la Administración vasca, el sector Alojamiento ha pasado de una media de 6.172 trabajadores en 2012 a 6.353 en 2021, un año convulso. Y ahora se sitúa cerca de los 7.000 en todo Euskadi. Aseguran los sindicatos, sin embargo, que habiendo más reservas y demanda que en 2019, un año récord, las plantillas son inferiores.